jueves, 9 de abril de 2020

Vigía: Venezuela, virus, dólares y AK-47


Por John Marulanda*

Jhon Marulanda
La justicia norteamericana, sólida, pragmática y severa, después de una década de investigaciones acusó formalmente de narcoterrorismo a Maduro, a su banda y a cabecillas de las FARC. No es de extrañar. Desde los 80, un dogma moral comunista ha sido que las drogas envenenan y debilitan al enemigo imperial al tiempo que proveen recursos para la revolución.

Esta verdad judicial cae en medio de una pandemia que amenaza debilitar la economía norteamericana y arriesgar la reelección de Trump; potenciar a la ladina China; llevar al desastre total a Venezuela, ahora sin petrodólares y hundir a Latinoamérica en una severa crisis humanitaria y de violencia. Aunque el modelo Causa Justa (Panamá, 1989) no aplica, sí podría darse una operación sofisticada, para la cual US posee las mejores capacidades del mundo, además de experiencia. De paso, esperaríamos que nuestras fuerzas especiales apoyadas por los Seals, neutralicen a Márquez y a Santrich, cómplices de Maduro, y los lleven a enfrentar una justicia seria. El aplauso sería atronador en toda Colombia.

Las opciones de la camarilla madurista son calamitosas. Dejar el poder y acogerse a la transición que propone Washington, no es redituable para ellos. Igual Maduro y otros seguirán reclamados por la justicia del Norte y las confesiones de los generales Alcalá y Carvajal, serán los clavos más largos del cajón. Huir es muy riesgoso: hacia afuera, amenaza captura y hacia adentro traición, sino linchamiento. Montar un zafarrancho, interno con autoatentados o externo en la frontera con Colombia, igual culminaría con Maduro caído. Es probable una vendetta, no sin sangre, al interior de la pandilla que involucraría a los colonizadores sargentones habaneros presentes. Sería una versión tropical de la operación Walkiria (Alemania, 1945), con algún “cuatriboliao” (venezolanismo que significa decidido) coronel Stauffenberg patriota. La “salida de las fuerzas extranjeras” que exige la Casa Blanca, pone el toque geopolítico del asunto, frente a lo cual Miraflores rechaza, cínicamente, cualquier “tutelaje extranjero”. La propuesta de US, garantiza la permanencia del actual alto mando militar durante el periodo de transición, dándole protagonismo histórico al general Padrino y estableciendo un mínimo de seguridad para evitar una confrontación interna que desbordaría fronteras. La oficina de Asuntos Venezolanos, establecida en Bogotá en octubre del 2019 para “trabajar por la restauración de la democracia" en ese país, jugará su rol en todas las acciones, políticas o no, pero especialmente de “reconstrucción”, que el Departamento de Estado decida adelantar en Venezuela.

Así están las fichas del dramático e interesante tablero regional, mientras estamos en cuarentena.