Por Andrés de Bedout Jaramillo*
La privación de la libertad del senador Álvaro Uribe y la no privación de la libertad del senador Santrich, obligan sin dilación alguna a reformar el congreso y las cortes de nuestro país, algo muy grave está pasando en su interior para que se den estas diferencias tan supremamente raras.
Beneficiar a un senador
de extrema izquierda, guerrillero, delincuente, otorgándole la posibilidad de
defenderse en libertad, que terminó en fuga, porque todos estábamos seguros,
hasta sus propios compañeros de bancada, de que se fugaría para seguir
delinquiendo y privar de la libertad a una persona que ha trabajado sin
descanso por el país, que todos sabemos que no se va a fugar, porque nunca le
ha escurrido el bulto a nada, es un contrasentido de tal magnitud, que la
sensación de invasión de la política en la justicia, pasa a ser una realidad que
hay que corregir de inmediato.
Si no se reforman los
poderes legislativo y judicial, adelgazándolos, independizándolos y
volviéndolos eficientes, nuestro país seguirá por el sendero incorrecto, de un Estado
gigante, insostenible, ineficiente, con un desequilibrio, donde no van a poder
prosperar ni siquiera los miembros de esos cuerpos colegiados, sumidos en el
desprestigio y la desconfianza.
Con una cámara
legislativa y con una corte judicial tenemos, eso sí, integradas por personas
de altísimas calidades morales, culturales y profesionales, que sean prenda de
garantía en el ejercicio de sus responsabilidades y motivo de orgullo y
confianza para el país.
Llegó el momento
impostergable de que las reformas propuestas por Uribe, de años atrás, para
estas instituciones fundamentales en el buen funcionamiento del Estado colombiano,
se lleven a cabo con rapidez, así toque echar mano de los mecanismos
constitucionales establecidos, donde seamos los colombianos los que demos la
orden, como constituyentes primarios, habida consideración de que el congreso
actual no ha tenido la grandeza de hacerlo.
Pedirle a la Corte
Suprema de Justicia que le permita al senador Uribe, en libertad y en el
senado, ayudar a sacar adelante estas reformas, y a su vez que se defienda de
las acusaciones que se le indilgan, no es pedirle mucho. Ellos saben que él no
se pondrá en fuga, saben que su experiencia, su conocimiento y su inteligencia,
permitirán producir en el congreso o en una constituyente si es del caso, las
reformas urgentes requeridas por el país y más en estos muy difíciles momentos
que vivimos y con tendencia a ser más difícil aún más con los efectos del
coronavirus, donde el desempleo por la masiva quiebra de los sectores formales
e informales, resentirá fuertemente los ingresos del Estado, lo que afectará el
poder sostener instituciones tan costosas e ineficientes como las que manejan
los poderes legislativo y judicial, además de las entidades de vigilancia y
control conocidas, para resumir, como las IAS.
El presidente Duque
debe montar inmediatamente una estrategia que detenga esta carrera absurda de
polarización, convocando a los acuerdos políticos y patrióticos que beneficien
a los colombianos y que permitan la unidad, el equilibrio y la sensatez,
necesarias para enfrentar la crisis.
La experiencia y el
conocimiento de Uribe es fundamental en esos diálogos y a la Corte no le cuesta
nada dejarlo en libertad, para que pueda participar en los mismos. A pesar de
sus defectos, sus ideas reformistas son muy buenas, es más, si no hubiera
metido en la consulta popular de su último periodo de gobierno, un tercer
periodo, el pueblo las habría apoyado, y de pronto, ese camino de reformas al
congreso, a las cortes y a las IAS, ya lo habríamos recorrido, pero nunca es
tarde.
La JEP ya tiene los
elementos de juicio suficientes para definir quienes han contado o no la
verdad, quienes han reparado o no a las víctimas y quienes van a o no a repetir
conductas delictivas. Que se pronuncien, esto no da más espera.
A mostrar grandeza, los
de centro, los de izquierda, los de derecha; el interés general y la razón
natural los obliga y nos obliga a todos a cambiar de actitud. Bajémosle a la
confrontación, cumplamos con las obligaciones que nos corresponden, gastemos
las energías en hacerle frente a la situación, a que se tomen las deducciones
constitucionales y legales que les corresponden y a que se procedan con las
reformas necesarias y útiles para el país.
La independencia entre
los poderes solo se logrará si con humildad reconocen que van, que vamos por
muy mal camino y solo conversando pueden convenir e implementar las reformas
que necesitamos para una Colombia, eficiente, sostenible, inclusiva,
responsable y solidaria.
Me resisto a creer que
no seamos capaces de salir adelante, estamos sobre diagnosticados, solo falta
voluntad, grandeza, humildad y acción.
Que nuestro señor Jesucristo, ilumine a todos nuestros gobernantes y dirigentes, para sacar adelante las decisiones y reformas requeridas para el buen funcionamiento del Estado.