Por Pedro Juan González Carvajal*
Parece mentiras, pero iniciamos un nuevo
gobierno en Colombia.
Pasaron como una exhalación los gobiernos anteriores y nuestro
país sigue sumido en la injusticia, la iniquidad y la pobreza, acompañado por
una corrupción que nos corroe en orden creciente. Así mismo vivimos en medio de
una enorme agitación que se siente y se percibe en todo el planeta y que es un
llamado de atención a que nos preparemos para enfrentar situaciones que nos
impactarán de manera global: una pandemia no superada, el cambio climático, una
posible pandemia en crecimiento, la guerra de Ucrania que pudiera expandirse
fácilmente, las tensiones Usa-China por Taiwán, los efectos económicos de la
pandemia, donde la inflación está acompañada por un des aceleramiento económico
generalizado, el inicio temprano de la carrera electoral en USA con un Trump “cargado
de tigre” y un presidente en ejercicio acorralado por las circunstancias, entre
otros varios factores y acontecimientos.
En Colombia la incertidumbre y las esperanzas que genera un
nuevo estilo de gobierno son las condiciones generalizadas. Se habla de
“cambio” y la sola palabreja asusta, pues como decía Maquiavelo, “Nada hay
más difícil de emprender que tratar de cambiar el orden de cosas, pues se
tendrá como enemigos acérrimos a quienes han triunfado con las condiciones
actuales, y como defensores tibios a quienes no tienen nada que perder”.
El miedo a lo nuevo, el temor a propuestas distintas es
apenas normal. Lo cierto es que lo que se viene es una prueba de fuego para
nuestra estabilidad social, política y económica, pues estábamos mal acostumbrados
a un leseferismo que nos ha sumido en la mediocridad. Hoy tenemos una sociedad
mediocre y una economía y una democracia mediocres. ¿Es eso lo que nos gusta? ¿Eso
es lo que queremos conservar? ¿Por qué el establecimiento no ha aprovechado los
un poco más de 200 años que ha estado en el poder para hacer los ajustes que
hoy se proponen y los cuales generan pánico? ¿Dónde están las propuestas de los
casi inexistentes partidos políticos?
Varios políticos en diferentes fechas han expresado la siguiente
afirmación: “O cambiamos o nos cambian”. Pues bien, los cambiaron, pero
no del todo, sino más bien nominalmente, pues ante la avalancha de adhesiones
que recibió el nuevo gobierno, considero que los vientos de cambio se quedarán
en el camino y en “sus justas proporciones” como enunciaría un ilustre
expresidente.
Se ha convertido en una frase de combate aquella que dice
que: “No por hacer más de lo mismo vamos a obtener resultados distintos”
y es hora de entenderla y aplicarla.
Se ha hablado desde antes de que tengo uso de razón, de las
grandes reformas que requiere este país, y hasta el sol de hoy. Hemos sido muy
buenos criticando y teorizando y no ejecutando, lo cual explica también nuestro
actual estado de cosas.
Ahora bien, para que hablemos claro y no nos digamos
mentiras y no nos imaginemos realidades artificiales, o metaversos criollos, sin
que se resuelva el tema de la propiedad y la tenencia de la tierra, mientras no
se asuma con seriedad y pragmatismo el manejo planetario del negocio del narcotráfico,
mientras nuestra cultura criolla no respete la legalidad y la formalidad de las
actividades y mientras no llevemos a cabo una cruzada hasta las últimas consecuencias
contra la corrupción, pues lo único que podremos esperar es pañitos de agua
tibia para tratar el cáncer que nos carcome.
Estaba dada la coyuntura histórica y conceptual para
establecer un esquema real de gobierno - oposición, pero esto le queda grande a
nuestros mediocres líderes y dirigentes actuales.
El temor de perder las cuotas burocráticas y el acceso al
presupuesto nacional o a perder visibilidad personal en el concierto nacional,
nos desnuda su verdadera dimensión, su verdadera talla, su verdadera altura.
Por ahora solo nos contentamos con sembrar el miedo y la
zozobra que tantos resultados han dado hasta el presente y generar como rito ya
habitual, el leer las desinformaciones provenientes de todos los extremos, distribuidas
y divulgadas por las redes sociales y entretenernos con la cantidad asombrosa
de memes que se generan por borbotones y que hacen que el humor, el cinismo, el
importaculismo, las posturas ladinas, las posiciones egoístas, el respeto
lastimero por algunos caudillos que van de salida en plena decadencia y la
ignorancia disfrazada de asombro, hacen que todas las anteriores circunstancias
sean el nefasto pan de cada día. ¡Qué cansancio!
Retomemos al gran filósofo Enrique Santos Discépolo y
miremos nuestra realidad a la luz de su nunca adecuadamente bien ponderado y valorado
tango “Cambalache”.
Solo los imbéciles le pueden desear mala suerte al
conductor del vehículo donde viajan. Por mi parte le deseo éxitos al nuevo
gobierno, y estaremos atentos para que los altos intereses nacionales estén por
encima de cualquier consideración.