sábado, 10 de abril de 2021

Déficit de caja en Colombia

Andrés de Bedout Jaramillo
Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Estamos a un poco más de 300 días para las elecciones parlamentarias y a algo más de 400 días de las presidenciales, tenemos caja para 6 semanas según el Ministro de Hacienda, estamos en un pico de pandemia muy bravo que requiere de muchísimos recursos económicos. ¿No será que es el momento de que los congresistas, todos, reduzcan sus salarios y prebendas a la mitad, para ayudar en algo a este déficit de caja próximo a llegar? ¿No será oportuno que los líderes de las misiones diplomáticas revisen sus plantas de cargos y las reduzcan a lo estrictamente necesario, independientemente de consideraciones personales, para ayudar en algo al déficit de caja?, ¿no será que todas las entidades estatales en el ámbito nacional, municipal y departamental deben revisar sus gastos y establecer un verdadero plan de austeridad?, ¿no será que las autoridades de vigilancia y control deben también ajustarse el cinturón?

El panorama económico que nos pintan: un déficit de caja en los próximos seis meses, una reforma tributaria; posibilidad de que caiga aún más la calificación crediticia de nuestro país, tanto que si  tratáramos  de financiarnos con bonos, estos serían considerados como bonos basura, y en consecuencia nuestras posibilidades de crédito implicarían costos muy altos; a su vez nos cuentan los medios de comunicación que Colombia calificó como el país más corrupto del mundo, que la justicia está tan congestionada que son muy pocos los casos que alcanza a resolver, que el sistema de salud está colapsado, que las vacunas están escaseando; que solo tres millones de los nueve millones de familias están recibiendo subsidios económicos, que a duras penas les permite medio subsistir; que no sabemos el número de desempleados derivados de la pandemia, ni el número de empresas que ya han desaparecido del mercado o están a punto de hacerlo.

Lo extraño de todo esto es que todas las entidades públicas siguen gastando a chorros, creando nuevas dependencias, invirtiendo en imagen, comprando camionetas blindadas, haciéndose incrementos superiores al porcentaje del mínimo legal vigente (caso congresistas), llenando nóminas diplomáticas costosísimas, etcétera.  Inclusive está  la Comisión de Sabios creada desde 2017 para recomendar el fortalecimiento de la austeridad del gasto del Estado; parece ser que esa comisión no ha presentado el informe oficialmente por lo poco que se conoce, o si lo ha hecho, o son paños de agua tibia o el gobierno no les está parando bolas, porque es mucha la mermelada la que hay que repartir, quedando solo el camino de la reforma tributaria, sin ni siquiera un compromiso de austeridad de todas las entidades de las tres ramas del poder público.

La reforma tributaria, con todo lo que nos han dicho, seguramente es necesaria, por lo visto muy apoyada en la clase media y ojalá haciendo justicia, cobrando más impuestos a los grandes asalariados y benefactores de prebendas en el Estado, como congresistas, magistrados, diplomáticos, etcétera.

La reforma tributaria para golpear lo menos posible a los colombianos, debe estar necesariamente acompañada de un compromiso, concreto y medible, de todas las entidades del Estado.

¿Porqué será que no han podido entender: que el interés general debe estar por encima del interés particular, que estamos en emergencia, que la plata de los colombianos ya no alcanza para todo lo que se le ocurra a la supervivencia política, que no están llenando las expectativas de los colombianos, que le han abierto de par en par las puertas a los representantes del  populismo, para que en un poco más de 400 días, el pueblo los escoja como gobernantes, y así se replique lo de Medellín en Colombia?.

El régimen salarial y prestacional de los congresistas riñe con el derecho a la igualdad, establece beneficios y prerrogativas desproporcionadas e inequitativos en relación con la realidad de la mayoría de los servidores públicos y empleados del país. Esta realidad es de conocimiento público, se la he oído a congresistas de los diferentes partidos y movimientos, pero no han sido capaces de ponerse de acuerdo para solucionar tan odiosa injusticia, a sabiendas de que son ellos los que hacen las leyes.

Hasta del impuesto solidario del 20% se salvaron los congresistas, mejor dicho, ni para la pandemia tuvieron que aportar.

Yo insisto, señores congresistas, es el momento de dar ejemplo, es el momento de ponerse de acuerdo en lo que se está de acuerdo, para que el país pueda hacerle frente a tan difícil situación y avanzar.

Que nuestro Señor Jesucristo los ilumine y los dote de valor, para acometer reformas que, aunque los afectare a ellos personalmente, hagan justicia con el resto de colombianos.