Por Andrés de Bedout Jaramillo*
El
lunes pasado, atravesando el pico más fuerte de la pandemia, gracias a la cual ya
superamos los cincuenta mil muertos, más de dos millones de contagiados y cuya tendencia
de agravamiento del problema está marcado por las dificultades en poder contar con
más médicos y demás personal de salud, más equipos, más medicamentos, más camas,
etcétera, lo que ha implicado un trabajo adicional prioritario de todas las autoridades
elegidas popularmente. Precisamente a estas autoridades se les sumó en su andar,
está pandemia, con la que no contaban cuando decidieron emprender sus campañas
y que concluyeron, luego de feroces y violentos comportamientos políticos, con su
elección como mandatarios locales, donde se supone que es el juego democrático el
que nos obliga a respetar los resultados.
A pesar
de las inconformidades de los que pretenden revocar alcaldes, yo creo que el objetivo
de las audiencias se cumplió y quedamos los ciudadanos enterados de los argumentos
expuestos por unos y otros, directamente por los más interesados. Afortunadamente,
por situaciones de bioseguridad y como medida de orden práctico y lógico, no dejaron
hablar a todos los que querían hacerlo a favor y en contra; no habrían terminado
todavía las audiencias.
Seguramente
los promotores de las más de 40 revocatorias van a pedir camionetas blindadas y
escoltas, para adquirir estatus, argumentando defenderse de la violencia que generan
estos procesos; consecuencias: menos plata para el covid-19 y para los más vulnerables.
Personalmente
pienso que este no es el momento oportuno para distraer administraciones, que están
por todos los medios tratando de luchar contra la pandemia, que en su mayoría nos
está dejando sin muchísimas personas de todos los géneros, edades y condiciones
políticas y sociales; pandemia que seguirá arreciando sus picos, presumiblemente
al parecer por las mutaciones del virus que se avecinan, hasta que todos estemos
vacunados.
Es
claro que tenemos que seguir de tapabocas, distanciamiento, aseo, cumpliendo todos
los protocolos particulares establecidos para cada una de las actividades. Es clara
la importancia del papel del Estado en el cuidado, vigilancia y control sobre nosotros
los ciudadanos, en esta lucha tan dura e incierta contra el virus.
Lo
que para mí no es claro, es la utilización de una estrategia política de un partido
al que se suman derrotados de otros partidos y movimientos, estrategia orientada
a sacar unos alcaldes que no son de su partido, aprovechando las difíciles circunstancias
de desventaja en que se encuentran los gobernantes locales, por haberles tocado
la pandemia.
Tener
que utilizar recursos de tiempo, dinero y personas, en violentas peleas políticas,
atenta contra las responsabilidades cívicas a que estamos obligados en estos momentos,
donde deberíamos estar aprovechando para unirnos frente a la pandemia, frente a
la salud, frente al ayudar y asistir a los más vulnerables, frente al enderezar
los posibles errores que en su primer año de gobierno hayan podido cometer los alcaldes
de otros partidos diferentes a los sectores del partido que están empeñados en recuperar
las alcaldías, antes del vencimiento de los períodos constitucionales.
Ya
se surtieron las audiencias en Medellín, Bogota y seguramente en otros municipios,
donde extrañamente los niveles de aceptación de los alcaldes son altos, donde las
relaciones con el gobierno nacional son en mi sentir, bastante buenas, porque han
logrado coordinarse y obedecer, dentro de las sanas discrepancias, al presidente
y sus equipos de trabajo. Donde las autoridades de vigilancia y control, no se han
pronunciado sobre los presuntos desmanes denunciados, lo que evitaría estos tediosos
y costosos procesos de revocatoria.
Yo
sigo pensando que la unidad hace la fuerza y que el interés general debe primar,
eso nos hace más cívicos, más humanos, más responsables.
De
estos procesos revocatorios, lo que nos va a quedar, además de más odios, más polarización,
más mentiras, más muertos, que nos dolerán mucho, y menos atención, menos plata,
menos trabajos, menos infraestructura, menos acción de las autoridades de vigilancia
y control contra los corruptos, y por supuesto con las autoridades distraídas en
la revocatoria, podrán avanzar más rápido la delincuencia y la informalidad; los
narcotraficantes están felices con tanto despelote que mantiene a las autoridades
distraídas.
Respetando
mucho a los amigos que están comprometidos y comprometiendo a otros en este derecho
constitucional que nos da la tan criticada Constitución del 91, fruto de la paz
con las guerrillas del M-19 y que 30 años después, ni siquiera ha sido reglamentada
por el Congreso de la República; decirles que, en mi humilde sentir, de este proceso
saldrán más cosas malas que buenas. Traten por lo menos de imprimirle al proceso
mucha altura, para que el fracturamiento del país, no nos ponga en más dificultades
de las que ahora tenemos.
Que
nuestro señor Jesucristo ilumine a los alcaldes que pretenden revocar, que mejoren
su comportamiento y les dé mucha fuerza, para que defendiéndose, puedan cumplirle
a sus comunidades, asistirlas y defenderlas del covid-19 y cumplirles los planes
de gobierno con los que fueron elegidos; que ilumine también a los actores de la
revocatoria y su comportamiento sea impecable.
Paz
en la tumba del ministro y de todos los colombianos fallecidos en esta pandemia.