Por Antonio Montoya H.*
El adagio popular que dice “divide y vencerás” es el
que estamos viviendo hoy en Colombia. Los grupos de izquierda, exguerrilleros,
comunistas, y todas las otras facciones que se mimetizan en el ejercicio de la democracia,
sí están unidas, cumplen a raja tabla sus objetivos, no cesan día y noche de
“trabajar” para lograr el poder, y no es de hoy, es desde hace muchos años que
han venido forjando el camino para obtener el control del gobierno. Cada uno
cumple una función para poner contra las cuerdas al gobierno y lograr que en las
próximas elecciones lo tenga al borde del colapso. Es un plan que se va
desarrollando día a día y lo percibimos todos en la radio, la prensa, la
televisión; todos van contra la institucionalidad, la que les abrió el camino,
esta llamada democracia, que como bien piensa la ciudadanía, es la mejor
forma de gobernar, pero ella misma permite para que quienes se quieran
aprovechar se apoyen en ella para destruirla.
Un solo ejercicio, simple, pongo a consideración de
ustedes: analicemos quiénes gobiernan las tres primeras ciudades de Colombia hoy.
La respuesta es obvia, personas de izquierda, con tradición en la subversión
como es Cali y Bogotá. Hay algunos otros en regiones del país, pero lo
principal está en sus manos. Allí vemos como la alcaldesa de Bogotá, confronta
al presidente en todo, lo culpa de sus males, no de sus decisiones, actúa como
si estuviera en campaña y tiene prensa, radio y televisión, para actuar contra
la democracia. Me pregunto yo si en estos meses a gobernado bien o simplemente
esta dando bandazos a diestra y siniestra con sus decisiones de ciudad.
Medellín ni hablar, cada día el caos es mayor. Mostró
el cobre desde los primeros meses de su mandato y algunos de sus asesores ya le
están dando la espalda. Lo que ocurrió con EPM, transformación de su objeto
social, retiro del proyecto cuando lo había presentado a discusión al Concejo
de la ciudad, el manejo de la pandemia, la crisis de gobernabilidad en EPM,
RUTA N, en el aeropuerto de la ciudad y así, sucesivamente, el juego de las
decisiones, pero escuchando a sus asesores Petro, y otros a los que sí les
cumple. Qué horror. También lamento la ausencia de los concejales de
Medellín en este debate, con excepción de uno o dos, nada pasa allí.
Cali, repitiendo la historia de hace algunos años,
lo que avanzó, lo retrocede y así va desarrollándose el plan, caos,
desestabilización y obtención del poder total.
Se les olvida a los ciudadanos, a los partidos
históricos, a los nuevos partidos y a sus líderes que, si no hay compromiso
real para que el cambio sea efectivo, perderemos lo que en tantos años de
democracia se ha logrado,
libertad e igualdad. Hoy ya no tenemos justicia, a duras penas el
legislativo funciona y el ejecutivo se va quedando solo.
El país vive día difíciles acrecentados por la
crisis del virus que se nos metió hasta el alma, por la poca coherencia de
quienes nos representan, por no escuchar la voz del pueblo, cuando pide cambios
simples pero profundos, que se vean reflejados en empleo, salud, recreación,
seguridad y un mayor bienestar. Para ello se debe empezar con un acuerdo de
gobernabilidad entre las fuerzas verdaderas de la democracia, no aquella que
recibe todo y no da nada a cambio, la que logró una firma de paz espuria, que
concedió escaños en el gobierno a los que por años y años acabaron con los
pueblos colombianos, que asesinaron, violaron, secuestraron y extorsionaron sin
remordimiento alguno y hoy son los adalides de la verdad. Qué horror.
Observo como los líderes de los partidos, Andrés
Pastrana, el expresidente César Gaviria, hoy presidente eterno del partido
liberal y el doctor Germán Vargas, cada uno tira por su lado, retiran apoyo al presidente
y eso no conviene. Estos representantes de los colombianos deben buscar es
unidad, organización, y plan de trabajo conjunto, no divisiones, porque así
perderán y lamentarán su actuar. Se requiere es grandeza de corazón y de mente
para mantener la mecha encendida de la democracia y que no acabemos como
algunos países vecinos, la noche podría ser larga y llena de lamentos.
En fin, escribimos con la ilusión de que nos oigan,
porque esta voz es la misma que otras personas tienen y que guardan la
esperanza de que analicen nuestros líderes estas opiniones y corrijan el camino.
Estamos luchando contra nosotros mismos, no contra
aquellos que buscan el caos y la desestabilización para beneficiarse de ello y
tomar el poder, y así gozan y nos destruyen esperando simplemente que se acaben
las oportunidades de redención.