Por John Marulanda*
La civilidad trata de
normas, leyes y reglamentos aceptados por todos los involucrados, para que haya
certeza de juego limpio, de garantía a minorías y en consecuencia de
legitimidad en la lucha por y para el ejercicio del poder.
En un Foro de la
Comisión de la Verdad, creada por el acuerdo habanero FARC-Santos, se nos pidió
hablar de la combinación de todas las formas de lucha, vulgo: del ´todo
vale´. Claro que el ´todo vale´ no lo inventaron los marxistas-leninistas. La
inminencia real de derrota o fracaso obliga a buscar recursos extremos de
defensa o supervivencia; también el ansia de poder y el ejercicio de este, con
frecuencia han roto los diques normativos y legales de la civilidad mencionada.
Los comunistas desde
hace 100 años han sido siempre minoría. Aun así, han aprendido a llegar al
poder con muchas argucias politiqueras, trampas organizacionales y claro,
combinando todas las formas posibles de lucha, que incluyen las más abyectas como
el secuestro, la extorsión y el asesinato. Una vez en el poder, siguen
ejerciendo, y de qué forma, su vicio del “todo vale”. El terrorismo
revolucionario y el terrorismo de Estado, forman parte del arsenal comunista. Y
ahí están las minas antipersonales del Apure y los carros bomba del Cauca en
Colombia, que diseminan un mensaje de incertidumbre y desánimo entre soldados y
civiles.
Del lado del Estado,
hay que recordar que desde 2005 las FANB adoptaron la doctrina de la asimetría
y la periferia, estilada por Jorge Verstrynge y en donde Venezuela, “lo
infinitamente inferior”, enfrenta militarmente un enemigo como Estados Unidos, “lo
infinitamente superior”. Esa estrategia, adoptada en el Instituto de Altos
Estudios de la Defensa Nacional, contempla, por supuesto, la utilización de
todas los medios disponibles, morales o inmorales, incluyendo los movimientos
migratorios, para confrontar la amenaza imperialista yanqui.
En esta guerra de
cuarta generación, las FNB resultaron enfrentando no a los US sino a “entidades
transfronterizas y difusas”, organizaciones irregulares armadas que están
aplicando técnicas de guerra de guerrillas. Ahora, equívocamente Miraflores
pide apoyo internacional para desminado y para “parar la violencia colombiana
contra Venezuela”, violencia de las narcofarc, invitadas a Venezuela por el
propio gobierno chavista y reconocidas como “retaguardia estratégica de la
revolución”. Lo de la frontera es otro fracaso de un Ejército bicentenario,
ahora socialista, enhebrado en el cuento utilitario de la combinación de las
formas de lucha y que, equipado con misiles y tanques rusos, pide auxilio ante
una célula narcocomunista irregular.
Según Fundaredes, en la casa de la
cultura de la población de Santa Cruz de Aragua, se han desarrollado reuniones
entre representantes de alias Timochenco, jefe del Partido de los Comunes en
Colombia, hasta hace poco el Partido de las FARC, alias Santrich, representante
de la Narcotalia en Venezuela y autoridades del Ministerio de la Defensa de
Venezuela.
Si la Narcotalia sigue
las directivas de alias Tirofijo; si los estatutos del partido del común,
adhieren también a los principios del mismo alias Tirofijo; si la doctrina militar
venezolana incorpora esos mismos principios dentro de su concepto de guerra estratégica,
estamos frente al desarrollo de un “todo vale” generalizado en la región que,
como hemos visto repetidamente en el pasado, siempre termina en un fiasco, en
sangre: ahora los venezolanos huyen en botes y mueren ahogados o se refugian en
las ciudades al otro lado de la frontera.
El de abril de 1948,
cuando aplicaron la misma metodología que hoy se quiere aplicar, el asesinado
de Gaitán y El Bogotazo, originaron La Violencia en Colombia, que en una década
dejó entre 100 mil y 300 mil muertos, según el color de la tinta que use quien
escriba el relato.
Gobierno socialista,
doctrina asimétrica, narcocélulas irregulares, migraciones, campos minados,
combinación de todas las formas de fracaso, es el título de esta desastrosa
experiencia.