Por Luis Guillermo Echeverri Vélez*
Documento de contexto
para la discusión sobre transición energética en el marco de la Asamblea de
Gobernadores del grupo BID que ser realizará en Barranquilla, Colombia durante
el presente mes de marzo de 2021.
En el contexto de este
importante evento financiero del grupo BID, hay dos trabajos recientemente
publicados de gran importancia global y regional, que recomendamos como
lecturas complementarias a empresarios, funcionarios públicos, comunicadores,
analistas, educadores y estudiantes. Me refiero al libro escrito por el
excelentísimo señor presidente de Colombia, Dr. Iván Duque Márquez y por el
ministro de Minas y Energías Dr. Diego Mesa Puyo sobre transición energética:
“Un legado para el Presente y Futuro de Colombia”, y al libro, “El Nuevo Mapa –
Energía, Clima y el Choque de Naciones”, del Profesor Daniel Yergin una
autoridad internacional en materia política y económica. (“The
New Map” – Energy, Climate, and The Clash of Nations).
Anticipación a la velocidad de cambio: clima,
conocimiento y nuevas tecnologías y energía
Transición Energética
El Presidente Duque de manera muy clara desde su campaña presentó una
aproximación sabia al dilema que existe entre, conocimiento, conservación, el
desarrollo socio-económico y la debida mitigación de la inevitable huella
ambiental, bajo la sabia premisa de: “Conservar produciendo y producir
conservando”. Algo que solo se logra adoptando y adaptándonos a nuevas
tecnologías o aplicaciones del conocimiento convergente.
Y es que sin duda la
“Conservación del Planeta” y el desarrollo socio económico en aquellas regiones
del mundo en que aún vivimos en condiciones de subdesarrollo, en función del
progreso y de una expansión global de una economía moderna, sostenible y que utilice
la convergencia digital tecnológica y científica, pasan por el mejoramiento en
las prácticas de las economías extractivas, el manejo integral del agua, y la
viabilidad económica de las otras fuentes alternativas (solar, viento, olas y
utilización de hidrógeno, la división de átomos, la biomasa, los aceites
vegetales, etc.), y también pasan por la inclusión en toda la ecuación de las
nuevas aplicaciones en la utilización de combustibles fósiles y la mejora en el
manejo y reciclaje de materiales residuales.
En realidad, la
transición energética significa que, de una movilidad y una combustión que
dependen hoy del carbón y los hidrocarburos, pasaremos, con gradualidad
acelerada y a cuenta de la amenaza climática, a una oferta energética
consolidada en diversas formas y proporciones, acorde a la velocidad del cambio
de la convergencia tecnológica, pero no, sin la gran incertidumbre sobre el
futuro de cuándo, dónde y cuánto decrecerá la importancia y utilización de los
hidrocarburos en lo que nos queda de la primera mitad de este siglo.
Nuestra región requiere
llegar pronto a un consenso adecuado a las necesidades de desarrollo de
nuestras naciones y sus economías, sobre la forma en que se cubran las brechas
en infraestructura básica, electrificación, conectividad y conocimiento o
educación. Y ello requiere un balance entre lo Energético-Extractivo, el manejo
Ambiental-Climático, y el Conocimiento Tecnológico como función de la
Conectividad.
En este punto debemos
preguntarnos claramente, cuál va a ser el papel de la banca multilateral de
desarrollo en este proceso. De manera que estas entidades no pierdan relevancia
en su rol de soporte financiero y guía conceptual que garantice que la región
contribuya a las soluciones climáticas del planeta y a la vez realice la
importancia de su potencial como fuente oxigenante, acuífera y
minero-energética.
La transición
representa, pasar por una actividad minero-energética responsable que a la vez
nos permita financiar el desarrollo de una economía plena del conocimiento y
los servicios sistematizados, donde el hombre pasa a valer más dentro de la
sociedad por su aporte intelectual que por su trabajo físico.
Las oportunidades en el nuevo mapa: ƒ = (conocimiento
+ descarbonización + electrificación)
Hoy vivimos entre la
preocupación por el papel de la energía frente a la comprensión de la urgencia
y la gravedad en materia de cambio climático, lo cual representa un reto
impresionante para la economía global de cada nación y en particular para la
forma de vida de las personas.
