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martes, 17 de marzo de 2020

De cara al porvenir: no botemos corriente


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
Para hacer la reflexión que propongo, parto del principio que tenemos una ciudadanía medianamente ilustrada, y que todos los discursos que hemos desarrollado en los últimos años con respecto a la educación, con los enormes recursos asociados, no han sido malbaratados, si no por el contrario, bien empleados y que el nivel educativo e intelectual de los medellinenses y de los habitantes del Valle de Aburrá, ha mejorado.

Dicen los que verdaderamente saben, que la actual crisis ambiental que sufre el Valle de Aburrá es generada por factores externos que nosotros ni remotamente controlamos: de acuerdo con imágenes satelitales, la espesa y densa niebla que hoy nos afecta es originada por incendios agrícolas y forestales al norte de Suramérica, que, aunadas a las condiciones particulares de nuestro valle, pues generan la crisis que hoy vivimos.

Ya en lo que nos toca directamente, es claro qué en el mediano plazo, ante la imposibilidad práctica de implementar medidas radicales, la situación ambiental del Valle de Aburrá no va a mejorar, si no qué, por el contrario, tiende a empeorar. Ya se decía por allá en los años 80, previendo lo que sucedería, y hoy está sucediendo y es una triste realidad, que la calidad de vida de la ciudad, y del Valle de Aburrá como un todo, ambientalmente hablando, aunada a otros factores por todos conocidos, tendería a empeorar y que quienes tuvieran la posibilidad de irse a vivir a otro lugar, pues que lo hicieran. Aun cuando sonaba como un poco apocalíptico, las evidencias impiden descalificar de un todo y por todo, esa aseveración.

Ya los ciudadanos hemos aportado lo que podemos aportar: impuestos, sacrificios, malos ratos, tiempo, entre otros tantos.

El Estado ha tratado de implementar un Sistema Integrado de Transporte alrededor del Metro y de varios modos de movilización, ha impulsado el uso de la bicicleta y ha intervenido y afectado positiva y negativamente muchas vías, pero esto no ha sido suficiente, y para colmo, no se cuenta con un Plan B para enfrentar cualquier inconveniente en el funcionamiento del Metro que es el eje estructural. Tampoco los POT han permitido ir organizando a la gente, de modo que pueda trabajar cerca de su domicilio, para así no tener que generar desplazamientos.

Ahora le corresponde a las empresas de todo tipo prepararse para enfrentar con antelación estos fenómenos que se han vuelto cíclicos, y que apoyados en la tecnología, deberíamos conocer con más anticipación. Eso de estar anunciando cada dos o tres días si se amplía el pico y placa ambiental, es por lo menos, irresponsable. Afortunadamente ya fue ajustado por lo que resta del mes. Por ejemplo: establecer que las 3 primeras semanas de marzo y las 3 primeras semanas de octubre (o el calendario científicamente establecido), el pico y placa será de 24 horas para que todos nos organicemos. Las empresas públicas y privadas y las instituciones educativas deben dejar de mitificar el hecho de que hay que calentar la silla para demostrar que alguien está trabajando y cumpliendo con su deber. Hay que implementar el teletrabajo para aquellas funciones que sean pertinentes y generar un portafolio de horarios de trabajo, concertados a nivel gremial, para no concentrar la movilidad de las personas a ciertas horas pico por todos conocidas y padecidas.

Parece que sí se implementaran medidas como el decomiso inmediato de carros contaminantes, la suspensión permanente y radical de motos de dos tiempos y se obligara a participar de un verdadero proceso de chatarrización de vehículos públicos y privados con respecto a ciertos parámetros, algo podría mejorar, así como cerrar de manera definitiva las fábricas contaminantes e incentivar de manera agresiva, comercialmente hablando, la adquisición de carros eléctricos.

En los Estados Unidos, en la época del presidente Obama, por ejemplo, se incentivó la chatarrización de vehículos privados mediante un acuerdo entre el Gobierno Federal y las grandes ensambladoras para que el Gobierno le aportara como estímulo un bono económico al ciudadano que comprara carro nuevo y chatarrizara el viejo, y las ensambladoras harían un programa especial de descuentos comerciales para promover y fomentar esta estrategia, ganadora para todos.

La actualización del parque automotor y la venta de combustibles cada vez de mejor calidad, mientras se popularizan otras fuentes de energía, son medidas que deben acompañar de manera integral cualquier estrategia.

