Por Antonio Montoya H.*
Continuar hablando de la pandemia causada por
el covid 19 y de la cuarentena en nuestra tierra es repetir historias ya
conocidas, noticias y augurios positivos o negativos. Al pasar los días este
asunto que nos tocó vivir, que nos llegó casi que de sorpresa permite
reflexionar y tiene necesariamente que dejar enseñanzas a todos nosotros, en
cuanto a la forma en que veíamos el planeta tierra, inmenso y dividido por
territorios, y liderado por seres humanos de ideologías diferentes, que se
creían y siguen creyendo que son mejores que los demás. Controlan unos a sus
ciudadanos con fiereza y muerte, otros con respeto y dignidad por sus congéneres,
pero a ambos les tocó entender que no hay poder absoluto, que ellos no son la
salvación y que deben entender que con la naturaleza no se juega, que la vida
da giros impredecibles y que de un día al otro los que están arriba pueden
quedar abajo y no se requiere sino que un suceso extraño, poco corriente ocurra
y haga cambiar las costumbres y pensamientos de los pueblos.
Nosotros hemos actuado con respeto por la
norma, hemos acatado las decisiones de los gobernantes, inicialmente, en forma
parcial, las ordenes de los alcaldes y luego en forma unificada las del gobierno
central, entendiendo que se actuó a tiempo, con presteza y diligencia. Por eso
la curva de la pandemia se va controlando y no se ha congestionado el sistema
de salud.
Hemos acatado el pico y cédula para mercar,
para utilizar el servicio público, y evitar congestiones.
Las empresas grandes han aportado dinero y
equipos, y mantenido el empleo porque tienen caja para hacerlo.
El gobierno ha sido proactivo y ha ayudado a
algunos sectores de la sociedad, pero ha sido negligente frente al llamado
social de los artistas de Colombia que son muchos, muy importantes y valiosos
para la convivencia, la cultura y el disfrute social.
Las pequeñas y medianas empresas también
acataron la orden de cuarentena, unos han podido pagar sus nominas y otros no,
porque el factor caja es vital para lograr que ellos cumplan con ese objetivo. Siguen
manteniendo el empleo sin pago y con la esperanza de reintegrarlos al trabajo.
Unos y otros recurren al malabarismo económico y se sostienen con el fiado,
tarjetas de crédito si las tienen, y con la esperanza de la reactivación. Otros
han tenido que recurrir a sacar a los trabajadores a vacaciones anticipadas
ayudándose así para que cuando regresen ya puedan prestar el servicio
constantemente.
Los 22 millones de trabajadores informales,
están viviendo de los subsidios del Estado, de las ayudas de familiares y
amigos, pero hasta cuándo podrán hacerlo; estos días para ellos han sido
infernales acompañados del sufrimiento de sus hijos, esposas y parientes
cercanos porque ellos sí tienen solidaridad entre ellos, se acompañan y
comparten lo que tienen.
Todos por la razón o por la necesidad,
entendemos que el abrazo, el beso, el saludo de manos, ya son cosas del pasado;
que debemos lavarnos las manos muchas veces en el día y que la higiene general
es necesaria en la cotidianidad si queremos evitar la propagación del virus. Esto
cambia drástica y dramáticamente el comportamiento ciudadano.
Ahora bien, hemos aprendido de las dificultades
y han surgido cosas buenas en el entorno familiar y en la solidaridad general,
pero no podemos seguir en cuarentena, porque lo que ha sido bueno se convierte
en un grave problema de subsistencia ciudadana, de caos y de violencia. Estamos
teniendo brotes de robos, ataques a vehículos de alimentos, indisciplina en
algunos sectores de las ciudades, falta de dinero para alimentación y entonces
ello puede conllevar al efecto contrario, un despelote social con lo que se
pierde la tarea que el gobierno y los ciudadanos estamos haciendo para mitigar
los efectos de contagios múltiples que colapse el sistema de salud.
Es, además, necesario que el gobierno entienda
que los estudiantes y mayores de 70 años, deben seguir en cuarentena por su
vulnerabilidad, pero los otros debemos salir a trabajar con cuidado, con lo
aprendido y continuar la vida.
El 85% de los municipios de Colombia no tienen
casos de contagio, abramos esos municipios para que allá, la vida tenga
normalidad. Deben mantenerse cerradas las fronteras y organizar el transporte
de alimentos.
Las grandes ciudades, deben generar formas de
ingreso, establecer días de trabajo por cédula y turnos en las empresas y
negocios. Es necesario que reactivemos la economía, de lo contrario tendremos
pandemia y crisis económica; todo tiene su límite para lograr el resultado, esa
justa medida es la que tendrá que evaluar el gobierno para evitar el colapso.