domingo, 6 de febrero de 2022

Proponemos

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

En Colombia las cosas no funcionan bien porque las tres ramas del poder, la ejecutiva, legislativa y judicial, son lentas, paquidérmicas; no actúan a tiempo y dejan al garete la decisión sobre los temas de importancia para el país ya que se dedican únicamente a lo cotidiano. Así ocurre con el estudio, discusión y aprobación de leyes fundamentales y con las reformas que se requieren; pasan los meses, los años y no pasa nada, diluyen en el tiempo el tomar el toro por los cuernos y empoderarse definitivamente del buen rumbo del país.

Violando la justicia así está sucediendo con temas vitales de los ciudadanos. La Registraduría Nacional, el Consejo Nacional Electoral (CNE), la justicia, entidades del Estado, diluyen limitando al ciudadano en el ejercicio de sus derechos surgidos de la Constitución Nacional. Ejemplo claro lo es la figura de la revocatoria, en la ciudad de Cúcuta se aplaza la fecha de votación, en la ciudad de Medellín, con todo tipo de argucias, también dilatan la decisión de fecha para votar, es decir, todas las instituciones torpedeando un derecho ciudadano, y, además, lo más horrible es que se presentan tutelas que se ganan y a pesar de ello vuelven e interponen más; esas son acciones temerarias que afectan la institucionalidad y se pierde el respeto por la ley.

Soy un convencido de que el ejercicio del debate es bueno para el país, que con un instrumento jurídico como la revocatoria, el pueblo puede ejercer su poder para decidir si el camino iniciado por un alcalde cualquiera va en contra del plan de trabajo presentado en la campaña o no convence al ciudadano. En ambas situaciones se debe respetar la posición del pueblo y por ende quien ostenta el poder no puede ni debe ética y moralmente impedir el desarrollo de esa actividad del constituyente primario.

Por ello, y ante tanta dilación para la certificación que se requiere para fijar fecha de votación, están surgiendo ideas que tienden a demostrar que el poder ciudadano está por encima de aquellos que quieren impedir su ejercicio y eso lo observo con beneplácito. Yo lo coadyuvo, no me da temor expresarlo de frente. Esa idea consiste en proponer a los ciudadanos efectuar de manera simbólica una votación, un sábado o domingo, con jurados, cumpliendo las formalidades que se requieran, invitando a todos para que se expresen con base en la siguiente pregunta así: ¿SÍ o NO está usted de acuerdo, con la revocatoria del alcalde? El resultado sería una muestra de lo que el pueblo quiere. Si gana el SÍ, para el alcalde sería una muestra palpable del sentir ciudadano que le estaría diciendo que no debe continuar, aunque esa votación no tenga la fuerza legal, si tendría incidencia moral, y si gana el NO, tendríamos que aceptar esa decisión y esperar el final del periodo con resignación, solicitándole que cambie su forma de gobernar; sería una simple petición.

Lo que conlleva esa ceremonia de salir a las urnas, ir a los mismos lugares donde se ejerce el derecho o cerca de ellos, porque seguramente no nos los prestan para esa votación, es una enseñanza para cualquier gobernante ya sea alcalde, gobernador o presidente, en la que claramente se demuestra que no se puede gobernar a espaldas del pueblo, y que este, el pueblo, decide, al final del cuento, su propio camino.

Esperamos opiniones, para que todos participen en la construcción de esta propuesta, proponiendo cuál sería la mecánica del proceso si es favorable o la opinión si no la consideran viable, antes de continuar impulsando esta decisión ciudadana de ir a las urnas como una muestra de desobediencia civil.

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