domingo, 31 de enero de 2021

Audiencia pública y otras consideraciones

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Desde inicios del año 2021, hemos visto como muchas ciudades y municipios del país están optando por utilizar la revocatoria del mandato para destituir a los alcaldes, mediante nuevas elecciones, cumpliendo eso sí con una serie de requisitos previos que se deben lograr antes de llegar a las urnas.

Un de ellos, no estaba previsto en la norma y llegó como traído de los cabellos. El 16 de diciembre de 2020, el Consejo Nacional Electoral (CNE), mediante resolución, consideró necesario, para dar cumplimiento a una decisión de la Corte Suprema, convocar a una audiencia pública para que los promotores de la revocatoria, uno o más y el alcalde correspondiente, con sus funcionarios, pudieran, frente a frente, mostrar los argumentos en pro de la revocatoria y los argumentos de defensa de la gestión.

Así fue como en la ciudad de Medellín, donde se pretende revocar al alcalde, se citó por parte del CNE, a la audiencia pública y se emitieron una serie de requisitos para la diligencia. En un principio se fijó un tiempo para las partes y para los otros participantes, al principio 10 minutos y luego 3 minutos, lo cual era grave, pero se aceptó esa condición y se prepararon con antelación para la presentación. Pero el día de la audiencia, cuando todos estaban listos, la Honorable Magistrada que dirigía la sesión, cambió de un golpe todo lo acordado con antelación impidiendo el ejercicio democrático y actuando en contra de la ley, ya que esta determina que la “audiencia pública es concebida como una de las acciones necesarias para inducir a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil en la formulación, ejecución y control de la evaluación de la gestión pública”.

Sin duda alguna se incurrió en una grave vulneración al derecho de los ciudadanos, convirtiéndose ese acto en un remedo de participación ciudadana, y en falta de transparencia por parte de los magistrados. No hay derecho a impedir de tajo la expresión en una audiencia pública. ¿A qué le tenían miedo?, posiblemente a los argumentos que visualizaban las falencias de la administración municipal y que conllevaría al final a que los ciudadanos se motiven a votar por la revocatoria.

La audiencia pública, el invento del CNE para cumplir una orden, fuera de escuchar a las partes no tiene ninguna incidencia y es bueno que lo entendamos; nadie puede salir a dilatar o demorar la entrega de formularios, fue un simple trámite en el arduo trabajo de la revocatoria.

La revocatoria se inició como un movimiento ciudadano lejano a las casas políticas de Medellín. Los jefes de los partidos han emitido su opinión, a unos les parece que no es adecuado el proceso en estos momentos, otros se abstienen y otros más esperaran el desarrollo de los acontecimientos, pero debe quedar claro que entre los que hacen parte del pacto por Medellín, no están los partidos políticos, sino hombres y mujeres que creen que el rumbo tomado por la administración causa graves problemas a la ciudad.

Vale la pena resaltar que los partidos que apoyaron al alcalde para su elección, sí trabajan para apoyarlo, mientras los demás partidos tradicionales han creído que el silencio les favorece. Pienso lo contrario, mientras los otros trabajan ellos perderán presencia en la opinión pública y no es hora de pasar de agache.

También he oído conceptos de políticos que consideran que no es oportuno iniciar procesos revocatorios en plena pandemia, que las prioridades son otras, pero se les olvida que, si fuera para ellos, sí valdría la pena hacer campaña, conseguir firmas y votar. Como no contamos con ellos ya se están quejando y como niños consideran que revocar no es necesario.

Es extraño que se demerite la figura de la revocatoria que está prevista desde la constitución del 91, como una nueva posibilidad de la democracia participativa. Hasta este año era muy valiosa, pero ya la irán a modificar porque los ciudadanos no comen cuento, con seguridad será objeto de reforma.

Por último, vale la pena reflexionar sobre el porqué de la baja calificación que tiene hoy el alcalde después de la última encuesta en la que está apenas en el 52% de favorabilidad. Esto no le ocurría a ningún alcalde de Medellín en los últimos 20 años y la causa es porque se están dando cuenta de que él no gobierna para la ciudad, sino que busca otros objetivos políticos.

Revocar es consecuencia de la ley, pero hoy es una necesidad ciudadana, que va creciendo en ese descontento como la espuma.

Recordemos que ni las triquiñuelas del CNE impedirán que los formularios sean entregados y se obtengan las ansiadas 92 mil o más firmas.