miércoles, 26 de mayo de 2021

¿Libertad o comunismo?

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

La reciente y resonante victoria de la señora Isabel Díaz-Ayuso en las elecciones de la comunidad de Madrid, ilumina la posibilidad de que en España se detenga el proceso que la lleva hacia el abismo por obra de un gobierno de extrema izquierda, marxista, comunista, y hasta chavista, por la chabacanería y la vulgaridad.

Desde luego, en la capital española hay multitud de temas y de problemas importantes, pero la alcaldesa no basó su campaña en disquisiciones y promesas, sino que preguntó a los electores si preferían la libertad o el comunismo. Enfrentados a esa sencilla y comprensible disyuntiva, los votantes entendieron cuál era el problema fundamental de su ciudad y de su país.

En Colombia, en cambio, mientras todo se deshace, seguimos por las ramas y el gobierno se apresta a negociar casi un centenar de propuestas descabelladas, y por tanto, vamos a continuar “arreglando el país”, hasta que ya no quede nada de él.

¿Por qué razón no aparece un líder que simplemente nos pregunte si preferimos la libertad al comunismo? ¿Queremos seguir viviendo en la República de Colombia o preferimos transformarla en otra Venezuela?

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Eduardo Mackenzie, a mi juicio con sobrada razón, censura la actitud del señor Bessudo, magnate turístico y contratista del gobierno, de invitar a manteles a un grupo de empresarios para escuchar los planteamientos de Petro, porque este individuo no es un dirigente normal, sino el terrorista que está incendiando al país para llevarnos al caos. La desfachatez de ese condumio ofrecido por un mercachifle oportunista, ofende a las gentes de bien.

El almuerzo de Bessudo se tolera porque en el país hay temas tabúes, y por eso la reacción es cada vez más débil frente a conductas inadmisibles. Los medios masivos (prensa, radio y tv), que moldean la opinión pública, pregonan que ya no existe el comunismo y que personajes que lo encarnan, como Petro, solo son “progresistas” y afables políticos de “centro-izquierda”, como repite El Tiempo.

Para los medios masivos, entonces, no existe el Foro de Sao Paulo, ni hay un plan continental para la toma del poder, ni avanza la revolución molecular difusa para alcanzarlo, ni el país está amenazado por el castro-chavismo (que tampoco dizque existe), y así sucesivamente se llega al sopor que terminará en el más horrible despertar.

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Vuelvo al señor Bessudo, porque no es el único desvergonzado que agasaja en su casa a Petro. Los cacaos dueños de los grandes medios masivos son todavía más culpables que él, porque continuamente lo invitan en sus diarios, revistas, canales y emisoras, así como a sus secuaces. No solamente deshonran así sus empresas de comunicación, sino que con ellos invaden nuestros hogares, nos desinforman, y extravían políticamente a los jóvenes.

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Una democracia resiste un mes de desabastecimiento, pero una dictadura comunista aguanta setenta años de hambre…