Por John Marulanda
Cuando se habla de
Venezuela, Irán, Hezbolá, islamismo, es fácil caer en simplificaciones y
estigmatización de los árabes y los musulmanes. Hoy, día culminante de la
Navidad cristiana, es propicio para hablar brevemente del asunto. Con más de 2.000
años de antigüedad, la refinada cultura árabe ha aportado a la humanidad
filosofía, política, ciencia, arte en todas sus formas, gastronomía, entre
otras sapiencias. El prolongado grito llanero y el corto del vallenato, no son
originarios de estas tierras. Ni el café, el azúcar, la alcabala, la guitarra o
la almohada. Estos conceptos y vocablos, y muchos más, nos llegaron vía
El-Andaluz, Andalucía, el gran Califato que la locura de Isis (DAESH) quiere
recuperar a punto de decapitaciones. Hoy, las terceras y cuartas generaciones
de musulmanes emigrados a Europa no se convirtieron y, por el contrario, han
establecido zonas islámicas de exclusión en las principales capitales europeas.
En Francia hay aproximadamente 750 de estas “autonomías” urbanas en donde la sharia
reemplaza de la ley oficial del Estado y en París la app “No-Go Zone” alerta
especialmente a mujeres, sobre los riesgos de entrar a una estas vecindades y
terminar violadas.
El caso de América
Latina es diferente. Baluarte del cristianismo, algunos centros de estudios
como el Pew Research Center, proyectan para esta región hacia el 2050, más de
650 millones de cristianos y en el mejor de los casos, alrededor de 1% de
musulmanes. El número de mezquitas es más o menos similar en Venezuela y
Colombia, entre 13 y 16, y Maicao, punto crítico de la frontera, tiene el
tercero más grande esos templos después de los de Brasil y Argentina. Caracas
tiene la suya, en La Candelaria, con el minarete más alto del hemisferio
occidental y con una vistosa valla de una hermosa venezolana ligera de ropas en
uno de sus costados. Con el respeto a la libertad de cultos que es corriente
entre nosotros y que imponen nuestras leyes, la mayoría cristiana
latinoamericana no tiene ningún inconveniente en convivir pacíficamente con las
comunidades musulmanas.
Este panorama de
avenencia religiosa, sufrió un grave daño cuando en noviembre de 2009, en una
de las frecuentes visitas a Caracas del entonces presidente iraní, su
apasionado amante político Hugo Chávez, con su entusiasmante palabrería,
pronunció la sentencia que nos tiene hablando con preocupación del islamismo y
de Irán. El coronel dijo: "Estamos
aquí para darte la bienvenida a ti, hermano Mahmud Ahmadinejad (…) Cristo y
Mahoma nos alumbran el camino para derrotar las amenazas del imperio”. Cristo
y Mahoma alumbran el camino contra el imperio: tropicalización del manual
marxista leninista para el manejo del poder utilizando la religión. El
visitante, presidente de una teocracia chiita revolucionaria, contestó dando
gracias a los dioses por estar “(…) con
un hermano que está resistiendo como una montaña ante las agresiones del
imperialismo y el colonialismo". Esta perversión religioso-ideológica,
justificó al gobierno chavista para acoger y proteger a terroristas de Hezbolá,
contemplar la compra de misiles ofensivos a Irán mientras Ahmadinejad, qué ironía,
anda quejándose de la entrega de Irán al Imperio chino.
Como en toda religión,
los musulmanes desarrollan su espíritu misionero. Reclutan jóvenes de todos los
países de la región que se reúnen en la Universidad Al-Mustafá para aprender
teología, gnosis, revolución islámica, Corán, lenguaje y otros menesteres
administrativos. Se han registrado tres proyectos para crear “califatos” en La
Guajira, con los indios wayuu (2011), en Chiapas, México, con los indígenas
tzotziles (2014), ambos poco exitosos y en Abancay, Apurímac, Perú, (2015).
Allí, un argentino converso, con título de sheik, jeque, alguien que ha logrado
“el perfeccionamiento en conocimiento,
sabiduría o condición espiritual, un maestro de la religión” según la
periodista que lo entrevista, dice que Estados Unidos “hace daños a otros, son gente corrupta, tirana, opresora, asesina,
racistas…” y remata con esta perla, “aplicamos
la ley del talión…si les matamos 3.000 en las torres, ellos (US) nos pueden
matar tres mil en retaliación, pero no más”. Recuerdo entonces que la
teocracia iraní, es el segundo gobierno con el mayor número de ejecuciones,
generalmente por ahorcamiento, después de China, en donde los fusilamientos son
secreto de estado, pero se estiman en miles. El actual presidente Rohani, menos
radical que Ahmadinejad, ha bajado un poco el perfil de la presencia iraní en
Latinoamérica, en donde seis países ya han declarado a Hezbolá una organización
terrorista.
Mientras el lamento del
almuédano o almuecín flota en el pesado calor de Maicao al medio día, llamando
a una de las cinco oraciones diarias, un colombiano converso y estudiado en
Qom, Irán, declara que “el islam es paz”.
En árabe la palabra paz tiene 50 sinónimos, aproximadamente, y la palabra león
unas 500.
Para mis lectores y mis
amigos musulmanes de Argentina, Brasil, México y Colombia, una Navidad en paz y
con el abrigo de los seres queridos. Solo nos queda mantener viva la esperanza
de una Latinoamérica mejor.