Por Antonio Montoya H.*
El mundo gira y gira imperceptiblemente cada
segundo y el hombre, cada día y cada noche, avanza. En 70 años la humanidad ha tenido
logros como nunca en la historia, en investigación, educación, ciencia y tecnología,
en medicina, etcétera. Es tan rápido y vertiginoso que si nos descuidamos un
poco quedamos lejos de esos avances. Hoy la información, el conocimiento y el
desarrollo para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos es cada día más
avanzado y va en ocasiones en contravía de lo establecido, de los privilegios,
de los monopolios. En general, podemos afirmar, que el modo tradicional de
interactuar en la sociedad es totalmente diferente a como se hacía unos años
atrás frente a lo que tenemos hoy, en 2020.
Quién se podría haber atrevido a vaticinar que
los cambios surgidos por causa del celular, WhatsApp, chat y otras formas
cambiaría la comunicación entre amigos y la familia, pasando de la conversación
directa, mirándonos a los ojos, a la comunicación a distancia en la que no se
alcanza a disfrutar lo que se vive en el instante por estar con la mente y el
espíritu en otro lado. En muchos casos esto genera dependencia, aislamiento y
por ende a la pérdida de contacto con los demás lo que ha llevado a que, en
muchos lugares como restaurantes, conciertos, conferencias y teatros, se
solicite apagar los equipos durante el tiempo que se esté en el lugar, para
incitar a las personas a que palpen la realidad y compartan la conversación y
el diálogo que origina lo que allí se vive.
Ahora bien, a pesar de lo anterior no podemos
negar ni desconocer lo que los avances nos han ayudado en conocimiento,
información, contactos y negocios. Nos podemos comunicar vía celular sin o con
un mínimo costo con cualquier lugar del mundo, ahorrando en viajes y correos
tradicionales, asegurando eficiencia y eficacia y logrando desarrollos para las
empresas o para los emprendedores individuales. Ponernos a pensar en ello es
una maravilla, no hay distancia que nos impida vernos, negociar y conocer
lugares, no tenemos fronteras, ni cercas que nos detengan.
La tecnología irrumpió de tal forma que las
empresas, para desarrollar su actividad en un país, no tiene que tener su
domicilio social allí, ni pagar impuestos, ni siquiera conocer a sus
trabajadores, lo cual genera serias dificultades, pero no por ello se debe
rechazar.
Debemos ser entonces creativos para buscar
solucionar los problemas, no generando otros. Me refiero a las aplicaciones que
surgieron a través del internet como las de Rapi y Uber, y otras que hoy no
están en el ojo del huracán. Siendo claro y preciso, me voy a referir al caso
de Uber, que llegó a competir con el servicio de trasporte que usualmente
prestaban los taxis y más que ellos las empresas que los agrupan. Su sistema brindó
seguridad, confianza, atención y respeto al usuario y con ello se ganaron
valoración por un lado y animadversión por el otro. Los taxistas paralizan el
país para que la aplicación no opere y que ellos continúen siendo los reyes del
trasporte, que continúe cobrándose inmensas cantidades de dinero por un cupo y
que, entre otras cosas, no hay legislación sobre ese valor del cupo. En síntesis,
que el monopolio del servicio se mantenga entre los que hoy lo prestan. No
puedo demeritar a muchos honorables servidores que son conductores de taxis, buenas
personas, trabajadores y honestos, y que hoy tienen el reconocimiento laboral,
es decir están vinculados con todos los beneficios que otorga la ley, lo que
hace 15 años no ocurría y que aún, en algunos lugares no se cumple. Pero se avanzó,
se corrigieron abusos de los dueños de los vehículos y hoy tenemos conductores
con mejores condiciones para prestar el servicio.
Por consiguiente, invito a que el gobierno
estudie, analice y dé solución a esta forma de operar. Deben conversar con los
propietarios de Uber para lograr que esta empresa se vincule a Colombia, no
solo para obtener ganancias, si no pagando impuestos y buscando que sus trabajadores
estén protegidos laboralmente, lo cual no impedirá que obtengan beneficios económicos,
por cuanto el volumen en el servicio, ya legalizados, les puede generar mejores
rendimientos.
Debemos tener la mente abierta, pensar distinto
y vendrán las soluciones. La solución no es retirándose del país, invitamos al
gobierno a buscar salidas y a Uber a ser receptivos y que contribuyan a la
solución concertada.