viernes, 12 de marzo de 2021

Impactos de la semana

José Leonardo Rincón, S. J.* 

Primero, el Papa en Irak

El sueño que no pudo realizar Juan Pablo II lo vino a cumplir Francisco. Los entendidos afirman que ha sido el viaje más importante de su pontificado. Un país con un porcentaje mínimo de cristianos. Una tierra bañada con sangre de miles de víctimas inocentes. La sede del ayatollá Ali Al Sistani, líder shiita. La patria de Abraham, nuestro padre en la fe. Con el temor frente a un eventual atentado, con tan pocos seguidores allí, no parecía prometer mucho. Y fue precisamente por ello, porque había que animar a esa minoría, porque había que encontrarse con el líder musulman para evidenciar que las religiones no son para la guerra sino para la paz, porque las tres confesiones monoteístas debían orar juntas en Ur de Caldea, por eso y por su hondo significado simbólico, fue de un impacto histórico la peregrinación de nuestro sumo pontífice. Veremos más adelante los frutos de este acontecimiento.

Segundo, vacunación masiva

A pesar de todas las críticas, se ha iniciado la jornada de vacunación contra el COVID-19 con el personal médico de primera línea y con los mayores de 80 años. No puedo ocultar mi alegría por ello pues cada colombiano inmunizado es una potencial víctima que se le arrebata a la pandemia. Los testimonios de quienes la han recibido son muy positivos: ha habido organización, el personal amable y bien preparado, siguiendo rigurosamente el protocolo previsto y realizando su tarea con profesionalismo. Es como volver a nacer y produce un impacto emocional realmente alentador en medio de la desazón padecida. Poco a poco se irá avanzando según las fases y etapas previstas. Cuando las segundas dosis sean aplicadas, estaremos aún más contentos y habremos iniciado una nueva etapa, la de recuperación de un país golpeado, pero no derrotado en tiempos realmente difíciles.

Tercero, ¿máquinas de guerra?

Desconcertantes por no decir desacertadas e injustas las declaraciones del ministro que fuera director del ICBF, pues alguien que supuestamente conoció de cerca la infeliz realidad de tantos niños y adolescentes abandonados y buscó precisamente en nombre del Estado su recuperación para ser personas de bien, no puede salir ahora con una bajeza tal de juzgar a niños campesinos de corta edad de una región olvidada como “máquinas de guerra” para justificar un bombardeo y, peor aún, decir que lo volvería a hacer. Eso que políticamente correcto llamaron falta de empatía, en realidad es indolencia e ignorancia reprochables en un funcionario público que debería tener una mirada más objetiva frente a la compleja realidad del país. Y uno se queda pensando si al cambiarse la camiseta la persona sufre una atroz metamorfosis: de tierno director que juega con niños pobres, a perfumado director palaciego, para terminar en un rambo que ve máquinas de guerra en esos niños con los que jugaba en su posuda foto para los medios. ¡Impacta el pobre pueblo nuestro que da para todo!