martes, 13 de septiembre de 2022

De cara al porvenir: nuevos vientos

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

Recién ha pasado el primer mes del nuevo Gobierno y lo que no se puede negar es que se ha notado un cambio de dinámica.

Varios aciertos y algunos desaciertos han acompañado este período que ha marcado una línea clara de hacia dónde va el Gobierno autoproclamado como el del cambio, el mismo que entre otras curiosidades ha dado cátedra de inclusión, respeto y reconocimiento de nuestra multiculturalidad.

La experiencia como congresista le ha permitido al nuevo presidente saber que, en términos de calendario y fuerza política, proyectos de ley que no se tramiten durante el primer año de Gobierno, se puede aseverar que es muy remoto pensar en que luego se aprobarán.

Un gabinete ministerial, en un alto porcentaje con vasta experiencia, nombramientos abortados y algunos ministros un poco desubicados, dan muestra de que en términos de ejecutorias hay que dar un compás de espera.

Coincide por calendario que muchos de los congresos gremiales sectoriales y sub sectoriales se realizan durante estos meses, lo cual trae como novedad y capacidad de convocatoria que el nuevo presidente asista y de línea con respecto a los intereses propios de los asistentes, lo cual no pasa de ser un rito político - social, pues el nuevo presidente apenas está desempacando y organizando su equipo y lo que le corresponde hacer es tratar algunos datos y algunas propuestas de campaña y algunas ideas generales de futuro, salvo temas específicos y de impacto para todos como es el caso de la reforma tributaria.

Lamentablemente las transformaciones no se hacen de un día para otro y a pesar de los anuncios de paz total, el tema del orden público no mejora y los atentados contra miembros de la policía, las masacres, los asesinatos de líderes sociales, la inseguridad en las ciudades y las invasiones de predios no dan tregua. Se anuncia el reinicio de relaciones con Venezuela y se enuncian y promueven reformas y proyectos de ley alrededor de temas como la reforma rural integral, la participación política, el cese al fuego y de hostilidades, el replanteamiento de la estrategia contra las drogas, el acuerdo de víctimas, la implementación, verificación y refrendación de los acuerdos de paz y obviamente la reforma tributaria, lo que permite establecer y lo que vemos como vector direccionador es un completo compromiso con el cumplimiento del acuerdo de paz, lo cual generará obviamente, apoyos y animadversiones.

Lo que sí queda claro es lo poco que avanzó el anterior Gobierno en el cumplimiento de la implementación del acuerdo de paz, lo cual solamente la historia sabrá juzgar.

Cabe resaltar el apoyo internacional a la gran mayoría de las iniciativas planteadas, y a la inusitada cercanía y proximidad en estas primeras semanas con el Gobierno de los Estados Unidos.

El haber armado una coalición de Gobierno en dos semanas, el haber aprobado el Acuerdo de Escazú, el haber hecho nombrar un contralor del Partido de Gobierno, el haber nombrado un Consejo Nacional Electoral empleando las mayorías, entre otras maniobras típicas de la política colombiana, da por pensar que puede que el cambio se dé en otros escenarios y en otras temáticas, pero no entre la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo, como ha pasado en el último siglo, lamentablemente.

El cambio no debe ser mirado ni empleado como un simple slogan, ni tampoco es el anuncio del cambio por el cambio. El cambio es la superación de las costumbres y las prácticas políticas que nos han sumido en una corruptela generalizada acompañada de pobreza, injusticia, iniquidad y violencia generalizada.

Nueva oportunidad histórica ha tenido las diferentes fuerzas, partidos y movimientos políticos para repensarse y estructurar propuestas de futuro para el país y para ellos mismos como organizaciones.

En épocas recientes solamente el presidente Barco tuvo la grandeza, la osadía y la “fuerza testicular” suficientes para proponer un esquema real de Gobierno-Oposición verdaderamente democrática.

Durante este Gobierno esta posibilidad se desperdició por el apetito insaciable de estas fuerzas, partidos y movimientos políticos, y la necesidad de configurar un ambiente de gobernabilidad tranquilo por parte del actual Gobierno, que permita seguir consolidando nuestro presidencialismo consuetudinario.

Que después, entonces, no se quejen ni critiquen ni los unos ni los otros, pues no tendrán ninguna autoridad moral para hacerlo.

¡Amanecerá y veremos!