sábado, 13 de marzo de 2021

Reforma al socialismo tributario

Andrés de Bedout Jaramillo
Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Los estatutos tributarios nacionales, departamentales y municipales caminan a la par con el crecimiento del Estado colombiano en sus múltiples manifestaciones; yo perdí la cuenta del número de tributos (impuestos, tasa, contribuciones, multas, etcétera) que tenemos que pagar los colombianos. Todos son de una gran complejidad en su manejo; insuficientes para cubrir los gastos de funcionamiento, gastos que son diferentes a los gastos de inversión (salud, educación, vivienda, saneamiento y agua potable, infraestructura vial, etcétera), sin mencionar la atención alimentaria a las más de las 2.500.000 familias que están aguantando física hambre.

No hay en el mundo sistema tributario más enredado, ineficiente y contrario al sostenimiento y creación de nuevos empleos, que el nuestro.

El mejor negocio en Colombia lo conforman la informalidad, la evasión y la elución; el sistema está montado para que sea así.

Mientras el Estado en todos sus niveles no arranque con un plan de austeridad, no habrá reforma tributaria que alcance a seguir satisfaciendo los intereses descarados de la política, permeada por las mafias del narcotráfico, la corrupción y de ese afán de pretender que todos sus andamiajes tengan que vivir del Estado; y no de cualquier manera, con todas las prebendas que pretenden tener, para diferenciarlos de los demás ciudadanos, como seres superiores, cada vez más odiados por el pueblo.

Esto que estoy escribiendo lo podemos confirmar viendo durante años las noticias que los medios de comunicación nos traen cada día, con los estudios que los tanques de pensamiento nos están presentando fresquitos como aportes a la pretendida reforma y con el aprovechamiento político que, en las puertas de las campañas parlamentarias y presidenciales, están haciendo nuestros políticos.

Nadie ha presentado un plan de austeridad reduciendo los ingresos de los que más nos cuestan, parlamentarios, magistrados y altos funcionarios del gobierno de ninguno de los partidos y movimientos políticos quieren rebajarse a ciudadanos del común, como debería ser, y permitir ahorros importantes que alivien las finanzas del Estado. Al contrario, siempre están pensando en cómo mejorar su estatus, cómo crecer el Estado para acomodar a sus seguidores, cómo sacar más tajada para su beneficio personal, olvidando que la gallina de los huevos de oro, ya no es capaz de poner más huevos, porque el socialismo tributario establecido tiene al borde de la quiebra a los pocos negocios que quedaron vivos después de la pandemia, que vino a quedarse, retrasando los objetivos del desarrollo sostenible del pacto de la ONU, que en mi sentir depende muchísimo de las esperadas conclusiones del foro económico de DAVOS, que aún no conocemos.

Lo único claro y concreto es que en Colombia crece el hambre, el desempleo, la deuda pública y privada, al igual que crecen las ambiciones desmedidas de congresistas y magistrados.

Coinciden los análisis y las recomendaciones, pero la austeridad no se ve por ninguna parte. Se pretende que el mayor generador de empleo siga siendo el Estado, en actividades que están muy lejos de garantizar su sostenimiento a punta de impuestos, tasas, contribuciones y multas a un sector formal en vía de extinción, por el grado de insostenibilidad en que lo han colocado.

Les recomiendo las recientes entrevistas de Arturo Calle, de Álvaro Uribe, del congresista Pérez Pineda y muchos otros de diferentes partidos y movimientos dispuestos a sacrificarse, los informes de ANIF, de Fedesarrollo, de los diferentes columnistas de todas las tendencias, etcétera.

Que nuestro Señor Jesucristo nos ayude a entender que vamos mal, que tenemos que enderezar el rumbo, que no podemos perder más tiempo, los indicadores desfavorables crecen muy rápido.

El socialismo tributario nos está acabando.