José Leonardo Rincón, S. J.*
Confieso que en la medida que han venido pasando los años, simultáneamente he ido perdiendo esa ansiedad contagiosa que se generaba alrededor del último día del año y primero del siguiente, con la típica canción de “faltan 5 pa’ las doce y el año va a terminar” y las pintorescas escenas de quienes se lo tomaban (¿siguen tomando?) muy a pecho el asunto, y se comen 12 uvas, se ponen cucos amarillos, salen con maletas a darle la vuelta a la cuadra, tiran papas debajo de la cama, beben champaña, cuentan los segundos acompañados de un locutor en éxtasis y cuando suena la sirena lloran a moco tendido, se abrazan, aúllan de emoción, felices de enterrar el año viejo y saludar el nuevo, en un verdadero show tragicómico que pareciera partir en dos el ayer y el mañana.
Lo dije el año pasado: ¿qué diferencia hay entre esta noche y cualquier otra noche?, cualitativamente hablando ¿hay alguna diferencia relevante, más allá de pasar el calendario y saberse uno más viejo? ¿Un nuevo año supone evolución y mejora continua, o es más de lo mismo?
En realidad, es un año más de vida y uno menos qué vivir. Por eso debería ser una buena ocasión para mirar atrás y evaluar, y, simultáneamente, mirar adelante y proyectar. Está bien cerrar ciclos y abrir nuevos, poner punto final a muchos asuntos y abrir nuevos caminos y horizontes. Y pareciera que un día propicio es el 31 diciembre, por eso el estrés, por eso el afán de hacer o concluir ciertas cosas porque si se deja para el otro año, que es al otro día, todo pareciera haber fallado. ¡Me parece una tontería!
El año nuevo no comienza mañana. El año nuevo comienza cualquier día del año cuando decides partir tu vida en dos, cuando comienzas un nuevo proyecto, cuando optas por cambiar la rutina y exploras nuevas maneras de hacer las cosas, cuando perdonas a alguien de corazón, cuando reorientas el camino en la dirección correcta, cuando dejas atrás vicios y defectos, cuando rompes una relación dañina, cuando celebras un acontecimiento inolvidable, empiezas un nuevo trabajo o emprendes una nueva empresa… El que mañana sea primero de enero no significa que haya un nuevo año, solo que ha comenzado otro mes, uno más de tu vida. Tú decides en verdad cuando es año nuevo. A veces no lo decides, sino que es la vida quien se encarga de determinarlo. Hay que estar alerta.
De todas maneras, para seguir con lo convencional, recibe mi saludo de año nuevo. Es hora y día de desearnos cosas buenas, de pedir la bendición de Dios para ti y los tuyos, de concluir una nueva etapa en la carrera de la vida y de retomar fuerzas para la siguiente. Que 2022 sea un año de muchos logros y realizaciones, que haya paz y felicidad, que los problemas no falten pero que tengas la sabiduría para saberlos sortear. Que sea un año de crecimiento y de muchos aprendizajes para que realmente valga la pena. Que el buen Dios anide en tu corazón y desde allí solo fluyan cosas buenas. Recibe un fuerte abrazo si es que no nos lo hemos podido dar por esta pandemia y espero que a ti sí te haya servido este tiempo adverso y difícil y a la vez también muy aleccionador.