Por John Marulanda*
Desde el pasado domingo, se han
venido encontrando en reuniones preparatorias las delegaciones del Gobierno y
del ELN en Caracas, escenario cargado a la izquierda, como que el Gobierno de
Venezuela es afín a la ideología anti imperialista del grupo narcoterrorista,
entre otras convergencias políticas.
¿Espíritu yihadista?
Al mejor estilo oriental
yihadista, el ELN promueve la Teología de la Liberación, creada por monseñor
Gerardo Valencia Cano en Golconda, finca de Viotá, Cundinamarca, en julio de
1968. Algo de espíritu místico debe tener esa estructura que ha resistido cinco
intentos de negociación. Sacerdotes como Camilo Torres, muerto en 1966, José
Antonio Jiménez en 1970, Domingo Laín Sáenz en 1974 y Manuel Pérez Martínez
alias “Poliarco” en 1998, sin olvidar el activismo del jefe de la Comisión de
la Verdad, el cura Francisco de Roux, que impregnan de religiosidad el
movimiento, a pesar de su crueldad.
Masacres como la de Carababo en
febrero de 1995, Machuca en octubre de 1998, Táchira en octubre de 2009,Tumeremo
en octubre de 2018, Escuela Santander en enero de 2019 y el secuestro masivo
más grande de la historia del país en la parroquia La María en Cali, Valle, en
mayo de 1999, son una buena carta de presentación de la gerontocracia del
Comando Central (COCE), mientras su jefe militar, alias “Pablito”, autónomo e
independiente, fue responsable del fusilamiento del obispo de Arauca, monseñor Jesús
Emilio Jaramillo, en octubre de 1989.
En la actualidad, en Arauca, 293
es el total de homicidios por armas de fuego, 97.2 por cada 100.000 habitantes,
con un incremento el 56 % comparado con 2021, estadística agravada si se tiene
en cuenta que desde el 1° de enero hasta el 8 de noviembre de este año, se han
reportado 306 homicidios con arma de fuego, la gran mayoría producto de
enfrentamientos entre las FARC y el ELN, a lo que se agregan durante este
último mes por lo menos 12 desapariciones forzadas.
El ELN no solo reparte bolsas
clap con su propaganda en los hogares pobres de Venezuela, distribuye cartillas
a los niños de las escuelas de los Estados fronterizos, instala alcabalas y
confronta a sus enemigos farianos con el apoyo de la FNB, sino que está en el
último renglón de simpatía entre los colombianos según todas las encuestas
vigentes. Simplemente nadie lo quiere en Colombia. Y, además, es considerado un
grupo terrorista no solo por la Unión Europea sino también por los Estados
Unidos.
Las cuadrillas elenas que
delinquen en el andén Pacífico colombo-ecuatoriano como en la frontera
colombo-venezolana (Catatumbo) narcotrafican con intensidad y mercadean la
minería ilegal, especialmente de oro, coltán y diamantes extraídos del arco
minero del Orinoco en los Estados Bolívar y Amazonas.
La sexta negociación
Venezuela
“…ya no es solo un santuario. El ELN y los
elementos de las disidencias de las FARC han echado raíces profundas en los Estados
fronterizos de Zulia, Táchira, Apure y Amazonas. Se han adentrado en el sur de
Venezuela acercándose a la frontera con Guyana y dominando gran parte de la
frontera con Brasil”, nos dice un
experto. El
panameño alias “Nort” hacía parte de una red de grupos de delincuencia
organizada transnacional, con nexos con el ELN, mientras el grueso de los
miembros del ELN son jóvenes colombianos, aunque también existe un alto
porcentaje de venezolanos, ecuatorianos, bolivianos y guyaneses, repartidos en ocho frentes de guerra que operan en
23 de los 32 departamentos de Colombia.
Los riesgos de la nueva causa
política en Caracas giran alrededor del desgaste de los tiempos tanto del
político como del que legitima el proceso, de los recursos y de la falta de una
estrategia comunicacional hacia la sociedad. El gobierno tiene además que
lidiar con dos métodos simultáneos: seducir a los viejos del Comando Central (COCE)
para que se avengan a un sistema de consumo occidental y convencer a sus
cuadrillas desplegadas a lo largo de las fronteras, inclusive las de Panamá,
Perú y Brasil de reducir, y, en lo posible, parar el narcotráfico.
En una reunión informativa del alto
comisionado para la paz con miembros de la Junta Directiva de Acore (*) en
las instalaciones de la Asociación de Oficiales Retirados, se aclaró la
necesidad de seguir con detenimiento los intereses fronterizos de Venezuela, no
aceptar un cese bilateral al fuego, hacer concesiones simétricas de justicia
para elenos y uniformados, no debilitar las capacidades castrenses del Estado y
recuperar el fuero militar. Sin embargo, a estas alturas, podemos asegurar que
ninguno de los militares en retiro nombrados para la negociación, son
representativos del gremio.
Con el diálogo político que se
inició con la suspensión por tres meses de las órdenes de captura de los 17
ahora negociadores, arranca una nueva posibilidad de paz para Colombia. Sobresalen
la presencia, que esperamos sea equilibrante, del presidente de Fedegan, José
Félix Lafaurie y de la directora de Acopi, Rosemary Quintero. En su momento, lo
mismo pensamos del general Mora y las FARC en La Habana, otro escenario cargado
a la izquierda.
Acore (*) Asociación Colombiana de Oficiales de las Fuerzas
Militares en Retiro