El libro de Yergin nos
hace un recorrido por lo que él denomina el “nuevo mapa” que se dibuja en
materia geopolítica y energética, en medio de un mundo en crisis y cambiante,
donde confluyen alteraciones en oferta y demanda, transformación y transición energética,
cambio climático y la disputa entre los grandes poderes políticos y económicos.
La explotación de los
yacimientos no tradicionales, a la cual se refiere Yergin como la primer
revolución energética de nuestra era, que le permitió a los Estados Unidos
recuperar su seguridad energética y reforzar su condición de poder establecido,
debe entenderse en nuestra región, como un gran amortiguador y acelerador que
nos permite montarnos al trampolín de esa necesaria e inevitable transición
energética, sin correr el riesgo de caer en una piscina vacía representada por
la posibilidad de no contar con unas reservas probadas y disponibles de
petróleo y gas, que puedan atender en el corto, mediano y parte del largo
plazo, las necesidades de demanda de nuestra nación, y de una región que aún
tiene grandes falencias en materia de desarrollo, movilidad, construcción de
infraestructura básica y transformación productiva.
Estos factores sin
duda, han acelerado una segunda revolución energética contemporánea en busca de
un futuro bajo en emisiones de carbono. Pasaremos entonces por un período
impredecible pero obligado, de los combustibles fósiles a las energías
renovables, de un ecosistema familiar del transporte convencional a una nueva
revolución de la movilidad, y probablemente a nuevas tecnologías como el hidrógeno
y la fusión fría.
En diversas geografías,
diversas serán las soluciones dentro de un rango amplio de fuentes energéticas,
pero sin duda el compromiso con el planeta hace parte tan esencial en nuestra
supervivencia como civilización, como la adopción e implementación de la
convergencia de conocimientos.
Todo lo anterior lo
describe el autor, como un proceso que se ha visto acelerado por la pandemia y
por la oscuridad del momento económico global que vivimos.
Si nos queremos
imaginar cuál puede ser ese nuevo mapa, debemos analizar que, a lo largo de la
historia, siempre hay un poder establecido, un poder emergente, y que en esa
primera línea juegan también un papel importante países o regiones que aspiran
a ser protagonistas de la lucha por el liderazgo en el mundo. Debemos también
proyectarnos a un mundo pos-pandemia, diferente, digital y físico en paralelo,
con nuevas formas de vida y cada vez más universal como consecuencia de la
interconexión propia de las comunicaciones digitales modernas.
En el siglo pasado, el
proceso transformacional fue la industrialización, enfocada en la producción y
venta de bienes de capital y consumo, hecho que paulatinamente le dio paso a
las economías de servicio y del conocimiento a finales del período.
Durante las guerras
mundiales y la guerra fría, era claro cuáles fueron los poderes establecidos,
cuáles los emergentes, y cómo se disputó en el mundo el liderazgo como función
del desarrollo de la civilización. Y los elementos que acompañaron ese proceso,
apalancados en la aparición de la luz eléctrica, el teléfono y los motores a
combustión, fueron el carbón y los hidrocarburos, los minerales y una primera
generación de tecnología industrial.
Durante el inicio del
siglo el poder dominante era el Imperio Británico, los Estados Unidos el
emergente, y Alemania se convirtió en un elemento de desestabilización que
desencadenó en las guerras mundiales. Luego los Estados Unidos fue el poder
establecido y Rusia pasó a ser el poder emergente, dentro del marco
evidentemente político ideológico que generó la guerra fría, de la cual emana
la competencia por una segunda generación de desarrollos científicos y
tecnológicos, como la conquista del espacio, la aviación, las armas nucleares,
y el inicio de la revolución de las comunicaciones, la informática y toda una
serie de resultados materiales que mejoraron significativamente nuestra calidad
de vida.
Observamos que, durante
ambos períodos iniciales, al igual que en la guerra fría, siempre se formó un
segundo nivel o capa de países emergentes que lograron modelos de desarrollo
importantes, durante el periodo de la revolución industrial, en la primera
revolución verde de la agricultura, en los períodos de recuperación después de
ambas guerras y a partir de la gran depresión al inicio de la década de los 30.
