Por José Alvear Sanín*
Con un gran libro, En Colombia, el terror nunca fue romántico, que Cangrejo- Editores
acaba de publicar, Eduardo Mackenzie advierte que,
[el
nuestro] es un país que podría morir,
porque las instituciones liberal-conservadoras que sus líderes y ciudadanos
edificaron durante más de 200 años con tantos sacrificios (…) están siendo demolidas
(…) fuerzas totalitarias quieren transformar a Colombia en un satélite
miserable de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Así arranca la más reciente obra del principal
analista e historiador de la permanente intentona del partido comunista
colombiano por conquistar el poder. Es verdad que este nunca pudo triunfar, ni
electoral ni militarmente, pero a partir del acuerdo de La Habana logró —como
afirma Mackenzie— “parcelas del Estado y de la sociedad”.
En efecto, “la negociación con las Farc fue
una obra maestra de la revolución palaciega, obtenida por las vías de hecho,
que condujo a la capitulación del Estado democrático ante las ambiciones del
narco-comunismo”.
El primero y gran libro de Eduardo Mackenzie, Las Farc, fracaso de un terrorismo, en
dos tomos que suman 485 páginas (Bogotá: Planeta; 2007), es, sin duda alguna,
la mejor y más completa historia del comunismo nacional a través de sus
vicisitudes y de su gran herramienta, la más criminal y despiadada guerrilla.
La desgracia mayor de nuestra historia es que
la derrota de ese terrorismo —lograda a principios del siglo xxi con un gran
costo social y humano—, que auguraba una vigorosa época de progreso nacional,
haya sido transformada, en la mesa de negociación habanera, en la demolición
institucional que condujo al actual gobierno de transición, y que puede
llevarnos al abismo, si dentro de nueve meses el electorado, desorientado por
unos medios falaces, políticos corruptos y el dinero inagotable del
narcotráfico, se deja llevar por las sirenas de la demagogia promesera y
dadivosa.
Formalmente, el libro recopila los artículos de
su autor en 2020 y algunos del presente año, escritos para su infatigable blog
y para los medios democráticos que los publican, pero en realidad constituye un
completo e implícito análisis sobre la teoría y la praxis marxistas actuales en
nuestro país, porque Mackenzie trata los asuntos siempre como calificado
ensayista. En su trabajo subyace un conocimiento profundo del tema, de la
realidad nacional y del contexto global dentro del cual se mueve la bien
planificada estrategia que puede acabar con nuestra democracia y con el futuro
de todos.
Eduardo, además, escribe muy bien. Todas sus
páginas unen amenidad, precisión y observación original, para iluminar al
lector sobre el trasfondo aterrador del proceso revolucionario, sigiloso y
eficaz, que está socavando día y noche la sociedad colombiana.
Para quienes lo hemos seguido, el repaso de sus
escritos permite apreciar mejor la estatura intelectual y moral de este campeón
de la democracia, pero a quienes lo descubran gracias a este libro ya no les
será posible continuar despreocupados frente al peligro supremo que tantos no
quieren ver.