Pedro Juan González Carvajal*
Coinciden algunos de los principales analistas y comentaristas del mundo contemporáneo, que el momento de crisis por el cual atravesamos no tiene antecedentes en la historia, y que lamentablemente, ha coincidido la aparición de la bendita pandemia, con el momento en que más escasos son los líderes mundiales (que entre otras cosas no se ven y no se identifican) y cuando más opacos son en su conjunto, los gobernantes en ejercicio a lo largo y ancho del planeta.
En la mayoría de los
casos, los gobernantes de turno son los responsables directos de las
polarizaciones que se agudizan al interior de sus países, de la fractura del
necesario equilibrio de poderes y del desmembramiento de la tan anhelada y
dispendiosamente construida, comunidad internacional.
Irrespeto por los pactos
firmados, discontinuidad de políticas y programas, y engreimientos y soberbias
propios de las monarquías, son las señales que hoy se ven, fuera de la falta de
preparación y la falta de carácter de las cabezas de los sistemas republicanos en
el ámbito ejecutivo, obviamente, con las naturales excepciones propias de
cualquier actividad humana.
Que los presidentes y
primeros ministros de muchas partes del planeta hubieran tenido que esperar a
que apareciera una pandemia que distrajera a los ciudadanos y aplazara sus
reclamos y descontentos, para comenzar a gobernar o para simular que gobiernan,
los convierte en seres débiles, que con ganada razón, no cuentan con el mínimo de
gobernabilidad y de aceptación que sirven como respaldo a la legitimidad de un
mandato constitucional.
Se supone que para abajo
de una cuesta las piedras ruedan, y en un momento de crisis, pues le
corresponde al gobernante de turno ponerse los pantalones, remangarse la camisa
y comenzar a actuar, a irradiar aliento, y sobre todo, a servir de inspiración
y de ejemplo.
No es motivo de
agradecimiento que un gobernante haga su trabajo. Para eso luchó hasta con las
uñas para su elección y ahora le corresponde trabajar. El disponer de los
recursos del erario no es cuestión de buena voluntad y de iniciativa personal,
sino que es su responsabilidad la administración de los recursos públicos
aportados por todos los contribuyentes, sin ninguna excepción. ¿Le da usted las
gracias, amigo lector al cajero electrónico cuando le entrega el dinero que
acaba de retirar? Pues claro que no, pues es su dinero y es obligación
entregarlo si tiene saldo favorable o cupo de sobregiro aprobado. Hoy somos
testigos de una especie de piñata donde todos los días se anuncian ayudas,
subsidios, tratamientos especiales, incremento de la deuda pública, liberación
parcial del encaje bancario, acompañados, eso sí, por un séquito de plañideras
que con razón o sin ella se acercan como mendigos a la mesa del rico Epulón
para suplicar sus favores o al menos recoger algo de las migajas que caen de su
mesa.
Es la hora de la
objetividad, de la racionalidad, pero también de la compasión y el respeto, así
como de la solidaridad por parte de todos.
Es hoy cuando se evidencia
la falta que nos hace tener una cultura de la previsión y del ahorro.
Hoy más que nunca se
requiere de la grandeza de las almas y lo que menos se necesita es la
grandilocuencia, o dicho en palabras del común, los discursos politiqueros y
los cálculos políticos.
Finalmente, y ante la
inoperancia de nuestro aparato de justicia, malditos, mil veces malditos sean
los que aprovechan estas penosas circunstancias que estamos padeciendo y esta
grave emergencia, y hacen negocios turbios con las ayudas, las donaciones o los
recursos del Estado, haciendo de la tragedia humana un festín para alimentar la
corrupción.
NOTA 1: Expresa el doctor José Gregorio Hernández G. con
respecto a la presencia de tropas extranjeras en Colombia: “Al tenor de nuestra Carta Política, el solo tránsito -con mayor razón la permanencia- de tropas extranjeras en el territorio colombiano
requiere permiso del Senado, que hoy no está en receso. Y, si lo estuviera, se
requeriría concepto previo del Consejo de Estado”. En este asunto no opino pues no soy experto en el tema.
Las que sí me parecen simpáticas son las voces patrioteristas de aquellos que
inmediatamente salen a vociferar reclamando respeto por la soberanía nacional,
siempre tan pisoteada. Es como si las prostitutas lideraran una campaña en pro
de la virginidad.
NOTA 2: Pasaron de agache los gremios económicos y los
defensores de la economía de mercado ante la desconcertante intervención del primer
mandatario para vetar el nombramiento de quien había sido electo por su Junta
Directiva como presidente de Asocaña. Muy mal mensaje por lado y lado.
NOTA 3: Mi completa solidaridad con el señor gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.