Por José Alvear Sanín*
La reciente y resonante victoria de la señora
Isabel Díaz-Ayuso en las elecciones de la comunidad de Madrid, ilumina la
posibilidad de que en España se detenga el proceso que la lleva hacia el abismo
por obra de un gobierno de extrema izquierda, marxista, comunista, y hasta chavista,
por la chabacanería y la vulgaridad.
Desde luego, en la capital española hay
multitud de temas y de problemas importantes, pero la alcaldesa no basó su
campaña en disquisiciones y promesas, sino que preguntó a los electores si
preferían la libertad o el comunismo. Enfrentados a esa sencilla y comprensible
disyuntiva, los votantes entendieron cuál era el problema fundamental de su
ciudad y de su país.
En Colombia, en cambio, mientras todo se
deshace, seguimos por las ramas y el gobierno se apresta a negociar casi un
centenar de propuestas descabelladas, y por tanto, vamos a continuar
“arreglando el país”, hasta que ya no quede nada de él.
¿Por qué razón no aparece un líder que
simplemente nos pregunte si preferimos la libertad al comunismo? ¿Queremos
seguir viviendo en la República de Colombia o preferimos transformarla en otra
Venezuela?
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Eduardo Mackenzie, a mi juicio con sobrada
razón, censura la actitud del señor Bessudo, magnate turístico y contratista
del gobierno, de invitar a manteles a un grupo de empresarios para escuchar los
planteamientos de Petro, porque este individuo no es un dirigente normal, sino
el terrorista que está incendiando al país para llevarnos al caos. La
desfachatez de ese condumio ofrecido por un mercachifle oportunista, ofende a
las gentes de bien.
El almuerzo de Bessudo se tolera porque en el
país hay temas tabúes, y por eso la reacción es cada vez más débil frente a
conductas inadmisibles. Los medios masivos (prensa, radio y tv), que moldean la
opinión pública, pregonan que ya no existe el comunismo y que personajes que lo
encarnan, como Petro, solo son “progresistas” y afables políticos de
“centro-izquierda”, como repite El
Tiempo.
Para los medios masivos, entonces, no existe el
Foro de Sao Paulo, ni hay un plan continental para la toma del poder, ni avanza
la revolución molecular difusa para alcanzarlo, ni el país está amenazado por
el castro-chavismo (que tampoco dizque existe), y así sucesivamente se llega al
sopor que terminará en el más horrible despertar.
***
Vuelvo al señor Bessudo, porque no es el único
desvergonzado que agasaja en su casa a Petro. Los cacaos dueños de los grandes
medios masivos son todavía más culpables que él, porque continuamente lo
invitan en sus diarios, revistas, canales y emisoras, así como a sus secuaces.
No solamente deshonran así sus empresas de comunicación, sino que con ellos invaden
nuestros hogares, nos desinforman, y extravían políticamente a los jóvenes.
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Una democracia resiste un mes de
desabastecimiento, pero una dictadura comunista aguanta setenta años de hambre…