viernes, 10 de septiembre de 2021

Verdad que podemos

José Leonardo Rincón Contreras
José Leonardo Rincón, S. J.*

Está concluyendo la 34ª Semana por la Paz, esa iniciativa que surgió como jornada bandera del Programa por la Paz de la Compañía de Jesús y que desde el comienzo contó con el apoyo de múltiples organizaciones de la sociedad civil. El dinero recaudado por la colonial joya de arte conocida como “la lechuga” se destinó enteramente a ese propósito y sus réditos le siguen apostando al deseo tan generalizado como desgastado de querer contar muy pronto y por fin con tan anhelado objetivo.

No es fácil. Como el pueblo del antiguo testamento, somos un pueblo de dura cerviz. No han sido suficientes los cientos de miles de muertos que han quedado tendidos en nuestros campos y ciudades y que han teñido de rojo nuestro suelo al punto de invertir simbólicamente el tricolor patrio para expresar qué tanto estamos patas arriba por el trastoque de valores.

Las heridas han sido muy profundas de lado y lado. Todas, producto de la inequidad y la injusticia en la que hemos estado sumidos por décadas y que ahora y de otro modo se manifiesta con la radical polarización política. El pueblo ha sido siempre el que pone los muertos. Los asesinos de rojo o azul, guerrilleros o paras, de izquierda o de derecha, sin excepción, menguan nuestra población y frustran nuestra esperanza.

De verdad que podemos. El asunto honestamente es si queremos. Porque querer es poder, pero pareciéramos no estar dispuestos a dar el brazo a torcer. Cada uno cree tener la verdad cuando en realidad posee una parte de LA verdad. Atrincherados en nuestras posiciones ideológicas, atornillados a nuestras convicciones, apoltronados en nuestros sentimientos más que en la razón, seguimos estancados y patinando en una guerra fratricida de nunca acabar.

La Comisión para el esclarecimiento de la verdad, se ha encontrado con esa cruda realidad. Cada expresidente, cada actor protagonista de ese conflicto, del bando que fuere, cuenta su verdad, pero ¿Cuál es LA verdad? Porque el asunto sería exponerla sin tapujos ni mentiras, con auténtica transparencia, pero parece que no, que sigue habiendo cartas debajo de la mesa, ases bajo la manga, oportunismos políticos electoreros, tajadas gananciosas por sacar, goles olímpicos por meter. Cualquiera que sea su conclusión será juzgada por sesgada, se dirá que está mediada por intereses oscuros porque, como bien dijo El Maestro de Nazaret, los hijos de la noche y de las tinieblas son más astutos y sagaces que los hijos de la luz y del día y hay muchos intereses creados para sostener indefinidamente el lucrativo negocio de la guerra.

Verdad que podemos. Seguramente moriremos anhelando un mejor mañana para todos, un mañana que no será mejor porque ganó el más fuerte de uno u otro lado, sino porque se impuso la verdad, la justicia inmaculada que no prostituida. ¿Y cuándo será eso? El día que se nos dé la gana, el día que queramos de verdad la paz. ¿Verdad que podemos?