martes, 29 de marzo de 2022

En garras del registrador y Fecode

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

El país ya conoce la magnitud del fraude que representan los 489.000 votos que le aparecieron súbitamente a Petro.

Como el registrador, después de reversar su inicial aceptación del reconteo exigido por las circunstancias, se empeña en no modificar los inconsistentes y viciados resultados, de la poca confianza en los escrutinios hemos pasado a la incredulidad total sobre su validez.

Restablecer la confianza en los resultados electorales ya no será posible entonces, antes de la elección presidencial, si este registrador permanece en el cargo y el escrutinio lo realizan Gregg (empresa estrechamente vinculada con Santos) e Indra (controlada por el gobierno social-comunista español), con la colaboración de varios subcontratistas igualmente confabulados.

Los ciudadanos amantes de la legalidad y del derecho no entendemos la resignación del gobierno y de casi todos los movimientos políticos frente a una organización electoral proclive al candidato castro-chavista de las FARC, del ELN y del Foro de Sao Paulo.

Pues bien, la logística, el cómputo y el escrutinio de las elecciones este año cuestan unos 1.3 billones de pesos mal contados. Las cifras astronómicas que reciben los sospechosos contratistas, escogidos a dedo, en vez de garantizar el escrutinio imparcial y confiable han conducido a lo contrario, la pérdida absoluta de la credibilidad en el sistema electoral.

En el mundo actual ha aparecido un nuevo y colosal negocio: el manejo y escrutinio electrónico de las elecciones, apresurado e incontrovertible. Basta con algunos algoritmos para proclamar a los vencedores pocas horas después del cierre de las urnas… ¡Y apelación a los infiernos!

Un verdadero Kartell (SmartMatic y Dominion principalmente, con sus franquicias en muchos países, como Gregg e Indra en Colombia), está privatizando la función electoral. Estos colosales negocios, corruptos y aberrantes, seguirán extendiéndose por el mundo. En Colombia han avanzado escandalosamente y ya no temen mostrarse a plena luz del día.

Pero si la Registraduría apesta, el tema de la selección de jurados es también muy preocupante.

Todos sabemos de la orientación comunista y revolucionaria de la tal Federación Colombiana de Educadores (Fecode) y de su compromiso militante con la candidatura de Petro.

Antes de la elección de Congreso se conocieron manifestaciones de ese sindicato en favor del Pacto Histórico, y de la “actitud vigilante” que se encarecía a los miembros de ese “colectivo” en su actuación como jurados de votación, pero no se publicaron —desde luego— las instrucciones impartidas para la correspondiente actuación en la elaboración de las actas y formularios de cada mesa.

Nada más sencillo que llenar las planillas con datos trucados, que se remiten a la Registraduría para ser computados y escrutados con el software de los contratistas.

Como de las filas de Fecode procede la inmensa mayoría de los jurados de votación, todo se puede esperar. Hay multitud de planillas E-14 fraudulentas, que a pesar de ser objetadas siguen contabilizadas a favor del Pacto Histórico.

Si a pesar de todo la democracia colombiana sobrevive con la elección de un candidato respetable, lo primero que habrá que hacer será proponer la reforma constitucional necesaria para depurar el organismo electoral y desmantelar el monopolio electoral de Fecode. Los 300.000 y más jurados de las mesas deben proceder de todos los sectores sociales del país. Así como la patria es de todos, las elecciones también deben ser de todos.

La total autonomía funcional y presupuestal de la Registraduría la ha convertido en un foco de corrupción inadmisible, y tal vez en el único elector del país.

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¿De dónde, si no de Fecode, salieron los 67.000 “voluntarios” que, coordinados por el señor Álvaro Echeverri Londoño, dizque “salvaron” los 489.000 votos que aparecieron en tres días? Mientras tanto, los demás movimientos carecen de estas bien entrenadas formaciones que prefiguran los “colectivos bolivarianos”.

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Dos perlas de Fecode:

¡Uribe, paraco, el pueblo está verraco!, cántico que resuena en tantas aulas infantiles

¡Y la niña de doce años, en La Unión (Antioquia), hija de una amiga, que le dice su mamá que vote por Petro, porque el profesor les enseñó que ese es el candidato bueno!