Por John Marulanda*
Gane quien gane la presidencia en Estados Unidos, la gran
prensa aumentó su pérdida de credibilidad y las encuestadoras siguen arruinando
su negocio. Mientras esta historia termina por resolverse, repasemos el
panorama del patio trasero de la Casa Blanca, convertido ahora en avanzada de
sus rivales.
Vieja historia
La estrategia que busca desestabilizar la región es más de lo mismo. En los
60 del siglo pasado, el comunismo puro y duro, desde Cuba y con el concurso de
Rusia y China, entrenaron, motivaron, equiparon y dirigieron guerrillas en
países pobres y periféricos, animando las guerras de la posguerra en casi todos
los países de Latinoamérica. Lo llamaron Guerra Fría. La intentona fracasó, no
sin dejar una estela de muerte y destrucción. La reacción de varios gobiernos
terminó en dictaduras; Venezuela, conjuró la insurrección, combinando acción
militar con negociación y en Colombia, élites políticas tradicionales
prolongaron esa viciosa guerra durante medio siglo. Finalmente, los
narcoterroristas farianos “entregaron las armas”, según los burócratas de la
ONU, pero lograron un éxito político maquinado en Cuba por el secretario del Partido
Comunista de España. Hoy, las narcofarc combinan descaradamente la retórica
congresional con la lucha armada “marquetaliana”, en un peligroso anacronismo
binacional.
La revuelta sigue siendo motivada por el comunismo, ahora con otros nombres
(“el gran triunfo del demonio en nuestros días es que el mundo crea que no
existe” escribió Vallejo-Nágera). El objetivo es el mismo de los sesenta:
someter nuestra muy rica región al socialismo parasitario cubano y, de contera,
al moderno imperialismo chino. Pero hay nuevos elementos que pueden darle un
giro inesperado al asunto. Citaré solamente cuatro importantes.
Nuevo cuento
Uno. Acorde con la realidad de un 80% de moradores urbanistas, la revuelta
hoy es básicamente citadina. Hasta el empoderado indigenismo es protagonista
urbano. La Guerra Popular Prolongada de Mao y el Minimanual del guerrillero
urbano de Marighela, ahora aplicados por Black Bloc, Antifa, BLM, “capuchos” y
células transnacionales, adquieren novedosas complejidades en las calles.
Dos. La tecnología. Redes sociales, plataformas de mensajerías
instantáneas, deep web, 5G, IA, modelan la sedición actual. Oír al ELN
trasmitiendo desde una emisora móvil en la frontera (en FM 95.5) y ver los
capos de las FARC exhibiendo fusiles de asalto y radios handy en medio de la
selva, se me antoja románticamente vintage.
Tres. La decisiva presencia del narcotráfico. De hecho, el crimen
organizado transnacional se mueve tras bambalinas en toda esta intentona,
envileciendo a sus dirigentes y bases, convirtiéndolos en criminales, así haya
jueces y magistrados mamertos que los ennoblezcan y jóvenes, “Cretinos
digitales”, como los llama Desmurget, que les crean.
Un cuarto e inesperado elemento, es el covid-19, que está trastocando
patrones económicos y sociales y promete variar algunas dinámicas políticas. Si
bien las guerrillas sesenteras operaron en las ciudades, se vincularon con
redes de ilicitud y usaron medios de comunicación modernos, faltaba más,
ninguna actuó en medio de una pandemia como esta.
En Chile, la lucha empieza justo ahora después que la violencia callejera
arrinconó al presidente, hasta obligarlo a plantear una nueva constitución. Hay
que sacar a Piñera y “El secreto es no soltar la calle”, dice una militante. En
Perú, el narcoeln merodea por Loreto y Sendero asesinó un capitán y un soldado
e hirió a cuatro más en el VRAEM.Y Vizcarra enfrenta un segundo juicio
político. En Ecuador, un nuevo llamamiento indigenista a tomarse las
calles de Quito está en proceso y se insiste en sacar a Moreno. En Colombia,
algo sucedió y la minga indígena que se tomó a Bogotá y quería juzgar a Duque,
inesperadamente se replegó a sus resguardos, en donde florecen las mayores
plantaciones de coca del mundo. Los mismos embaucadores de siempre,
pendejos botónicos, anuncian un nuevo paro, mientras jueces prohíben a la
policía usar gases lacrimógenos y una gran inconformidad ciudadana en contra de
los desafueros callejeros, toma fuerza. ¿Qué dirán en Washington de esta
turbulencia en sus fronteras?
Como dice algún adagio chino, estamos viviendo “tiempos interesantes”.