Por Pedro Juan González Carvajal*
Oikos “(griego:οἶκος, plural: οἶκοι), el equivalente al término "casa" en la Grecia Antigua, es el conjunto de bienes y personas que constituía la unidad básica de la sociedad en la mayoría de las ciudades-estado (polis), e incluía a la cabeza del oikos (el telestai, generalmente el varón de mayor edad ‒el equivalente‒”.
El
prefijo oikos griego y su equivalente
eco latino moderno, está asociado al lugar de habitación. ecología, economía, ecosistema, hacen parte de palabras y
conceptos asociados.
El
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo ‒PNUD‒ no se queda atrás y
define como ecodesarrollo “el nivel de desarrollo socialmente justo,
económicamente viable y ecológicamente compatible”, definición inspiradora
que lamentablemente no ha podido ser implementada.
Asociado
al ecodesarrollo se determinan la factibilidad,
la sostenibilidad, la viabilidad y la sustentabilidad de las organizaciones y
todo esto debiera redundar en la capacidad de estar bien y de generar bien
estar ‒bienestar‒ para toda la población, de una manera equitativa y digna.
Finalmente,
independientemente de la arista a partir de la cual queramos iniciar alguna
reflexión o discusión, el común denominador y el foco central deberá ser la
vida. Y no solo la vida humana, sino la vida en su completa extensión y
dimensión, para que el concepto de ecosistema
adquiera verdadero sentido. Y es que el ecosistema
contiene los diferentes hábitats sobre los cuales se despliegan los diferentes
tipos de seres, alrededor de sus particulares y asombrosos ciclos de vida.
Con razón
los llamados filósofos Pre Socráticos estaban interesados en entender cómo
funcionaba la naturaleza, ya que en ella están la mayoría de las respuestas a
nuestras inquietudes y es donde a la luz de algunos pensadores, está Dios
escondido debajo de cualquier piedra.
Y es que
lamentablemente, cuando hablamos de desarrollo, de manera coincidencial, se
atenta contra la vida, se genera destrucción y contaminación en cualquiera de
sus formas, y afectamos de manera inapropiada y egoísta las formas de vida de
otras especies, apareciendo el hombre como el máximo depredador y el mayor
ensuciador entre todos los seres vivos que hemos pasado por este maravilloso
planeta. Mientras el concepto de desarrollo no esté asociado con el concepto de
vida, no habrá nada que hacer.
Vinculado
al concepto de desarrollo está el concepto de progreso, el cual es generalmente
construido de modo artificial e impuesto por métodos usualmente violentos, casi
siempre, desde el ejercicio de poderes externos. Se hace necesario también, que
el concepto de progreso esté asociado a la promoción, cuidado y respeto por la
vida en todas sus formas y expresiones.
Debemos
dar muestras entonces, que hoy, en plena edad del conocimiento, alrededor de lo
que llamamos sociedad del conocimiento, sí exista conocimiento.
Es a
partir de este conocimiento y reconocimiento de nuestra realidad, que podremos
comportarnos como seres inteligentes y más aún, como seres éticos.
La
valoración y defensa de la vida, nos facilitará la construcción de una Cultura
de la Vida, cultura que debería estar insertada en nuestro ADN y reivindicada
permanentemente desde nuestros sistemas y procesos educativos como única
alternativa para que el respeto, la tolerancia, la armonía y la convivencia
pacífica pasen de ser posturas deseables, a ser realidades contrastables.
Ahora
bien, como esta cultura es vívida y no letra inerte, debemos garantizar que,
desde los procedimientos básicos y elementales de la crianza, los padres de
familia y los docentes, profesores y maestros, todos al unísono, compartamos el
mismo guion alrededor del respeto por la diversidad, por el otro, por la
naturaleza, por la comunidad.
De
nosotros depende, a todos nosotros nos compete, la defensa de la vida por la
vida misma.
Sin
embargo, muy a mi pesar, parece que los humanos no entendemos o no queremos
entender. Un ser humano respira unas 20 veces por minuto durante toda su
existencia, y a pesar de esta realidad, no hacemos nada por dejar de ensuciar
el aire que obligatoriamente tendremos que respirar. ¿Homo Sapiens?
REFLEXIÓN:
El jueves 9 de julio sale llorando por TV el Director General de la
Organización Mundial de la Salud. El 11 de julio sale Trump con tapabocas. Cada
día hay más primeros mandatarios de diferentes países con pruebas positivas de
COVID-19. Medellín hace una excelente gestión de contención para el virus, pero
al menor descuido, o decisiones bien intencionadas, pero mal planificadas como
el día sin IVA, que traen asociados sus terribles costos, hacen que los casos
de contagio se hayan disparado. Ningún centro científico de investigación ve
probable una vacuna aplicable masivamente en Colombia antes de 18 meses. El
aliento económico del sector privado llegó a su fin para mantener un
aislamiento, así sea sectorizado. Los recursos del Estado colombiano no son
suficientes para atender la pandemia y subsidiar las necesidades básicas de la
población improductiva por efecto de la emergencia. Queda demostrado hasta la
saciedad, el mal manejo y la falta de planificación e inversión en temas de
salud pública, por parte de la clase dirigente de este país en los últimos
decenios. Y por último, se desnuda la pésima formación ciudadana que desde las
familias en la primera crianza y desde las distintas instituciones educativas
de todos los niveles, se está entregando a la sociedad. Algo hay que hacer, pero
ya, pues no es un asunto de buenas intenciones o de buenos propósitos, si no de
resultados tangibles con respecto a un comportamiento ciudadano serio,
responsable, solidario, cívico y disciplinado, que hoy brilla por su ausencia
en el más alto porcentaje de los casos.
Por ahora
y ante este sombrío panorama, la única recomendación razonable es mantenernos
confesados.
NOTA: Mi completa solidaridad con el señor gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida Familia.