Por José Alvear Sanín*
Se van consolidando cuatro fuerzas electorales que se
medirán el 13 de marzo en las parlamentarias.
Hasta ahora ocupa el primer lugar en las encuestas el
dizque “Pacto Histórico”, de Gustavo Petro, comunista, estalinista y
castro-chavista.
Viene luego el denominado “Equipo de la Esperanza”, que
agrupa a varios viejos políticos, compañeros de ruta de obediencia santista. Ese
equipo se acaba de reforzar con una loquita.
Hay también un “Equipo de la Experiencia”, que ahora se
conoce como “Equipo por Colombia”, donde se encuentran, mal coordinados, los
exitosos exalcaldes Federico Gutiérrez, de Medellín; Alex Char, de
Barranquilla; y Enrique Peñalosa, de Bogotá, junto con el señor Barguil, del
conservatismo. Los dos primeros exalcaldes tienen más carisma electoral que el
tercero.
En la cola se encuentra el Centro Democrático, debilitado
por once años de calumnias diarias contra su jefe, Álvaro Uribe Vélez, víctima
además de persecución judicial y mediática. Este partido escogió finalmente un
candidato excelente como persona y como exministro, pero —hay que decirlo— sin
carisma electoral.
Las elecciones para Congreso nos dirán el orden de
preferencia popular. Ese día también habrá tres consultas para escoger los
candidatos presidenciales del petrismo, de los santistas y de los exalcaldes. A
partir de esa fecha tendremos entonces cuatro nombres para disputar la primera
vuelta presidencial. O cinco, si el pintoresco señor Rodolfo Hernández llega de
candidato hasta ese momento.
Si en marzo la votación del grupo santista supera a la de
los exalcaldes, este último grupo quedaría muy averiado y maltrecho…
Ahora bien, si en la primera vuelta presidencial Petro
queda de primero y un santista queda de segundo, el país se pierde, porque así
Petro gana en segunda vuelta.
En cambio, si en primera vuelta Petro llega de primero y un
exalcalde de segundo, aún queda esperanza de salvar al país in extremis.
De ahí la importancia de fortalecer a los exalcaldes desde
ahora, lo que lleva a la conclusión de que el Centro Democrático no puede
seguir por fuera de esa combinación. Si persiste la división de las fuerzas
democráticas, el desastre será inevitable.
El propósito inicial del doctor Óscar Iván Zuluaga era la
unión de las fuerzas partidarias del estado de derecho y de un modelo económico
eficaz, lo que parece frustrado por la salida en falso del señor Alex Char,
vetando al exministro de Hacienda.
Pensemos lo que puede ocurrir si el Centro Democrático se
pone la mano en el corazón y el doctor Óscar Iván desiste de la candidatura
oportunamente. En ese caso, las fuerzas del orden podrían fortalecerse, e
incluso podrían, de repente, superar a Petro en la primera vuelta, o quedar de placé
en mayo, para ganar en junio. En cambio, si seguimos divididos, las
perspectivas son aterradoras.
Bien sé que lo que estoy diciendo me ocasionará vetos y
reproches. Considero que el CD y el doctor Zuluaga deben adherir sin demora, y
sin cálculos, al Equipo Colombia, y que el sacrificio de su candidatura es un
gesto tan necesario como magnánimo, porque personajes como Char y Fico tienen
mucho más carisma electoral que el doctor Zuluaga. Ha llegado el momento del
desinterés y el patriotismo sobre toda otra consideración política o personal.
A la necesaria coalición democrática se llega más
fácilmente con el desprendimiento que con las negociaciones de última hora.
***
En segunda vuelta se perdió en Perú porque millones de
ciudadanos obedecieron la consigna infame de “Primero cortarse la mano que
votar por una Fujimori”. Aquí podría operar algo similar y desastroso: “Primero
cortarse la mano que votar por un uribista”, porque esos extremos de
odio y contumelia han contaminado la juventud. Y no exclusivamente a esta.
Óscar Iván Zuluaga es, sin duda alguna, the best
President we never had, y así debe pasar a la historia, y no como el
derrotado candidato que llegó de cuarto en la primera vuelta de 2022.