Por Antonio Montoya H.*
Todos, en algún momento de la vida, hablamos más
de la cuenta, y cometemos errores de los cuales podemos arrepentirnos. Por
ello, lo mejor es la prudencia en cada comentario que hacemos, no atacando al
otro, ni descalificándolo, o juzgando sin necesidad, de ahí que se diga que la
prudencia hace verdaderos sabios.
Pero las redes sociales han incrementado las
salidas desfasadas de las personas, opiniones terribles, sin fundamento,
agresivas, groseras que hacen ver lo peor y lo que pretenden demostrar del
otro, genera, al contrario, una mala opinión de la persona que emite el
comentario.
En días recientes leí en las redes un
comentario de una señora que ejerce un cargo público y es secretaria de Cultura
de un municipio del Atlántico. No digo su nombre ni el municipio donde presta
el servicio, para no estigmatizarla, pero ella se dará cuenta la ofensa que
disparó, del daño que hizo, y el dolor que género. En mi opinión excedió con su
lenguaje el respeto por los demás y atacó de forma inusual al gremio de los
músicos que representan a un grupo importante y valioso del país. Son ellos los
que nos alegran la vida con sus letras, interpretaciones y ejecuciones, que
nutren la cultura artística de Colombia, que dan la vida por el ritmo que representan
y que, además, han sido, tal vez, el grupo humano que más ha sufrido por causa
de la pandemia, al no poder estar en eventos, conciertos o pequeñas
presentaciones, afectándose de una manera notoria su economía familiar.
Es, además, más grave que quien emitió esa
opinión ejerza el cargo de secretaria de Cultura, agravante a su conducta
porque no es una persona extraña a las expresiones artísticas, por el contrario,
los representa, los debe proteger generando opciones de mejoramiento de las
condiciones de vida y no a través de las redes descalificándolos y casi que
expresando una amenaza soterrada contra ellos. Es lamentable que profesionales,
personas que tienen familias y amigos se expresen así de los demás. En
Colombia, no se puede permitir que las redes sirvan para expresar opiniones
irreverentes y ofensivas que dañan a las personas, que afectan su dignidad y su
honor.
La expresión textual que emitió la funcionaria
pública dice así: “Estoy pensando que
otra vida seguramente fui asesina serial de músicos y por eso he tenido tantos
problemas con esos bichos en esta vida”.
Es terrible que se expresen así de las personas
que trabajan dignamente por tener una buena calidad de vida, su actividad no
debe generar violencia verbal y casi que con seguridad ella misma canta y baila
la música de ellos.
Sería magnifico que la funcionaria de esta
historia se disculpara, públicamente en la misma forma en que agredió al gremio
de la música; sería lo más prudente, por lo menos reconocer el error y así aminorar
el impacto negativo que generó en la mente de muchas personas, que convirtieron
viral esa opinión.
Estoy convencido de que ella, es buena persona,
que simplemente utilizando las redes se excedió, no calculó las consecuencias
de su frase y quiso hacer algún tipo de chiste de mal gusto. Si fuera lo
contrario, es decir, si quiso de frente ofender, no merece ser funcionaria pública,
ni menos secretaria de Cultura.
Lo que debemos procurar, y esto sí es un
mensaje para quienes contraten personas para un determinado cargo, es que
cumplan con los requisitos para desempeñar la función, y que tengan
sensibilidad y tacto para tratar a los demás. Es pues un mensaje de vida.
Respeto por los demás y por ello, en este caso, dignificamos al músico y le
damos valor a la música.