domingo, 5 de abril de 2020

Lo bueno y lo malo


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Continuar hablando de la pandemia causada por el covid 19 y de la cuarentena en nuestra tierra es repetir historias ya conocidas, noticias y augurios positivos o negativos. Al pasar los días este asunto que nos tocó vivir, que nos llegó casi que de sorpresa permite reflexionar y tiene necesariamente que dejar enseñanzas a todos nosotros, en cuanto a la forma en que veíamos el planeta tierra, inmenso y dividido por territorios, y liderado por seres humanos de ideologías diferentes, que se creían y siguen creyendo que son mejores que los demás. Controlan unos a sus ciudadanos con fiereza y muerte, otros con respeto y dignidad por sus congéneres, pero a ambos les tocó entender que no hay poder absoluto, que ellos no son la salvación y que deben entender que con la naturaleza no se juega, que la vida da giros impredecibles y que de un día al otro los que están arriba pueden quedar abajo y no se requiere sino que un suceso extraño, poco corriente ocurra y haga cambiar las costumbres y pensamientos de los pueblos.

Nosotros hemos actuado con respeto por la norma, hemos acatado las decisiones de los gobernantes, inicialmente, en forma parcial, las ordenes de los alcaldes y luego en forma unificada las del gobierno central, entendiendo que se actuó a tiempo, con presteza y diligencia. Por eso la curva de la pandemia se va controlando y no se ha congestionado el sistema de salud.

Hemos acatado el pico y cédula para mercar, para utilizar el servicio público, y evitar congestiones.

Las empresas grandes han aportado dinero y equipos, y mantenido el empleo porque tienen caja para hacerlo.

El gobierno ha sido proactivo y ha ayudado a algunos sectores de la sociedad, pero ha sido negligente frente al llamado social de los artistas de Colombia que son muchos, muy importantes y valiosos para la convivencia, la cultura y el disfrute social.

Las pequeñas y medianas empresas también acataron la orden de cuarentena, unos han podido pagar sus nominas y otros no, porque el factor caja es vital para lograr que ellos cumplan con ese objetivo. Siguen manteniendo el empleo sin pago y con la esperanza de reintegrarlos al trabajo. Unos y otros recurren al malabarismo económico y se sostienen con el fiado, tarjetas de crédito si las tienen, y con la esperanza de la reactivación. Otros han tenido que recurrir a sacar a los trabajadores a vacaciones anticipadas ayudándose así para que cuando regresen ya puedan prestar el servicio constantemente.

Los 22 millones de trabajadores informales, están viviendo de los subsidios del Estado, de las ayudas de familiares y amigos, pero hasta cuándo podrán hacerlo; estos días para ellos han sido infernales acompañados del sufrimiento de sus hijos, esposas y parientes cercanos porque ellos sí tienen solidaridad entre ellos, se acompañan y comparten lo que tienen.

Todos por la razón o por la necesidad, entendemos que el abrazo, el beso, el saludo de manos, ya son cosas del pasado; que debemos lavarnos las manos muchas veces en el día y que la higiene general es necesaria en la cotidianidad si queremos evitar la propagación del virus. Esto cambia drástica y dramáticamente el comportamiento ciudadano.

Ahora bien, hemos aprendido de las dificultades y han surgido cosas buenas en el entorno familiar y en la solidaridad general, pero no podemos seguir en cuarentena, porque lo que ha sido bueno se convierte en un grave problema de subsistencia ciudadana, de caos y de violencia. Estamos teniendo brotes de robos, ataques a vehículos de alimentos, indisciplina en algunos sectores de las ciudades, falta de dinero para alimentación y entonces ello puede conllevar al efecto contrario, un despelote social con lo que se pierde la tarea que el gobierno y los ciudadanos estamos haciendo para mitigar los efectos de contagios múltiples que colapse el sistema de salud.

Es, además, necesario que el gobierno entienda que los estudiantes y mayores de 70 años, deben seguir en cuarentena por su vulnerabilidad, pero los otros debemos salir a trabajar con cuidado, con lo aprendido y continuar la vida.

El 85% de los municipios de Colombia no tienen casos de contagio, abramos esos municipios para que allá, la vida tenga normalidad. Deben mantenerse cerradas las fronteras y organizar el transporte de alimentos.

Las grandes ciudades, deben generar formas de ingreso, establecer días de trabajo por cédula y turnos en las empresas y negocios. Es necesario que reactivemos la economía, de lo contrario tendremos pandemia y crisis económica; todo tiene su límite para lograr el resultado, esa justa medida es la que tendrá que evaluar el gobierno para evitar el colapso.