martes, 7 de septiembre de 2021

De cara al porvenir: Pedro Pascasio Martínez

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal*

Cuando en Colombia el tema de la corrupción nos abruma, es bueno rescatar del olvido de la historia a un humilde soldado que dio muestras de buen comportamiento en pleno campo de batalla, cuando el líder del bando enemigo trató de sobornarlo para que no lo apresara y lo dejara escapar, acción que, de manera honesta, no realizó.

Pedro Pascasio Martínez Rojas nació en Belén, el 20 de octubre de 1807, y murió allí mismo, el 24 de marzo de 1880. Fue un soldado preadolescente neogranadino que participó en la Campaña Libertadora de la Nueva Granada cuando tenía 11 años. Estuvo en las decisivas batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá, en la cual, luego de la derrota de las tropas realistas, junto a otro soldado conocido como el Negrito José, dio captura al comandante del ejército enemigo, José María Barreiro.

En la noche del 7 de agosto de 1819, luego de la derrota de las tropas españolas en la batalla de Boyacá, el comandante del ejército español José María Barreiro se ocultó junto a otro oficial bajo unas rocas en inmediaciones al río Teatinos. En este lugar fue descubierto por Martínez y su compañero de misión, el Negrito José. El Negrito José sacó de acción al compañero de Barreiro. El oficial sorprendido por la actitud de los niños les ofreció una bolsa con monedas de oro para que lo dejaran huir, pero Pedro Pascasio lo rechazó diciendo: "Ni todo el dinero del mundo podrá comprar la libertad de una nación" y lo llevaron prisionero ante el libertador Simón Bolívar.

Por esta captura fue compensado con la suma de cien pesos y ascendido a sargento por Bolívar. Tras culminar la Guerra de Independencia, fue retirado del ejército y permaneció en Belén a espera de su pensión, que nunca recibió; desempeñó los oficios de leñador y carguero hasta su muerte. En 1880, el Congreso de Colombia por medio de la ley 93 reconoció su hazaña y le asignó una pensión de un peso, la cual recibió en una sola oportunidad.

El tema de la corrupción no es solo un tema de Colombia, sino de todo el planeta.

Sin embargo, lo que nos ocupa es Colombia, y ahí tenemos que ser claros: el proceso de formación que hoy le estamos dando a los niños, a los jóvenes y a los adultos, muy sencillamente no está funcionando.

Y es un problema que nos atañe y nos vincula a todos, desde los padres de familia, la familia, el entorno barrial, el entorno académico, el entorno empresarial y el entorno de lo público.

A grandes males, grandes remedios. Sin entrar a justificar, debemos generar condiciones de vida dignas a las personas en términos de equidad democrática, para que todos tengamos las mismas posibilidades y entonces no estemos propiciando la exclusión, en todas sus formas, y la intolerancia.

En el corto plazo, hay que definir una estrategia correctiva y preventiva: ¿Cárcel?, ¿pena de muerte?, ¿extinción de dominio de todos los bienes?, ¿cadena perpetua?, ¿trabajos forzados por 50 años?, ¿otros?, ¿cuáles?

Todo lo anterior acompañado de una campaña publicitaria y comunicacional invitando a respetar el recurso público y los recursos privados, y a que no seamos delincuentes ni cómplices pasivos o activos.

En el mediano plazo una estrategia de prevención con penalización para todos los vinculados y un reforzamiento de la capacidad efectiva de operación de los órganos de control económicos, legales y políticos.

Establecer un control y seguimiento exhaustivo a todos los contratos estatales de todos los niveles.

Solicitar a los gremios económicos sectoriales y subsectoriales, a las universidades y a las asociaciones profesionales que se vinculen a la campaña nacional contra la corrupción haciendo seguimiento de sus afiliados y egresados, y expulsando y vetando a quien sea declarado culpable, retirándoles además la tarjeta profesional y prohibiéndoles trabajar y contratar con el Estado el resto de la vida.

Al funcionario público, cerrándole las puertas de por vida para trabajar y contratar con el Estado.

En el largo plazo, un proceso educativo-formativo que reivindique el buen comportamiento ciudadano, la honestidad y el respeto por la legalidad y los principios éticos a todos los niveles.

Generar una especie de concurso nacional para que quien como contratista entregue las obras y servicios cumpliendo o bajando el presupuesto asignado y el cronograma establecido, con los máximos de calidad posibles, sea reconocido y exaltado como ejemplo a seguir.

Es una tarea de todos. No nos puede quedar grande la grandeza. Tenemos que comportarnos como seres civilizados. ¿Será mucho pedir?