Por José Alvear Sanín*
La encuesta
presidencial de Semana-Yanhase prendió finalmente las alarmas. Petro, con 23%
de preferencia, Fajardo, con 12%; Marta Lucía con 9% y otros 14 se dividían el
56% restante. La segunda vuelta sería entonces entre el castro-chavismo y el
socialismo-caviar.
Como peor perspectiva
política era imposible, empecé a recibir mensajes angustiados de muchos que
antes me tildaban de pesimista, despalomado o desinformado.
Pero pocos días
después, la segunda vuelta ecuatoriana trajo una sensación de alivio. ¡Aquí
tampoco va a pasar nada!, como están diciendo muchos, muchos más de los que uno
piensa.
Un breve análisis de
los datos en Ecuador desvanece esa sensación de tranquilidad y optimismo. Allí
sí han ocurrido cosas muy preocupantes. En la primera vuelta Araus obtuvo el
32.72% de los votos, contra 19.74% de Lasso, y el resto se lo repartieron nueve
candidatos.
En la segunda vuelta
Lasso, por fortuna, subió de 19.74 a 52.36 %, pero Araus subió de 32.72% a
47.84 %. Estuvo a punto de ganar, y 4´235.000 ecuatorianos votaron por el
candidato de un delincuente y prófugo. ¿Será que la moralidad ya no interesa a
los electores ecuatorianos?
Por otra parte, Lasso
no tiene la mayoría parlamentaria que requiere para hacer un gobierno eficaz.
En Perú la situación
tampoco es tranquilizante. En la primera vuelta se presentaron diez candidatos,
un electorado atomizado hizo posible que un individuo de la extrema izquierda,
prácticamente desconocido y notoriamente ignorante, el señor Castillo, ocupara
el primer puesto (19.13%). El segundo fue para Keiko (13.36%). El tercero, para
López Aliaga (11.63%), y el cuarto, para H. de Soto (11.59%).
El 19.13% de Castillo
no marca su techo. En segunda vuelta subirá, con seguridad, y aun es posible
que iguale o derrote a Keiko, impopular y con malos antecedentes familiares. La
antipatía puede convertirse en un lastre insuperable para esta candidata y en
un estimulante para el actual puntero. El Perú está entonces sobre un polvorín.
En Colombia entonces,
no se puede bajar la guardia. Todo lo contrario. Estamos todavía más amenazados
que antes del triunfo de Lasso. Precisamente por eso, Petro redoblará esfuerzos
electorales y paraelectorales, con el fin de ganar.
Nada hay pues, más
irresponsable en nuestro país que la atomización del electorado. Cada día
aparece un nuevo candidato. Hasta la fecha van 29, ¡y faltan datos de muchos
municipios! Si no surge un candidato viable y capaz de pasar a segunda vuelta
(más difícil aquí porque los dos de izquierda están muy arriba), la presidencia
quedaría en manos de uno de dos indeseables.
***
¿Quién nos asegura
que el votante colombiano es más sensible al tema moral que el ecuatoriano? ¡Ya
en 2018 hubo más de ocho millones de ciudadanos capaces de votar por Petro!