Ejemplos de esas
naciones que se industrializaron en diversos momentos fueron, Argentina,
Francia, Alemania, Japón, Italia, España, Turquía, Israel y Corea del Sur entre
otros otros.
Hoy, las circunstancias
que determinan el “Nuevo Mapa” son diferentes. Los elementos que caracterizan
el posicionamiento en una nueva ola de desarrollo global, no solo se relacionan
con la industrialización a partir del carbón, los hidrocarburos, el hierro y unas
tecnologías elementales para aprovechar el acero y otros minerales básicos. La
nueva era la representa el conocimiento, la electrificación, y los nuevos
factores de desarrollo se fundamentan en la convergencia tecnológica,
científica y digital, que habilitan la sostenibilidad ambiental del planeta.
La geopolítica global
sin duda está pasando por un periodo de reseteo y actualización conceptual,
representado por la disputa por la dominancia energética, el liderazgo en
materia de clima y la propiedad intelectual. Factores estos, que van a
determinar el juego de poderes dentro de la transición a esa nueva distribución
del poder político y económico.
En este orden de ideas,
en medio de una tendencia de des carbonización gradual en el tiempo y de
electrificación, que demandan la adopción de la economía del conocimiento,
Colombia y toda esta región andina y tropical, rica en agua y recursos
naturales, al consolidar un conglomerado eco-energético de distribución y
transporte de energías, tiene una oportunidad histórica de abrir una ventana al
futuro. Oportunidad que le puede permitir entrar a hacer parte de ese segundo
nivel de naciones con mayores posibilidades de desarrollo, y con las cuales
necesariamente van a tener que contar los países que están en ese primer nivel,
y se disputan el liderazgo dentro de lo que Yergin describe como el nuevo mapa.
Hoy el manejo político
mundial está sujeto a una guerra fría entre los EE.UU., como el poder
establecido y China como el poder emergente. La relación entre estos dos colosos,
está cambiando de un periodo de mutua atracción, a uno de rivalidad
estratégica. China emprende un desafío frontal al liderazgo Yankee, muy
específicamente centrado en una expansión global tecnológica, comercial y en su
manifestación de querer control militar del llamado “Mar del Sur de China”, que
representa la ruta más crítica del comercio mundial.
China ya es el primer
socio comercial de Latinoamérica y el segundo del hemisferio, además de ser un
gran inversionista en temas energéticos y tecnológicos a nivel global. Miremos
tres indicadores simples sobre las tendencias tecnológicas y de conocimiento
que afectarán el futuro inmediato, y donde vemos la posición clara de China en:
solicitudes de patentes por país, la cantidad de satélites en órbita y las
compañías líderes en conectividad 5G.
Hoy el progreso del
mundo pareciera depender en la pos-depresión, del buen entendimiento cultural
entre los líderes del poder establecido y el poder emergente. Entre tanto,
China y Rusia pasaron de un antagonismo a una relación de mutua conveniencia
temporal en materia energética, ya que la nueva realidad demográfica y una
geografía fragmentada en comparación con las 2/3 partes del siglo pasado, hacen
que el país que lidera Putin dependa hoy de sus exportaciones de hidrocarburos
a China y especialmente a Europa del Este.
Por otro lado,
encontramos los problemas heredados de la resolución de la primera guerra con
relación al mapa del Oriente Medio, marcados por las diferencias étnicas y
religiosas entre Yihadistas y los grupos revolucionarios iraníes, y la conjunción
con occidente representada en las posiciones político-económicas que han
mantenido Israel y Turquía mediante sus relaciones tecnológicas y comerciales
regionales y globales.
La India al igual que
Brasil son gigantes que aún están ocupándose de solventar sus problemas
internos, pero que cada día empiezan despertar más preguntas, sobre cuál va a
ser su papel en una sociedad globalizada, desde el punto de vista del
intercambio de conocimiento y la convergencia digital, tecnológica y científica
que representa esta nueva era del conocimiento.
