viernes, 1 de julio de 2022

Tres satisfacciones

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.*

Después de un tiempo de ansiedad e incertidumbre, tres alegrías diversas he experimentado esta semana: la 17ª estrella de Atlético Nacional, el informe final de la Comisión para el esclarecimiento de la verdad y el acuerdo nacional que el presidente electo quiere construir con los diferentes sectores políticos.

La estrella. Hincha del verde he sido desde cuando tenía siete años y era un equipo que solo tenía una estrella (la de 1954) y estaba de 12 entre 14 en la tabla de posiciones. Me ha tocado vivir su segundo campeonato en 1976, época en la que descollaban figuras como Raúl Ramón Navarro, Carlos Miguel Diz, Gerardo «el Mono» Moncada, los hermanos Campaz (Víctor y Teófilo), Francisco Maturana y el inolvidable goleador Hugo Horacio Londero, entre otros. No fui, pues, un hincha producto de la primera Copa Libertadores ni de la buena racha del Rey de copas. He padecido los tiempos difíciles en los que los carteles se infiltraron descaradamente en el fútbol y aquellos en los que su jugar mediocre nos puso a sufrir. Mi mayor orgullo fue haber hecho parte del comité asesor del comité ejecutivo del equipo, conocer personalmente a mis ídolos de niño cuando el equipo cumplió 60 años y disfrutar en el Atanasio la conquista de varias estrellas. Después de 5 años de obligados y traumáticos ayunos, por fin la 17 y frente a un gran rival que nos tenía acomplejados. Falta pelo pal moño para evidenciar nuevamente el talante y jerarquía como la que se alcanzó con Oswaldo Juan Zubeldía o Óscar Héctor Quintabani, para citar solo dos de sus mejores directores técnicos. Primera gran satisfacción de esta semana.

La verdad. Sabemos todos que nadie la tiene completa y por eso había que escuchar las verdades parciales de los actores de la guerra y de las víctimas. Nunca se conocerá la verdad completa, pero nos hemos aproximado bastante. Hay quienes han colaborado para su esclarecimiento y otros que, obcecadamente, se han opuesto a que se conozca. Debe ser porque la verdad duele, la verdad es incómoda, pero como decía el filósofo, la verdad es la realidad de las cosas. Por eso la doctora de Ávila hablaba de que la humildad es verdad, porque se trata de ver las cosas como sucedieron, como son, sin exagerar por exceso o por defecto, ni más ni menos. Mi hermano Francisco de Roux, con quien vivo en la misma comunidad, ha liderado un trabajo titánico junto con los otros miembros de la comisión. De felicitar no solo por la seriedad que han querido imprimirle a tan delicada tarea, sino por la fortaleza moral para aguantar tantas calumnias y tantos insultos. Para que este país madure democráticamente, tendremos que aprender a escucharnos con respeto, a debatir con argumentos, a superar la visceralidad con la razón, a tolerar la diferencia, a reconocer las propias limitaciones, a superar los dogmatismos que no es lo mismo que claudicar en los principios. Tarde que temprano la verdad saldrá a flote y ojalá no sea muy tarde pues hay que construir país por encima de nuestras propias mezquindades.

El acuerdo nacional. Tengo que decirlo honestamente. Me ha sorprendido la talla de estadista del presidente electo. Me resulta grato, ya lo dije en mi anterior escrito, su llamado a la reconciliación. Ya no estamos en campaña, ya no es cuestión de populismo. Una lección de democracia ha sido su encuentro con el expresidente Uribe y el tono de la conversación que deja abierto un canal de diálogo. Me ha admirado gratamente el reconocimiento unánime de su mandato. En un país polarizado por años en el que se esperaría un malestar indescriptible por su elección, veo que la gente quiere apostarle a una nueva etapa de país, soñar algo que no sea más de lo mismo. Quisiera creer que lo que he visto esta semana no es un colinchamiento oportunista en el bus de la victoria, sino el deseo sincero de darnos una nueva oportunidad como país. Ni Petro ha sido arrogante con su triunfo, ni sus detractores han dado muestra de ser ciegos obtusos, salvo vergonzosas excepciones de odios recalcitrantes que el expresidente enmarca en la pluralidad de su partido y de ese uribismo del que él mismo se declara curado. Creo que todos estaremos atentos a apoyar lo que nos haga avanzar como país, lo que busque equidad y justicia social, lo que construya patria, estado y nación, lo que nos permita a todos buscar “vivir sabroso” porque estamos en paz superando males perversos que tanto daño nos han hecho como el narcotráfico y sus secuelas, la corrupción con sus tentáculos destructores; la pobreza y el hambre que agobian a millones. Ojalá lo logremos.