domingo, 8 de noviembre de 2020

Colombia, el mejor país del mundo



Andrés de Bedout Jaramillo
Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Nuestro país es relativamente joven, comparado con los países europeos, quienes nos conquistaron y a su vez nos introdujeron en la senda del desarrollo, por el gran potencial que acá encontraron, en riquezas humanas y materiales, representadas en recursos naturales y muy especialmente en la minería del oro.

Colombia tiene tanto oro que todavía vemos a chinos, canadienses, australianos y otros haciendo grandes inversiones en la explotación del mineral. Lo tenemos en tanta abundancia que alcanza para empresarios formales e informales, nacionales y extranjeros y, desafortunadamente, hasta para la financiación de los ilegales. Dios quiera que los proyectos en trámite puedan cumplir con todos los requerimientos ambientales, su funcionamiento será de vital importancia en este periodo de recuperación económica, generación de empleos, de impuestos y regalías para los territorios más necesitados.

En el tema agropecuario, la fertilidad de nuestras tierras, el clima y todavía la abundancia de aguas, hace súper atractiva esta actividad; la ganadería se está convirtiendo en un renglón de exportación bien importante, exportación que rápidamente pasará de ganado en pie a ganado en canal, ya los brasileños y otros inversionistas han venido insertando grandes capitales en nuestro país, además del trabajo y recursos colombianos en la materia, que inclusive atrajo mucho dinero del narcotráfico, en la compra de fincas y ganados finos o de raza, platas que vienen de la exportación ilegal de la cocaína y que nutren la economía informal y en muchas veces hasta a la economía formal, en su proceso de blanqueo o legalización, entre comillas.

Las procesadoras de leche, grandes, medianas y pequeñas, pululan y los tanques de refrigeración del preciado líquido súper proteico, se encuentran por todo el país, lo que permite una materia prima de calidad para productos bien apetecidos nacionales e internacionalmente. El Café, el banano, las flores, los aguacates, frutas exóticas, las tilapias y las truchas, etc. han atraído grandes inversiones nacionales y extranjeras, que avanzan en darles valor agregado a todos estos productos, generando empresas formales, con empleos formales, que pagan impuestos, tasas, contribuciones y multas, que nutren las arcas del Estado colombiano para su funcionamiento, su inversión social y construcción de infraestructura.

Son empresas nacionales y extranjeras invirtiendo en Colombia en actividades legales, de riesgo. Ni hablar de todo lo que se está haciendo en materia de energías alternativas y de tecnología, emocionantes la cantidad de emprendimientos que sirviéndose de los adelantos tecnológicos, van avanzando aceleradamente, es que ya prácticamente todos estamos en la onda de las redes sociales, como buenos animales de costumbres y como seres racionales creados por Dios, con la libertad de escoger entre el bien y el mal. Mejor dicho, esto es imparable, puro capitalismo consciente, responsable social y ambientalmente, donde solo cabe buen comportamiento, estudio y trabajo duro.

Es que en Colombia tenemos grupos de investigadores que comparten con todos los colombianos por las redes sociales los resultados de sus estudios, todo lo que se está haciendo es de cara al país, la fuerza empresarial, es la fuerza de los negocios que satisfacen las necesidades de los colombianos y estamos hablando del tejido empresarial de grandes, medianos y pequeños, privados, públicos y mixtos, dedicados a aportar para el desarrollo del país.

Esta pandemia nos despertó el sentimiento del cuidado personal para poder proteger a los demás, el buen comportamiento personal, para poder exigir y ayudar al buen comportamiento de los demás.

Debemos luchar muy duro, con mucha inteligencia, para hacer tan atractivo el sector formal de la economía, que permita el ingreso del sector informal a la formalidad, para bien de los trabajadores, del Estado y de los formales.

Para nadie es un secreto que en la informalidad no se respetan las garantías salariales ni prestacionales de los trabajadores, ni se pagan impuestos, tasa y contribuciones al Estado, generando competencia desleal con los formales.

La clave del éxito, está en nuestro buen comportamiento para beneficio propio, de nuestras familias y de nuestro país, que sirva de ejemplo para que los pocos que se están comportando mal cambien, se comporten bien.

Trabajemos todos por ocuparnos en ayudar a los descarriados, aprovechando nuestra inteligencia, la fuerza, la paciencia, la paz y la tranquilidad que nos da nuestro Señor Jesucristo, que está ahí siempre, para ayudarnos y nos va a permitir seguir por el sendero del progreso, la equidad, la inclusión y la solidaridad, que requerimos para salir todos adelante.

En la política y en la administración pública, a todos los niveles, el buen comportamiento, el interés general y la austeridad, apalancarán estos vientos de desarrollo imparable, que soplan en nuestra querida Colombia, la unión hace la fuerza.