Por Andrés de Bedout Jaramillo*
La
coyuntura actual nos puso a escoger entre la salud y el empleo, ganó la salud y
terminaremos migrando, lo que no sabemos es para dónde.
El grado
de contaminación del aire afecta directamente nuestra salud, causando
enfermedades respiratorias, se trata del aire que respiramos y sin aire para
respirar no es posible la vida.
Yo no sé
cuántos empleos se están destruyendo con las medidas extremas requeridas para
conservar la vida, protegiendo el aire que respiramos, lo cierto es que todos
los negocios del sector formal y del informal también están afectados, y como
no producen ni bienes ni servicios, les toca tomar medidas tristes y extremas,
despedir personal.
El
coronavirus, tiene en estado de semiparálisis las industrias más poderosas del
mundo, el sector de la producción de automotores, el sector turístico, el
transporte aéreo, en fin, todas las cadenas productivas se suspenden cuando
algunos de los suministros, elementos o componentes no pueden llegar a la
cadena productiva.
Hoy hay
gran preocupación con la producción de medicamentos, si algunos esenciales por
falta de un componente, no puede salir al mercado a satisfacer las necesidades
de quienes lo requieren para su vida, se puede agravar el tema de salud.
La
cantidad de empleos en el mundo que se han destruido por la llegada de este
virus, como que son impresionantes; prueba de todo esto la darán los resultados
de las empresas formales y no formales y la caída de las bolsas a nivel
nacional e internacional.
Escuché
que los negocios del hueco están desabastecidos, consecuencia de la semiparálisis
que vive China.
Definitivamente,
primero está la salud que el empleo; lo que pasa es que, si no hay empleo,
tampoco va a haber salud; ¿cómo vamos a satisfacer las necesidades elementales
para vivir? ¿Los Estados, estarán en la capacidad económica y logística para
alimentar, vestir, atender la salud de sus habitantes? No creo, el efecto será
el de más causales de desplazamiento en busca de oportunidades de vida; ya no
solo la gente migra por la violencia, por la sequía, por el invierno, ya
también va a migrar por los virus, por el aire, por el desabastecimiento, por
la falta de empleo.
La vaina
es que los emigrantes generan más problemas, más carencias, más virus, más
violencia, más contaminación, más gente para los Estados sostener y oír eso es
que nadie los quiere en sus territorios.
A lo
anterior tocaría agregarle, como si fuera poco, los problemas de corrupción,
drogas, alcohol, sexo, degeneramiento, egoísmo, falta de solidaridad y otros
males que azotan a nuestras sociedades.
Definitivamente,
todos los días se confirman más las frases de que el hombre es un lobo para el
hombre y sálvese quien pueda.
Yo creo
que todo lo que está sucediendo, obliga a repensar el mundo, vamos demasiado
rápido, olvidando que nuestros planes cambian en un segundo.
El
calentamiento global, la sociedad de consumo, la globalización, el crecimiento
económico, tendrán que regresar a un mundo para la gente, que defina
territorios auto sostenibles, autosuficientes, donde las personas se comporten
bien, se sientan satisfechas con lo necesario, se cuiden entre sí, cuiden el
aire, el agua, los bosques, sean felices con lo que tienen.
Como
vamos, vamos mal, no vamos a ser sostenibles, no vamos a ser autosuficientes,
no vamos a dejar la corrupción, ni el egoísmo, no vamos a cuidar el medio
ambiente, no vamos a dejar de deforestar, los fenómenos naturales, los virus y
las pestes nos van a seguir atacando, nuestra salud se va a seguir
deteriorando, los empleos se van a seguir destruyendo, por qué seguimos
pensando que somos seres superiores, carentes de humildad, de sencillez,
carentes de la que debe ser la principal ambición: la satisfacción del interés
general sobre el interés particular.
O nos
repensamos como personas, como familias, como sociedad, o seguimos trabajando
para auto desaparecernos, auto destruirnos.
Es que ni
sabemos si el coronavirus fue creado por el hombre o por la naturaleza.
Si lo creó
el hombre para enriquecerse, ahí si estamos jodidos.
Lo cierto
si es que la polución en Medellín y su área metropolitana la generamos nosotros
sus habitantes, imposible que no seamos capaces de aportar, todos, nuestro
granito de arena para mejorar el aire que respiramos.
Yo,
insisto, practiquemos las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y oremos para
que nos proteja y nos ilumine o atengámonos a las consecuencias.