lunes, 15 de marzo de 2021

Perdemos el rumbo

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

No soy pesimista hoy, ni antes, sobre el futuro de nuestra democracia, pero, creo que tenemos riesgos inminentes que pueden llevar a que se tome un camino diferente al del respeto de las libertades, al derecho a la propiedad privada, al derecho a la libre empresa, por múltiples causas. Sin duda alguna se debe exclusivamente a que perdimos la disciplina y el orden, el respeto por los demás, el respeto por la institucionalidad, no creemos en la justicia, las leyes, los gobiernos y menos en caminar juntos cuando pensamos diferente. Por ello creo que vale la pena analizar estos asuntos y que busquemos la mejor forma de encontrar puntos que nos unan y no que conduzcan a caer en las manos de gobiernos populistas que sí tienen un objetivo común, el de desestabilizar la democracia y apoderarse de ella con todas sus fuerzas impidiendo por lo menos que en 20 o 25 años volviéramos a retomar el camino y así varias generaciones perderían la oportunidad de aprovechar las bondades de estudio, trabajo, creatividad, libertad de movimiento que hemos tenido nosotros. Tendrían una vida en la pobreza, de persecución y sin alternativas diferentes a optar por ir a vivir en otro país, terminando su vida en la nostalgia y la tristeza.

Disciplina, que es vital en la cotidianidad, hoy está ausente en todo. Los hijos no tienen disciplina para estudiar, los padres no educan a sus hijos, no respetamos las normas mínimas de convivencia, ni en la calle, ni en los lugares públicos; el trasporte público es estresante, allí todo tipo de personajes abusadores pululan y entre las sombras y la aglomeración atentan contra la dignidad de los usuarios y sobre todo de las mujeres. Los conductores de vehículos no acatan la norma, los de motos son un peligro, se pasan de carril en carril, por la mitad y no respetan semáforos; la delincuencia crece exponencialmente, en fin, es una locura lo que se ve y todos lo han sufrido. Esto es causa de lo más elemental que es la disciplina y sin ella no saldremos adelante sino con el uso de la fuerza. Eso no generaría sino problemas. Entonces, de alguna manera, las consecuencias de la indisciplina, crean ustedes o no, da un ejemplo del pensamiento de nuestra gente, de la sociedad y de lo que ese comportamiento conllevará.

El orden, palabra que hace parte de nuestro escudo nacional, implica la máxima expresión de nuestra nacionalidad. Un país ordenado, eso sí, con respeto por la diversidad en toda su magnitud, nos lleva al éxito, si no, seremos siempre un país que se desplaza de un lado al otro y pierde su norte como objetivo de desarrollo.

Miren ustedes que entonces hoy se perciben claramente que tenemos excesos de libertades y poco orden, en que hoy se maneja más el país con el criterio de cobertura para las minorías, pero no de apoyo a las mayorías que son las que soportan la estabilidad del país. Esto no implica que no apoyemos la inclusión en la sociedad de todas las personas sin distinción de sexo, raza, religión o condición, pero eso no puede llevar a que ellos estén por encima de los derechos de los demás. Por eso debe ser igual para todos, sin excepción alguna, y así respetamos el pensamiento amplio de tener una Colombia unida de verdad.

Los docentes públicos manejados por Fecode, paran la educación de nuestros niños y jóvenes cuando quieren no respetan acuerdos y al final quien pierde es la familia.

Los paros que desde hace dos años promueve Petro, no cesan, paralizan la ciudad, dañan los bienes públicos y quien sufre las consecuencias son los dueños de los establecimientos, por que no he visto nunca que un vándalo de esos sea condenado a pagar, con excepción de una youtubera en Bogotá. Es pues otro tema de exceso de la libertad de expresión, de protesta y lamentablemente nadie controla, ni protege a la comunicad, brilla por su ausencia el respeto por los demás.

Podría continuar narrando sucesos repetitivos, constantes de violación a los derechos fundamentales que desestabilizan el país, que hace perder la credibilidad en los gobiernos y si eso continúa así perderemos la democracia. Un gobierno bueno, es el que además de impulsar el desarrollo social protege a los ciudadanos de bien, que es una inmensa mayoría y que al final de cuentas será la victima de su destrucción.

Dejó este mensaje para que analicemos qué queremos, cuál es nuestro verdadero destino y si es el de la institucionalidad y la democracia, actuemos de conformidad y todos participemos en la defensa de ella.