Por John Marulanda*
El conflicto colombiano, siempre incentivado por La Habana, disfrazado de ideológico, pero totalmente encuadrado dentro del crimen organizado transnacional y recostado en la social bacanería, augura la disparada de un nuevo ciclo de violencia que ya se insinúa y que sería mucho más doloroso que los anteriores. Mayor responsable de este desastre es un devaluado aparato de justicia con magistrados corruptos y jueces politizados, que atizan la ira popular facilitando la fuga de un jefe narcofariano mientras encarcelan, con inocultable sabor a vindicta, a Uribe. En estos momentos de crisis económica, política, moral y social, vale la pena mirar a nuestra Fuerzas Militares y es buena referencia observar lo que sucede con los militares en Venezuela.
A
pesar del gran desastre en el que el narcocomunismo convirtió al país más rico
de la región, la caterva que gobierna desde Miraflores sigue en el poder. Allí
la sostienen los militares que catequizados, coludidos o corrompidos
traicionaron una heredad de 200 años y que han sido apocados por organizaciones
armadas como la Milicia Bolivariana, los colectivos, el Frente Bolivariano de Liberación,
las FARC, el ELN, Hezbola y otros grupos irregulares, ahora encargados de
defender la tiranía al socorrido chillido de: “!Invasión¡”.
¿Cómo
pasó el Ejército venezolano de ser “Forjador de Libertades”, como dice su
escudo, a ser sostenedor de dictaduras? Con la misma metodología que intentan
aplicar en Colombia: cooptación aprovechando la proverbial subordinación
castrense al poder civil democrático. Es claro que, a Cepeda, de Roux, Samper,
Timochencko, las FARC, ELN, cartel golfo y otros de su especie, no les interesa
destruir el Ejército Nacional. Sería un desastre, para ellos en particular. Su
objetivo es manipularlo para que, como en Venezuela, se convierta en su guardia
pretoriana y en un invitado de segunda en la orgía de destrucción socialista
del país. Ya hicieron una prueba con sus perversas propuestas sobre la inteligencia
militar y el ascenso de mandos. En un próximo paso, protestas civiles
callejeras, acciones terroristas de células elenas en las principales ciudades
y ataques a la FFPP por muchachos engatusados por las FARC, perturbarán la
tranquilidad ciudadana y la prensa proclamará la incapacidad la FFPP para
cumplir su misión constitucional de seguridad pública. Se necesitará
“reformarla” o “fortalecerla” con las propuestas que harán Cepeda y compinches,
con las cuales también tratarán de congraciarse con los enemigos de su ADN
político, o sea el marxismo leninismo y la combinación de todas las formas de
lucha. En medio de reformas económicas, sociales, políticas, culturales, con
falsas zalamerías y gestos conciliatorios, entramparán la FFPP en una
legislación izquierdizante y la irán convirtiendo paulatinamente en el Corp
de Gard de ellos, los enemigos del estado-nación democrático y liberal. Más
temprano que tarde nos sorprenderemos oyendo a nuestros soldados gritando:
“Patria, socialismo o muerte” y controlados por comisarios cubanos. Es asunto
de método. Una vez en el poder, (¿en el 2022?), las guardias campesina,
indígena y cimarrona, ampliarán su misión a la defensa nacional, apoyados,
naturalmente, por sus actuales jefes narcos. Sí. Como en Venezuela.
Ante
este panorama, los hombres y mujeres de la Reserva Activa deben fortalecer su
activismo político en todos los grupos, organizaciones, mesas de trabajo,
centro de estudio, etcétera, en que se encuentra dispersa. Más que unión, la RS
necesita un eje referencial y articulador que permita a esta miríada de
organizaciones identificarse en los principios fundamentales que durante dos
siglos ha defendido la institución: familia, religión, propiedad privada, libre
empresa y libertad individual. Punto de partida para, parafraseando la Oración
Patria: “llegado el caso, defenderte en
democracia”, ahora con votos como no se podía hacer cuando se estaba bajo
banderas.
Colombia es la joya de la corona del COT-comunismo cuyos planes están en ejecución. No nos cansaremos de repetir, vamos camino, no a Damasco, sino a Caracas, vía La Habana.