Pedro Juan González Carvajal*
La construcción de escenarios es una
de las tantas herramientas que se emplean para atreverse a otear lo que ha de
ocurrir en el futuro, actividad que antes estaba en manos de sibilas, oráculos
o profetas.
Gobiernos obsecuentes y genuflexos
como los nuestros, se verían en calzas prietas si Estados Unidos de
Norteamérica tomara algunas decisiones que dejaran en evidencia las
contradicciones internas y la falta de objetivos nacionales y posturas
soberanas.
Veamos algunos ejemplos, de algunos
escenarios hipotéticos, pero posibles:
En primer lugar, ¿Cómo generar
credibilidad ante el gobierno demócrata de los Estados Unidos después de que
abiertamente algunos sectores cercanos al gobierno y el propio gobierno mostró
preferencia ‒sin guardar la más mínima y prudente postura diplomática‒ a favor
del candidato perdedor?
¿Qué pasaría si Estados Unidos
legalizara el consumo de las drogas? ¿En qué quedaría la política antidrogas
local con su idea descabezada de reanudar las fumigaciones empleando sustancias
prohibidas en otras partes del mundo por ser nocivas para los humanos?
¿Qué va a hacer el gobierno si Estados
Unidos apoya en un 100% los Acuerdos de Paz?
¿Qué camino toma el gobierno
colombiano si el gobierno norteamericano avala completamente a la JEP?
¿Qué haría el gobierno colombiano si
Estados Unidos condicionara su ayuda a que terminen las matanzas de líderes
sociales y exintegrantes de las FARC?
¿Qué cara pondría el gobierno
colombiano si Estados Unidos descalifica el uso del fracking?
¿Qué pasaría si Estados Unidos
restableciera plenamente las relaciones con Cuba tal como lo inició el presidente
Obama y como muy seguramente le corresponderá enderezar al presidente Biden?
¿En qué quedaría la desagradecida e ingrata postura del gobierno actual de
tratar mal a quien por nuestra solicitud desarrolló unos incuestionables buenos
oficios cuando las negociaciones con las FARC y luego con las enrarecidas
conversaciones con el ELN?
¿Qué hubiera sucedido si en las
elecciones presidenciales del Ecuador hubiera salido electo Andrés Arauz a
quien el fiscal de Colombia trató de enlodar siendo candidato, suministrando
documentos a las autoridades ecuatorianas en teoría incriminatorios?
Ni hablemos del descalabrado manejo de
las relaciones con Venezuela.
La política exterior colombiana es
inexistente y depende de las veleidades del gobernante de turno. Ni eso lo
hemos aprendido: Las relaciones internacionales son un asunto de Estado, no de
Gobiernos improvisadores, amiguistas e irresponsables.
Finalmente, quien paga los platos rotos
es Colombia a quienes malos gobiernos la colocan en el concierto internacional
como el más pálido de los traseros.
Entrando a otro tema, los humanos
disfrutamos de cinco sentidos fisiológicos que nos hacen más fácil y agradable
el reconocimiento y el contacto con la realidad y el entorno: Olfato, oído,
vista, gusto y tacto. Leyendo algunos textos sagrados y algunos textos
mitológicos, muchos de los Dioses que muchas culturas han adorado, han mostrado
preferencia por ofrendas agradables al olfato, como el uso del incienso, la
mirra, el sándalo y otros aromas y esencias particulares. Por otro lado, las
oraciones, los cánticos, las letanías, las plegarias individuales o en
comunidad, les son gratas al oído de los mismos dioses, sin caer en el olvido
de sacrificios de reses, carneros, primicias, humanos, alrededor de hecatombes
o ritos particulares de cada cultura. A los ojos de los dioses, es decir, a su
vista, es el buen comportamiento, el seguimiento de sus preceptos y el respeto
a los otros lo que son gratos a las divinidades. Lo del gusto y el tacto, no lo
encuentro referido.
Pasando a otro asunto local, alrededor
de la inoportuna nueva Reforma Tributaria planteada por el gobierno, por qué en
vez de pensar en más impuestos no trabajamos alrededor de tres fuentes de
ingresos que están a la mano:
La primera, como hemos insistido desde
hace años, combatir frontalmente la corrupción. La segunda, hacer un buen
manejo de los bienes de extinción de dominio que son cuantiosos y que en teoría
deberían engrosar las arcas del Estado. La tercera, el desarrollo de la obligatoria
labor administrativa de controlar la evasión y la elusión.
Seguimos siendo facilistas por parte
de los gobiernos y resignados e indolentes por parte de la ciudadanía.
Finalmente, rescatar un par de figuras
que deben ser potenciadas de cara al futuro sostenible de nuestro planeta: no
solo la siembra de árboles, sino, además, la siembra de alevinos en ríos y
quebradas.
Recordemos en términos de equidad, que,
en medio de la pandemia, todos enfrentamos la misma tormenta, pero montados en
barcos distintos.
NOTA: Al anuncio irresponsable del
Ministro de Hacienda de que a Colombia le queda caja para 6 o 7 semanas, en un
país serio se le calificaría como, promotor de “pánico financiero”.