viernes, 9 de abril de 2021

Vuelve la mula al trigo

José Leonardo Rincón Contreras
José Leonardo Rincón, S. J.*

El coloso del humorismo, como se le denominaba al artista uruguayo Hebert Castro, nos hacía reír a carcajadas cuando para narrar una tragedia contaba: “se le dijo, se le advirtió, se le recomendó… pero no hizo caso…y quedó haga de cuenta como… pero sin…”. Es lo que nos está pasando actualmente a los colombianos. Tercos a más no poder, empecinados en equivocarnos estúpidamente, estamos en el ojo del huracán con este tercer pico de la pandemia.

No contentos ni hartos con un año de encierro, cuando se abrieron las compuertas a finales del año pasado, la gente se desbocó para explotar sus represiones contenidas durante meses y dio ocasión a un segundo rebrote que por poco nos amarga el comienzo del año. Vueltos a la normalidad e iniciada la vacunación, la gente creyó que el peligro había cesado y con ocasión del puente de San José y la Semana Santa volvió a desbordarse. De nada sirvieron comerciales por los medios, ruegos y súplicas del personal de la salud. No. Había que desfogarse los reprimidos y dar rienda suelta a las necedades más absurdas: concentraciones masivas en fiestas y bacanales a puerta cerrada, paseos imprudentes sin observar las más elementales exigencias: tapabocas, distanciamiento, lavado de manos. “Ancha es Castilla” y todos se sintieron entre inmunes y autorizados por su engreimiento y arrogancia a abrazarse y besarse, confinarse en grupos estrechos para tomar licor y relajarse. ¿Resultado? El colapso de la mayoría de los centros hospitalarios del país. Miles de contagiados diarios, ucis a reventar y cantidades de muertos otra vez. No entendemos. No aprendemos.

Sinceramente no entiendo a mis congéneres. Supuestamente razonables e inteligentes, algunos dizque muy versados y preparados académicamente, hastiados de información sobre el COVID-19 y su manejo, aburridos de estar meses enteros encerrados en casa, afectados económicamente por el cierre, supuestamente impactados de ver tan dramáticas muertes incluso con personas queridas y conocidas. No fue suficiente. Y eso solo nos pasa a nosotros, porque en las especies animales cercanas a los humanos, cuando se reprende a un gato o a un perro, jamás repite el error. En cambio, nosotros sí. Nos vamos al hoyo y nueva y gozosamente repetimos. ¡Es proverbial la tontería, es grandilocuente la insensatez!

Como van las cosas, dicen algunos expertos, el fenómeno de los picos será cíclico hasta tanto no se alcance la famosa inmunidad de rebaño. Lo que pasa es que el rebaño está alborotado, por no decir desquiciado, y quiere ofrendar más vidas humanas a la parca. Las evidencias no parecen conmoverlos y muchos seguirán creyendo que todo es un invento, un auténtico cuento chino traído de Wuhan. ¡Increíble! Oye tú que me lees: ¿será muy difícil usar tapabocas, lavarse las manos y guardar distanciamiento? Bueno: se le dijo, se le advirtió, se le recomendó… ¿no hizo caso? Entonces, ¡descansa en paz!