Por Antonio Montoya H.*
En la segunda mitad del siglo XX, tuvimos en
Colombia serias dificultades sociales y políticas, después del asesinato de
Jorge Eliécer Gaitán, porque si bien es cierto, desde antes se estaba
enraizando el germen de la violencia, fue después de la muerte del caudillo y
con los gobiernos de Ospina Pérez, Laureano Gómez y Urdaneta, que reemplazó a
Gomez en su enfermedad, que la violencia se despertó cruentamente y en casi todo
el territorio nacional. La muerte llegó a los pueblos, a las ciudades, y en
general, todas las familias se encontraron con divisiones en su interior; unos
liberales y otros conservadores, generaron caos al interior de sus casas, se
separaron, murieron unos y los otros salieron en fuga. Esa tragedia nacional
solo paró en realidad cuando llegó el general Gustavo Rojas Pinilla al poder
mediante un golpe de estado que se concreto el 13 de junio de 1953, periodo en
el cual logró pacificar a los liberales del Llano y quienes, como muchos otros,
se defendían a lo largo y ancho del país. Vale la pena resaltar que esa paz que
se acordó con el gobierno de la dictadura se hizo en forma honesta y logró
frutos.
En otra ocasión hablaré de la dictadura, lo
bueno y lo malo, y los grandes errores que cometió, que al final lo llevaron a
la pérdida del poder.
En esta época hubo un hombre liberal que lideró
la posibilidad de lograr un acuerdo con los conservadores y ese fue Alberto
Lleras Camargo, presidente dos veces, la primera en reemplazo de Alfonso López
Pumarejo y la otra, en propiedad, al ganar las elecciones que lo llevaron a la
presidencia durante el periodo de 1958 a 1962.
Este hombre, Alberto Lleras, en España, en el
año de 1956, logró sentarse a manteles con Laureano Gómez, y otros personajes,
y lograr lo que se denominó el Pacto de Benidorm, firmado el 24 de julio de ese
mismo año, que permitió preparar y acometer el trabajo político que terminaría
socavando a la dictadura.
En mayo 10 de 1957, salió el dictador y asumió
el poder una junta militar integrada por los mayores generales Gabriel París y
Deogracias Fonseca, el contralmirante Rubén Piedrahita y los brigadieres
generales Rafael Navas Pardo y Luis E. Ordóñez, que gobernó por un año y
dirigió el país con serenidad y verdadero espíritu democrático. Así se lograron
efectuar elecciones y darle inicio al llamado Frente Nacional, en el año 1958.
Aunque en su momento histórico, este acuerdo de
los partidos que se llamó el Frente Nacional, logró dimensionar a nuestro país
de otra manera, ya la muerte no era la que invariablemente era la noticia, sino
los acuerdos que se lograban, el llamamiento a elecciones con grandes mayorías
liberales, y la instauración del primer gobierno del Frente Nacional que
encabezó, como lo dije anteriormente, Alberto Lleras Camargo.
Todo esto, extraordinario en su momento e
importante en los primeros 16 años de alternancia en el poder, llevó a que en
esa época ningún otro movimiento político tuviera acceso al gobierno,
únicamente los liberales y conservadores se repartían la burocracia, las
gobernaciones y alcaldías; embajadas y consulados eran para sus miembros y nadie
más lograba ocupar cargo alguno.
Indudablemente intelectuales, jóvenes
profesionales, artistas, políticos y excluidos fueron alimentando la idea de
obtener el gobierno y más aun cuando pasados los 16 años de alternancia se
siguió repartiéndose el poder, en los años posteriores, entre los dos partidos
tradicionales.
Los partidos ya no se diferenciaron, únicamente
les quedó el nombre y por ello hoy pagan sus consecuencias. Ya pocos siguen los
partidos, las ideologías desaparecieron y aparecieron las empresas electorales
que no tienen como objetivo gobernar, sino robarse el erario, con excepción de
personajes políticos con conocimiento, preparación y aptitudes de verdaderos
dignatarios, que los podemos encontrar fácilmente luchando por la estabilidad
de la nación, de diversas tendencias, pero sin tener el apoyo de los partidos
tradicionales que se dividieron y optan por el poder.
Ese contraste entre el beneficio del acuerdo del
Frente Nacional, tuvo su primer contraste en las elecciones de 1970, cuando
habiendo recuperado su dignidad el general Gustavo Rojas Pinilla, casi logra el
triunfo a través de un grupo llamado Anapo, que tenía a muchos liberales y
conservadores de otras tendencias que querían otra alternativa de gobierno. Allí,
como bien saben ustedes, surgió el movimiento guerrillero denominado M19; sus
actos conocidos, las muertes que generaron, la toma del palacio, la muerte de
su jefe Jaime Bateman en un accidente, el posterior acuerdo con el gobierno del
presidente Virgilio Barco, en Caloto, Cauca (1990), y la muerte de su líder
Carlos Pizarro León Gomez..
Tuvimos más grupos guerrilleros que partidos
políticos, casi todos ellos hoy con acuerdo de paz, pero sin lograr esta de una
forma seria y definitiva.
En fin, podría ser interminable, pero en
conclusión para aquellos que no recuerdan estas épocas, para los que no la
vivieron y no la conocen, les digo que no olvidemos nuestra historia, porque
seguiremos repitiéndola sin fin. El conocimiento nos puede hacer pensar
distinto y hoy más que nunca debemos pensar en nuestras familias, hijos y la
herencia que dejamos. Un país en violencia es inviable y si se requiere otro
gran acuerdo nacional entre todas las partes habrá que analizarlo, pensarlo y
ejecutarlo; vivimos en el mismo país y todos tenemos un espacio.