No podemos seguir haciendo lo mismo, pues no estamos solucionando nada.

Hay que ser creativos y solidarios, a partir de una contundente demostración de educación, civismo y civilidad, para que, con el sacrificio y el aporte de todos, podamos enfrentar este magno problema y podamos defender nuestro hasta hace poco, gran vividero, que es Medellín.

Nota final: tener paciencia también es una forma de colaborar. Estas medidas no pueden ser vistas simplemente como decisiones arbitrarias y molestas. El escenario terrible, sería que llegara el momento de que nosotros mismos no quisiéramos salir de nuestras casas por temor a ver afectada nuestra salud.

Reflexión final: si se demuestra que las causas del inconveniente ambiental son externas y que estamos aplicando los remedios inapropiados para enfermedades que no son, ¿quién responderá por todos los perjuicios? La responsabilidad económica y política debería ser ejemplarizante.

martes, 10 de marzo de 2020

De cara al porvenir: se nos deteriora el vividero



Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
El pegajoso jingle de la Fundación Amor por Medellín donde pondera y promueve los atributos de nuestra ciudad, a pesar de su belleza, se queda corto ante las características particulares que hacen de Medellín una ciudad envidiable ante propios y extraños.

Sin embargo, en los últimos años, hemos venido experimentando cierto deterioro en cuanto a la habitabilidad de la ciudad, que de alguna manera afecta nuestra calidad de vida y pone en tela de juicio aquello de que “Medellín es el mejor vividero”.

No hablo de la estigmatización planetaria asociada al narcotráfico, tampoco de la cantidad de desplazados nacionales e internacionales que llegan a la ciudad, ni del enjambre de personas que viven del rebusque e impactan negativamente los espacios públicos, ni la de inseguridad permanente, ni de los factores negativos que generan desempleo, iniquidad y pobreza.

Hablo de los factores ambientales asociados a las características del escenario geográfico donde habitamos. Hablo del Valle de Aburrá, confinado entre montañas, cuyo río emblemático corre de sur a norte y cuyos vientos lo recorren de norte a sur, vigilado permanentemente por sus 7 cerros tutelares.

Este escenario, se ha venido desbordando en términos demográficos, lo que ha llevado al caos de movilidad que hoy tenemos por el exceso del número de vehículos que circulan por sus pocas, estrechas y poco planeadas vías, y al deterioro de la calidad del aire que respiramos, que, aunado a factores externos como los vientos del Sahara, hacen que hoy tengamos que hacer piruetas para tratar de mitigar un poco el impacto negativo sobre los humanos.

Y no es solamente el hecho de los inconvenientes que trae asociado la estrategia del llamado Pico y Placa que poco impacto tiene, sino, a la pérdida creciente de tiempo y a los impactos que en la salud pública tiene el respirar un aire envenenado.

Las medidas que se toman por parte de las autoridades son, en la mayoría de los casos, de carácter simbólico. Hablar de control demográfico en esta sociedad es una herejía, semejante a si se habla de chatarrización de automóviles privados, igual que si hablamos de redensificación poblacional y de un Plan de Ordenamiento Territorial que vuelva a barajar el territorio de acuerdo con las nuevas realidades.

Cambios drásticos de horarios tanto en los establecimientos educativos como en los establecimientos de industria, de comercio y de servicios, están para la discusión.

El mejoramiento del sistema público de transporte, en el que vamos por buen camino, todavía puede ser optimizado.

Es importante reconocer que el principal eslabón del Sistema Público de Transporte es nuestro Metro, que no cuenta con un Plan B para cuando ocurre un “accidente” como en días recientes y en medio del pico y placa ampliado, pues los Municipios del Valle de Aburrá, colapsan. Esta condición debe ser superada si queremos incentivar el uso intensivo del transporte público.

Esfuerzos como la invitación a generar la cultura del caminante o de la bicicleta, deben ser promovidas teniendo en cuenta nuestra topografía.

Debemos además construir nuevas vías y no forzar a las actuales a que contengan servicios para los cuales no fueron diseñadas, como las ciclovías y las vías para nuestro Metroplús y los futuros tranvías.

Grande es el reto que tenemos por delante si queremos que Medellín siga siendo un buen vividero. Hace poco nos burlábamos de los trancones en Bogotá y hoy nos tenemos que tragar enteritas esas críticas pues se nos devolvieron con creces, ante nuestra actual realidad.

