miércoles, 26 de enero de 2022

Óscar Iván: ¿desistir a tiempo?

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

Se van consolidando cuatro fuerzas electorales que se medirán el 13 de marzo en las parlamentarias.

Hasta ahora ocupa el primer lugar en las encuestas el dizque “Pacto Histórico”, de Gustavo Petro, comunista, estalinista y castro-chavista.

Viene luego el denominado “Equipo de la Esperanza”, que agrupa a varios viejos políticos, compañeros de ruta de obediencia santista. Ese equipo se acaba de reforzar con una loquita.

Hay también un “Equipo de la Experiencia”, que ahora se conoce como “Equipo por Colombia”, donde se encuentran, mal coordinados, los exitosos exalcaldes Federico Gutiérrez, de Medellín; Alex Char, de Barranquilla; y Enrique Peñalosa, de Bogotá, junto con el señor Barguil, del conservatismo. Los dos primeros exalcaldes tienen más carisma electoral que el tercero.

En la cola se encuentra el Centro Democrático, debilitado por once años de calumnias diarias contra su jefe, Álvaro Uribe Vélez, víctima además de persecución judicial y mediática. Este partido escogió finalmente un candidato excelente como persona y como exministro, pero —hay que decirlo— sin carisma electoral.

Las elecciones para Congreso nos dirán el orden de preferencia popular. Ese día también habrá tres consultas para escoger los candidatos presidenciales del petrismo, de los santistas y de los exalcaldes. A partir de esa fecha tendremos entonces cuatro nombres para disputar la primera vuelta presidencial. O cinco, si el pintoresco señor Rodolfo Hernández llega de candidato hasta ese momento.

Si en marzo la votación del grupo santista supera a la de los exalcaldes, este último grupo quedaría muy averiado y maltrecho…

Ahora bien, si en la primera vuelta presidencial Petro queda de primero y un santista queda de segundo, el país se pierde, porque así Petro gana en segunda vuelta.

En cambio, si en primera vuelta Petro llega de primero y un exalcalde de segundo, aún queda esperanza de salvar al país in extremis.

De ahí la importancia de fortalecer a los exalcaldes desde ahora, lo que lleva a la conclusión de que el Centro Democrático no puede seguir por fuera de esa combinación. Si persiste la división de las fuerzas democráticas, el desastre será inevitable.

El propósito inicial del doctor Óscar Iván Zuluaga era la unión de las fuerzas partidarias del estado de derecho y de un modelo económico eficaz, lo que parece frustrado por la salida en falso del señor Alex Char, vetando al exministro de Hacienda.

Pensemos lo que puede ocurrir si el Centro Democrático se pone la mano en el corazón y el doctor Óscar Iván desiste de la candidatura oportunamente. En ese caso, las fuerzas del orden podrían fortalecerse, e incluso podrían, de repente, superar a Petro en la primera vuelta, o quedar de placé en mayo, para ganar en junio. En cambio, si seguimos divididos, las perspectivas son aterradoras.

Bien sé que lo que estoy diciendo me ocasionará vetos y reproches. Considero que el CD y el doctor Zuluaga deben adherir sin demora, y sin cálculos, al Equipo Colombia, y que el sacrificio de su candidatura es un gesto tan necesario como magnánimo, porque personajes como Char y Fico tienen mucho más carisma electoral que el doctor Zuluaga. Ha llegado el momento del desinterés y el patriotismo sobre toda otra consideración política o personal.

A la necesaria coalición democrática se llega más fácilmente con el desprendimiento que con las negociaciones de última hora.

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En segunda vuelta se perdió en Perú porque millones de ciudadanos obedecieron la consigna infame de “Primero cortarse la mano que votar por una Fujimori”. Aquí podría operar algo similar y desastroso: “Primero cortarse la mano que votar por un uribista”, porque esos extremos de odio y contumelia han contaminado la juventud. Y no exclusivamente a esta.

Óscar Iván Zuluaga es, sin duda alguna, the best President we never had, y así debe pasar a la historia, y no como el derrotado candidato que llegó de cuarto en la primera vuelta de 2022.