José Alvear Sanín*
Los
promotores de la agenda LGTBI no deben ser perseguidos, pero tampoco
patrocinados por el gobierno. Si constituyen un movimiento político, no pueden
recibir auxilios del erario. Si son un movimiento antirreligioso, menos.
La
igualdad ante la ley exige que el gobierno sea neutral frente a todos los
movimientos e ideologías que pretenden influir sobre las creencias y opiniones,
especialmente en temas tan sensibles para la inmensa mayoría de los colombianos.
Por
eso es lamentable e inaceptable ver cómo en muchos municipios del país, incluso
en algunos del Oriente antioqueño, se asignan partidas para apoyar el activismo
LGTBI. En las capitales departamentales ese apoyo oficial es impresionante.
Un
derecho de petición presentado por el señor Mauricio Duque obtuvo detallada
respuesta de 21 páginas, del Municipio de Medellín, en relación con el periodo
2016-2019.
He
sumado todas las partidas con las que se financiaron durante ese cuatrienio
actividades de proselitismo, jolgorio, desfiles, publicaciones, documentales,
etc., de ese colectivo, hasta alcanzar la suma de $5.472 millones, dentro de
los cuales $638 corresponden a fiestas y $598, al desfile gay 2019.
Sería
conveniente saber a cuánto ascienden las ayudas presupuestales durante sus
periodos, previstas por las administraciones de Medellín (Quintero) y Bogotá
(Claudia), especialmente.
***
“El Dique
Iluminado”, de
Álvaro Uribe Rueda. Muchos de los mejores libros
aparecen con una pequeña tirada, circulan entre los amigos del autor (que no
siempre los leen), poco se ocupa de ellos la prensa y luego siguen hacia un
inmerecido desconocimiento, como ocurre con una obra excepcional, Bizancio, el Dique Iluminado. La concepción
mística del universalismo, sus raíces judías y helénicas y su herencia
cristiana, de Álvaro Uribe Rueda (1923-2007), a quien recuerdo como
director del semanario La Calle.
En ese
órgano del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) escribían
Indalecio Liévano Aguirre, Felipe Salazar Santos, Hugo Latorre y, desde luego,
Alfonso López Michelsen, orientador de esa tendencia. Opuestos al Frente
Nacional, seguían una línea izquierdista, polémica y sectaria, pero siempre
brillante. Sus colaboradores pronto ocuparían curules en ambas cámaras, como
Uribe Rueda, que se destacó pronto en el Senado, al que asistió en varios
periodos, pero cuando López Michelsen ingresó al gobierno de Carlos Lleras, esa
revista se extinguió y Uribe Rueda, en protesta por el cambio de rumbo, se
alejó de su jefe. Se perdió así el político, pero larguísimos años de estudio
dieron lugar al historiador y pensador que, por desgracia, pocos colombianos
conocen.
La
primera edición de El Dique Iluminado,
de Herder-Bogotá, pasó prácticamente desapercibida, y lo mismo ocurrió con la
segunda, del Instituto Caro y Cuervo (Bogotá; 1997, 602 p.).
En la
bibliografía colombiana no hay obra comparable. El tema, arcano para nosotros,
es tratado con erudición, profundidad y objetividad. Después de asistir al
germinar del pensamiento griego y estimar los aportes de Roma, continúa con el
fenómeno helenístico, el crecimiento del cristianismo y su conquista del
Imperio. Después se pasea por los quince siglos del Imperio Romano de Oriente.
Por esas páginas, de impecable factura, desfilan Constantino y Justiniano, los padres
de la Iglesia, la instalación de la sede imperial en Constantinopla, la
prosperidad de esa urbe, su accidentada historia entre disputas teológicas,
Cruzadas e invasiones, sin descuidar el Cisma y las múltiples tentativas por
superarlo, mientras crece el poder pontificio en Roma.
Y así
sucesivamente, hasta la caída en manos de los otomanos, en 1453, cuando allí se
instala otro imperio que llamará a la urbe Estambul.
Lo
anterior es parte apenas de la multitud de temas históricos, filosóficos y
teológicos que el libro trata con especial acierto, abriendo al lector
perspectivas insospechadas sobre temas que antes parecían ampliamente
esclarecidos.
Mientras
leía este portentoso y equilibrado libro, pensaba al lado de cuál ponerlo en mi
panteón personal, hasta que me acordé de The
Decline and Fall of the Roman Empire (1776), de Edward Gibbon, que trata
también del Imperio Bizantino, pero que por su anticatolicismo obsesivo no ha
podido perdurar como historia, aunque difícilmente podrá ser superado como la
más elegante, armoniosa y sonora prosa inglesa.
***
¡El ELN es capaz de engañar en su “buena fe” a sus jefes del gobierno cubano, pero nunca será capaz de enredar a Miguel Ceballos e Iván Duque!