En estos momentos se pondrán a prueba nuestra creatividad, nuestro empuje, nuestra pujanza, nuestro coraje, nuestra paciencia y nuestro espíritu cívico.

domingo, 8 de marzo de 2020

La salud, el empleo y la migración


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
La coyuntura actual nos puso a escoger entre la salud y el empleo, ganó la salud y terminaremos migrando, lo que no sabemos es para dónde.

El grado de contaminación del aire afecta directamente nuestra salud, causando enfermedades respiratorias, se trata del aire que respiramos y sin aire para respirar no es posible la vida.

Yo no sé cuántos empleos se están destruyendo con las medidas extremas requeridas para conservar la vida, protegiendo el aire que respiramos, lo cierto es que todos los negocios del sector formal y del informal también están afectados, y como no producen ni bienes ni servicios, les toca tomar medidas tristes y extremas, despedir personal.

El coronavirus, tiene en estado de semiparálisis las industrias más poderosas del mundo, el sector de la producción de automotores, el sector turístico, el transporte aéreo, en fin, todas las cadenas productivas se suspenden cuando algunos de los suministros, elementos o componentes no pueden llegar a la cadena productiva.

Hoy hay gran preocupación con la producción de medicamentos, si algunos esenciales por falta de un componente, no puede salir al mercado a satisfacer las necesidades de quienes lo requieren para su vida, se puede agravar el tema de salud.

La cantidad de empleos en el mundo que se han destruido por la llegada de este virus, como que son impresionantes; prueba de todo esto la darán los resultados de las empresas formales y no formales y la caída de las bolsas a nivel nacional e internacional.

Escuché que los negocios del hueco están desabastecidos, consecuencia de la semiparálisis que vive China.

Definitivamente, primero está la salud que el empleo; lo que pasa es que, si no hay empleo, tampoco va a haber salud; ¿cómo vamos a satisfacer las necesidades elementales para vivir? ¿Los Estados, estarán en la capacidad económica y logística para alimentar, vestir, atender la salud de sus habitantes? No creo, el efecto será el de más causales de desplazamiento en busca de oportunidades de vida; ya no solo la gente migra por la violencia, por la sequía, por el invierno, ya también va a migrar por los virus, por el aire, por el desabastecimiento, por la falta de empleo.

La vaina es que los emigrantes generan más problemas, más carencias, más virus, más violencia, más contaminación, más gente para los Estados sostener y oír eso es que nadie los quiere en sus territorios.
A lo anterior tocaría agregarle, como si fuera poco, los problemas de corrupción, drogas, alcohol, sexo, degeneramiento, egoísmo, falta de solidaridad y otros males que azotan a nuestras sociedades.

Definitivamente, todos los días se confirman más las frases de que el hombre es un lobo para el hombre y sálvese quien pueda.

Yo creo que todo lo que está sucediendo, obliga a repensar el mundo, vamos demasiado rápido, olvidando que nuestros planes cambian en un segundo.

El calentamiento global, la sociedad de consumo, la globalización, el crecimiento económico, tendrán que regresar a un mundo para la gente, que defina territorios auto sostenibles, autosuficientes, donde las personas se comporten bien, se sientan satisfechas con lo necesario, se cuiden entre sí, cuiden el aire, el agua, los bosques, sean felices con lo que tienen.

Como vamos, vamos mal, no vamos a ser sostenibles, no vamos a ser autosuficientes, no vamos a dejar la corrupción, ni el egoísmo, no vamos a cuidar el medio ambiente, no vamos a dejar de deforestar, los fenómenos naturales, los virus y las pestes nos van a seguir atacando, nuestra salud se va a seguir deteriorando, los empleos se van a seguir destruyendo, por qué seguimos pensando que somos seres superiores, carentes de humildad, de sencillez, carentes de la que debe ser la principal ambición: la satisfacción del interés general sobre el interés particular.

O nos repensamos como personas, como familias, como sociedad, o seguimos trabajando para auto desaparecernos, auto destruirnos.

Es que ni sabemos si el coronavirus fue creado por el hombre o por la naturaleza.

Si lo creó el hombre para enriquecerse, ahí si estamos jodidos.

Lo cierto si es que la polución en Medellín y su área metropolitana la generamos nosotros sus habitantes, imposible que no seamos capaces de aportar, todos, nuestro granito de arena para mejorar el aire que respiramos.

Yo, insisto, practiquemos las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y oremos para que nos proteja y nos ilumine o atengámonos a las consecuencias.