Por
Antonio Montoya H.*
En Colombia tenemos todos los días nuevos acontecimientos que de un tajo borran las noticias del día anterior, conllevando con ello, al olvido y a la poca importancia de lo pasado. Es algo a lo que nos vemos abocados y sirve para todo, desde tapar comportamientos indebidos, hasta sacar al aire los actos de corrupción porque los mismos personajes saben que al día siguiente no volverán a estar en la picota pública y eso es consecuencia sin duda alguna de la avidez de la noticia y de la primicia; queda poco para el estudio, análisis y seguimiento de lo ocurrido ya este sea bueno o malo.
La democracia tiene una reglas claras, libertad de prensa, libertad de opinión, derecho a la propiedad privada, a la libre iniciativa, libertad de empresa, de trabajo, de oficio, respeto por los demás y de sus creencias y manifestaciones de género, respeto por las razas, religión, política, en general podemos decir que son todas las libertades y posibilidades de desarrollo humano, pero eso sí, respetando el derecho de los demás, ceñimiento a la verdad, no a la especulación, a la falsedad y a la mentira. Todos nos sometemos a ese gran logro de la revolución francesa “libertad, igualdad, fraternidad”, que son en los que se basa nuestra democracia, siendo aportes de dicha revolución al constitucionalismo moderno.
En
nuestra democracia actual, por causa de la polarización tan severa que tenemos,
estamos llegando al límite de la estabilidad institucional, por cuanto todas
las partes están tomando partido o simplemente aprovechan para sacar beneficio propio
de lo que está sucediendo, lo que no es bueno, por el contrario, es nefasto
para el desarrollo social y económico del país.
Lo
hemos dicho en varias oportunidades, la democracia subsiste si la
institucionalidad funciona, si las ramas del país son independientes unas de
otras y así puedan ejercer sus precisos objetivos, para la justicia, la
aplicación pronta de la ley, para el congreso, legislar con análisis y probidad
la creación de las leyes, y para el ejecutivo, aplicar y dar vida a las
políticas económicas y sociales en las cuales debe enmarcar su acción diaria.
Hoy no
tenemos nada de eso, ni la justicia opera, ni el congreso genera credibilidad y
el ejecutivo, por causa de la pandemia, tiene dificultades en el desarrollo
normal de su actividad. Aquí es donde aprovechan las fuerzas del desorden para
desestabilizar a incitar a la desobediencia ciudadana, a crear caos, porque
allí ven una oportunidad para vencer y llevar a este país hermoso, por sus
riquezas naturales y su gente, al despeñadero, igual al camino escogido por sus
amigos gobernantes venezolanos.
Por ello, conversando de estos temas con el exmagistrado Jose Gregorio Hernández, coincidimos, que él, con su medio de la “Vos del derecho” y yo, con “El Pensamiento al Aire”, en que antes de que lleguemos al caos total, debemos buscar voluntades de todas partes de Colombia que ayuden a través de la “academia del derecho” a encontrar los caminos de estabilidad jurídica y económica para enrutar nuestra institucionalidad. No se trata de un partido político, se trata de aprovechar el conocimiento, la experiencia, la vocación de servicio, de miles de profesionales del derecho que aún creen que podemos sentarnos a repensar este país, bajo el único principio de mantener la democracia y fortalecer la gobernabilidad. Es una oportunidad única para dar un salto que evite la confrontación y construyamos juntos una gran democracia.