martes, 25 de mayo de 2021

De cara al porvenir: cumplir la Constitución

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

En medio de los acontecimientos bochornosos y continuados que se han vivido con respecto al Paro Nacional, que entre otras cosas se ha tomado más tiempo del esperado, me dio por rescatar el pliego de peticiones acordado con el Gobierno Nacional en noviembre de 2019, cuyo resumen comparto con ustedes:

1. Retirar el proyecto de reforma tributaria de trámite en el Congreso.

2. Derogar el decreto que creó el Holding Financiero, la empresa que aglutina 18 entidades financieras.

3. Derogar la circular de Mintrabajo sobre cuándo las empresas pueden terminar los contratos laborales de personas en condiciones de debilidad.

4. Disolver el Esmad y depurar la Policía Nacional.

5. Que el Gobierno no presente la reforma pensional.

6. Que el Gobierno tumbe 4 artículos del Plan Nacional de Desarrollo.

7. Que el Gobierno no privatice ni enajene bienes del Estado.

8. Que el Gobierno cumpla los acuerdos firmados por el Gobierno Santos y el actual con estudiantes, organizaciones indígenas, trabajadores estatales, Fecode y los sectores campesinos y agrarios.

9. Que el Gobierno tramite con Dignidad Agropecuaria “los temas relacionados con las necesidades de los productores agropecuarios, entre estos la revisión de los tratados de libre comercio y todo lo relacionado con la producción de este sector”.

10. Que el Gobierno aborde con “Defendamos la paz” el “Proceso de cumplimiento e implementación de los acuerdos de paz”.

11. Tramitar de inmediato en el Congreso los proyectos de ley que aterrizan la consulta anticorrupción.

12. Derogar el impuesto o “tarifazo nacional” para financiar Electricaribe”.

13. Definir las políticas ambientales y la protección de páramos con “los representantes de las organizaciones ambientales que se acuerden”.

Como puede observarse, la similitud entre los reclamos pasados y presentes es asombrosa, lo cual da fe del incumplimiento tradicional a que nos tienen acostumbrados los distintos gobiernos cuando se trata de hacer cumplir lo pactado y firmado, lo cual es vergonzoso.

Aparecen redentores de oficio que llaman al diálogo nacional, a las mesas de diálogo, a las comisiones técnicas, a los diálogos regionales, al gran pacto por Colombia y cualquier otra cantidad de nombres y nomenclaturas para tratar de soliviar la avalancha que se ha venido encima.

Que hay que sentarse a negociar y no está muy claro con quién y sobre qué, no se sabe quiénes representan a quiénes y si todos estamos representados, en teoría, por el gobierno de turno.

Se cede en dos o cuatro cosas, los bloqueos continúan y todo es una escaramuza para medir fuerzas y capacidad de aguante, mientras la mayoría de la población padece las consecuencias.

Los expresidentes hablan y algunos vociferan, se rescatan del olvido los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los Acuerdos de Paz que, con garantes Internacionales y todo, no han adquirido la dinámica necesaria para su implementación, lo que hace que se pierda credibilidad de la eficacia real de estos acompañamientos, lo cual es una vergüenza internacional para Colombia. (El Gobierno no respeta los Acuerdos de Paz avalados por prestantes organismos internacionales y quiere que esos mismos organismos avalen sus conversaciones con los promotores del paro). ¡Que viva la teoría del embudo!

Si tuviéramos una verdadera cultura ciudadana, la solución simple está en cumplir estrictamente los mandatos de la Constitución Política de Colombia sin más vueltas ni regodeos. Y si el gobierno de turno no es capaz, pues que se haga a un lado y deje de estorbar.

Es claro que hay que dimensionar el tamaño y las fuentes de los recursos necesarios para poder garantizar el cumplimiento de los derechos fundamentales establecidos constitucionalmente, pero para eso se eligen los gobiernos. ¿O no?

Cuando determinemos el presupuesto nacional, comencemos por garantizar los recursos necesarios para la educación, la salud y la infraestructura como asuntos de primer nivel y distribuir el resto entre los otros aspectos necesarios. Qué le vamos a hacer. Eso nos pasa por ser un país mal administrado y corroído por la corrupción.

Mientras tanto, como los perritos locos, sigamos tratando de morder nuestra propia cola.