Por John Marulanda*
El martes, 7 de diciembre, un grupo de congresistas
colombianos enviaron una carta a Biden, pidiéndole que eliminara la ley de
bloqueo económico y financiero para permitir que al interior de la isla se abriera
dizque un eventual diálogo que traiga libertad y democracia a esa dictadura.
Historia de violencia y complicidad política
Fieles a su ideología extremista, los firmantes, todos de
la Alianza Verde, el Polo Democrático y la Unión Patriótica se muestran
complacidos con la exclusión de sus amigos de las FARC de la lista de
organizaciones terroristas y dicen que, desde hace 40 años, Cuba registra
acciones diplomáticas por la paz de Colombia, “consecuentes y fiables”. ¡Ja!
Muy a pesar de este llamado típico de personas y
organizaciones maliciosas y perversas posando de democráticas, el 09 de este
mismo mes, el exembajador de Colombia en US, Francisco Santos, declaró a un
medio radial que alias “Iván Márquez”, huyó hacia Cuba y permanece refugiado
allí. La muerte de sus dos alfiles guerreristas, alias «el Paisa» y alias «Romaña»,
muy probablemente por parte de las disidencias de alias «Gentil Duarte», habría
precipitado este carrerón del matasiete para evitar la misma suerte fatal. Al
respecto, Miraflores repitió en voz de Padrino, la cantinela archiconocida.
El sábado 11, el presidente Duque dijo, que de ser cierta
esa información, Cuba estaría violando explícitas normas de las Naciones
Unidas, sobre la prohibición de acoger en su territorio a personas solicitadas
por otros países. Sobre Márquez pesa una circular roja de Interpol por
terrorismo, una recompensa de varios millones de dólares y una solicitud de
extradición basada en un prontuario denso y aterrador. Para el lunes 13, alguna
prensa mencionaba que el susodicho narcoterrorista, podría estar aún en
Venezuela, decidiendo entre Cuba y Nicaragua como asilo.
Desde hace casi un año, la Asociación Colombiana de Oficiales
de las Fuerzas Militares en Retiro, Acore, le ha pedido insistentemente al
gobierno Duque que rompa relaciones con la isla la que, desde 1948, ha sido
protagonista de los principales hechos terroristas en el país neogranadino y
fue la fundadora y promotora del Ejército de Liberación Nacional, ELN, en 1964.
La actual gerontocracia elena, sigue refugiada en la isla,
como lo hizo en 1974 el sanguinario Fabio Vásquez Castaño, quien a punto de ser
aniquilado por el Ejército en la operación Anorí, logró escapar a Cuba con el
apoyo del presidente López Michelsen, tal como lo estaría haciendo hoy Márquez
con el soporte de Maduro.
Los beneficios de la ruptura
La ruptura de relaciones diplomáticas entre Colombia y Cuba,
en 1962, (gobierno Lleras) y en 1981 (gobierno Turbay), no evitaron ni
redujeron la violencia promovida desde allí, que ha continuado sin pausa hasta
el día de hoy a través, no solo del ELN, sino de las FARC, del M-19, del G2,
del Sebin y la Dgicm venezolanos. Baste mirar los atentados del miércoles
pasado en el aeropuerto de Cúcuta.
No solo han sido grupos armados. Un acuerdo de intercambio
técnico educativo firmado en el gobierno López en 1978 se convirtió en Ley de
la república en 1998, gracias al presidente Gaviria y células “educativas” de
cubanos y enfermeros posando de médicos, merodean por todo el territorio
colombiano, especialmente en la frontera colombo-venezolana, adoctrinado y
adelantando labores de inteligencia.
En contra de la decisión de romper relaciones con Cuba, se
levantará una polvareda mediática aupada por los quintacolumnistas de las
bandas del ELN y la FARC, que no escatimarán análisis, crónicas, relatorios,
quejas, acusaciones, epítetos y amenazas. Este eventual distanciamiento tiene
toda la lógica del mundo, pues si lo hemos hecho con Venezuela, nuestro segundo
socio comercial después de EEUU, cómo no hacerlo si con la isla hay cero
comercio. Solo un vínculo ideológico y político justifica tal relación. Ningún
momento más oportuno que este para romper relaciones con un Estado en cuyo
interior la situación económica, política y social no pintan nada bien. Y es
ahora cuando el Grupo de Puebla levanta algazara por el triunfo de la chavista
Xiomara Castro en Honduras y que apunta sus narcobaterías hacia Chile, y el año
entrante sobre Colombia y Brasil, con que con un rompimiento sería un verdadero
golpe a todo este entramado de mentiras y falacias que tienen a un
narcoterrorista y sus cómplices a las puertas del Palacio de Nariño.
Y el reclamo de Acore nada tiene que ver con Relaciones
Exteriores, ni con diplomacia: tiene que ver con seguridad nacional.