Por John Marulanda*
La justicia
norteamericana, sólida, pragmática y severa, después de una década de
investigaciones acusó formalmente de narcoterrorismo a Maduro, a su banda y a
cabecillas de las FARC. No es de extrañar. Desde los 80, un dogma moral
comunista ha sido que las drogas envenenan y debilitan al enemigo imperial al
tiempo que proveen recursos para la revolución.
Esta verdad judicial cae en medio de una pandemia que amenaza debilitar la
economía norteamericana y arriesgar la reelección de Trump; potenciar a la ladina
China; llevar al desastre total a Venezuela, ahora sin petrodólares y hundir a
Latinoamérica en una severa crisis humanitaria y de violencia. Aunque el modelo
Causa Justa (Panamá, 1989) no aplica, sí podría darse una operación
sofisticada, para la cual US posee las mejores capacidades del mundo, además de
experiencia. De paso, esperaríamos que nuestras fuerzas especiales apoyadas por
los Seals, neutralicen a Márquez y a Santrich, cómplices de Maduro, y
los lleven a enfrentar una justicia seria. El aplauso sería atronador en toda
Colombia.
Las opciones de la camarilla madurista son calamitosas. Dejar el poder y
acogerse a la transición que propone Washington, no es redituable para ellos.
Igual Maduro y otros seguirán reclamados por la justicia del Norte y las
confesiones de los generales Alcalá y Carvajal, serán los clavos más largos del
cajón. Huir es muy riesgoso: hacia afuera, amenaza captura y hacia adentro
traición, sino linchamiento. Montar un zafarrancho, interno con autoatentados o
externo en la frontera con Colombia, igual culminaría con Maduro caído. Es
probable una vendetta, no sin sangre, al interior de la pandilla que
involucraría a los colonizadores sargentones habaneros presentes. Sería una
versión tropical de la operación Walkiria (Alemania, 1945), con algún
“cuatriboliao” (venezolanismo que significa decidido) coronel Stauffenberg
patriota. La “salida de las fuerzas extranjeras” que exige la Casa Blanca, pone
el toque geopolítico del asunto, frente a lo cual Miraflores rechaza,
cínicamente, cualquier “tutelaje extranjero”. La propuesta de US, garantiza la
permanencia del actual alto mando militar durante el periodo de transición,
dándole protagonismo histórico al general Padrino y estableciendo un mínimo de
seguridad para evitar una confrontación interna que desbordaría fronteras. La
oficina de Asuntos Venezolanos, establecida en Bogotá en octubre del 2019 para
“trabajar por la restauración de la democracia" en ese país, jugará su rol
en todas las acciones, políticas o no, pero especialmente de “reconstrucción”,
que el Departamento de Estado decida adelantar en Venezuela.
Así están las fichas del dramático e interesante tablero regional, mientras
estamos en cuarentena.