Observamos cambios en los patrones de refinación, en los mercados energéticos europeos y globales. Observamos cambios en los patrones de calificación de la financiación de proyectos y empresas, y observamos cambios en el manejo corporativo de las industrias energéticas en general. Es por ello que el grupo Ecopetrol S.A., este año ha adoptado y adaptado los estándares internacionales E.S.G. (Environment, Social & Governance) y los ha potencializado con la inclusión de las mejores tecnologías de punta aplicables a cada uno de estos tres factores, obteniendo como resultado que somos la primera empresa en incorporar en su ADN corporativo dos conceptos fundamentales: Estándares T.E.S.G., y una lógica operativa identificada con el concepto transformacional de SosTECnibilidad.
En Ecopetrol hemos
definido SosTECnibilidad como, “el modelo de contribución y generación de valor
a la sociedad que, a través de Soluciones Innovadoras y Tecnológicas, propende
por armonizar el desarrollo económico, social y ambiental bajo un marco de gobierno
transparente y ético”.
Es un mecanismo de
creación y contribución de valor, que, mediante la sistematización y
digitalización de conceptos y procesos, descentraliza, personaliza y elimina
intermediaciones innecesarias, acelerando resultados y eficiencias de manera
escalable, oportuna.
El trabajo sobre transición energética del presidente Duque,
el ministro Mesa y su equipo
Empezaremos diciendo
que la banca de desarrollo multilateral y en especial el BID, debe tomar
conciencia de las consecuencias de la transición energética y el nuevo mapa,
para la región y los países prestatarios, y debe apoyar sus iniciativas verdes,
en materia de cambio climático, descarbonización y transición energética,
mitigación ambiental, los desarrollos transicionales como la distribución,
transformación, transporte y acceso al servicio del Gas como mecanismo que
permite mejorar el indicador de necesidades básicas insatisfechas (NBI) y como
función de reducción de pobreza multidimensional, la producción más limpia de
hidrocarburos y energías renovables, la explotación legal de recursos
naturales, y los sistemas de monitoreo de la huella ambiental para evitar
deforestación, colonización, minería ilegal, y todos los ejercicios de economía
circular que nos lleven a generar desarrollo mientras preservamos, mitigamos y
aumentamos el potencial de nuestra naturaleza, biodiversidad e hidrología.
He aquí el valor
inconmensurable del trabajo que vienen orientando el Presidente Duque y todo su
gabinete con la ayuda y soporte del sector energético nacional desde la
conformación de la misión de sabios.
El libro que se
presenta ante la Asamblea de Gobernadores del BID hoy en Barranquilla,
Transición Energética: Un legado para el presente y el futuro de Colombia,
representa la instauración de la transición energética en Colombia como una
realidad, y como una política pública de Estado en función de la transformación
y el desarrollo de nuestra nación. Con prólogos de Mauricio Claver presidente
del grupo BID y del reconocido autor Daniel Yurgin, el trabajo demuestra, cómo
a pesar de las dificultades de la pandemia, este gobierno liderado por el
presidente Duque, ha logrado que estemos ante un cambio real y tangible que ya
lleva un buen camino recorrido.
Se evidencia con datos
de resultados, cómo el mecanismo de subastas energéticas ha demostrado
idoneidad en materia de incorporación de energías renovables a una matriz cada
vez más diversa. Y se trata con mucha propiedad, el asunto no menor, de la
complementariedad de los energéticos con relación al largo plazo de la
transición energética, como garantía de una movilidad sostenible y con
eficiencia en calidad, costos, distribución, disponibilidad, almacenamiento y
trazabilidad.
El trabajo en mención,
representa una hoja de ruta para la inclusión de nuevas tecnologías que
modernicen el sector energético, y coloca al usuario como el centro de la
transformación. Involucra las necesidades energéticas del individuo, la
familia, las empresas y el propio Estado, dentro de una misión de garantizar
una transformación de vida mediante un sistema energético fundamentado en
factores de equidad.
Discute también el plan
integral de cambio climático en el sector energético y plantea el detalle de
las acciones de política pública que apuntan a una consolidación efectiva y
eficiente de este importante componente de todo el conjunto minero-energético y
de manejo de los recursos naturales, que, sin duda, es líder de la economía
nacional.
Finalmente, el panel de discusión al que se refiere este documento como marco lógico, incluye como participantes y expertos, a los doctores: Diego Mesa Puyo, Ministro de Minas y Energía de Colombia; Agustín Aguerre del Grupo BID, y Ricardo Mourinho del EDB.