Por Antonio Montoya H.*
No soy
pesimista hoy, ni antes, sobre el futuro de nuestra democracia, pero, creo que
tenemos riesgos inminentes que pueden llevar a que se tome un camino diferente
al del respeto de las libertades, al derecho a la propiedad privada, al derecho
a la libre empresa, por múltiples causas. Sin duda alguna se debe
exclusivamente a que perdimos la disciplina y el orden, el respeto por los
demás, el respeto por la institucionalidad, no creemos en la justicia, las
leyes, los gobiernos y menos en caminar juntos cuando pensamos diferente. Por
ello creo que vale la pena analizar estos asuntos y que busquemos la mejor
forma de encontrar puntos que nos unan y no que conduzcan a caer en las manos
de gobiernos populistas que sí tienen un objetivo común, el de desestabilizar la
democracia y apoderarse de ella con todas sus fuerzas impidiendo por lo menos
que en 20 o 25 años volviéramos a retomar el camino y así varias generaciones perderían
la oportunidad de aprovechar las bondades de estudio, trabajo, creatividad,
libertad de movimiento que hemos tenido nosotros. Tendrían una vida en la
pobreza, de persecución y sin alternativas diferentes a optar por ir a vivir en
otro país, terminando su vida en la nostalgia y la tristeza.
Disciplina,
que es vital en la cotidianidad, hoy está ausente en todo. Los hijos no tienen
disciplina para estudiar, los padres no educan a sus hijos, no respetamos las
normas mínimas de convivencia, ni en la calle, ni en los lugares públicos; el
trasporte público es estresante, allí todo tipo de personajes abusadores
pululan y entre las sombras y la aglomeración atentan contra la dignidad de los
usuarios y sobre todo de las mujeres. Los conductores de vehículos no acatan la
norma, los de motos son un peligro, se pasan de carril en carril, por la mitad
y no respetan semáforos; la delincuencia crece exponencialmente, en fin, es una
locura lo que se ve y todos lo han sufrido. Esto es causa de lo más elemental
que es la disciplina y sin ella no saldremos adelante sino con el uso de la
fuerza. Eso no generaría sino problemas. Entonces, de alguna manera, las
consecuencias de la indisciplina, crean ustedes o no, da un ejemplo del
pensamiento de nuestra gente, de la sociedad y de lo que ese comportamiento
conllevará.
El
orden, palabra que hace parte de nuestro escudo
nacional, implica la máxima expresión de nuestra nacionalidad. Un país ordenado,
eso sí, con respeto por la diversidad en toda su magnitud, nos lleva al éxito, si
no, seremos siempre un país que se desplaza de un lado al otro y pierde su
norte como objetivo de desarrollo.
Miren
ustedes que entonces hoy se perciben claramente que tenemos excesos de
libertades y poco orden, en que hoy se maneja más el país con el criterio de
cobertura para las minorías, pero no de apoyo a las mayorías que son las que
soportan la estabilidad del país. Esto no implica que no apoyemos la inclusión
en la sociedad de todas las personas sin distinción de sexo, raza, religión o condición,
pero eso no puede llevar a que ellos estén por encima de los derechos de los
demás. Por eso debe ser igual para todos, sin excepción alguna, y así
respetamos el pensamiento amplio de tener una Colombia unida de verdad.
Los
docentes públicos manejados por Fecode, paran la educación de nuestros niños y
jóvenes cuando quieren no respetan acuerdos y al final quien pierde es la
familia.
Los
paros que desde hace dos años promueve Petro, no cesan, paralizan la ciudad,
dañan los bienes públicos y quien sufre las consecuencias son los dueños de los
establecimientos, por que no he visto nunca que un vándalo de esos sea
condenado a pagar, con excepción de una youtubera en Bogotá. Es pues otro tema
de exceso de la libertad de expresión, de protesta y lamentablemente nadie
controla, ni protege a la comunicad, brilla por su ausencia el respeto por los
demás.
Podría
continuar narrando sucesos repetitivos, constantes de violación a los derechos
fundamentales que desestabilizan el país, que hace perder la credibilidad en
los gobiernos y si eso continúa así perderemos la democracia. Un gobierno
bueno, es el que además de impulsar el desarrollo social protege a los
ciudadanos de bien, que es una inmensa mayoría y que al final de cuentas será
la victima de su destrucción.
Dejó
este mensaje para que analicemos qué queremos, cuál es nuestro verdadero
destino y si es el de la institucionalidad y la democracia, actuemos de
conformidad y todos participemos en la defensa de ella.