Por Andrés de
Bedout Jaramillo
Desde hace como dos
meses me propuse intentar aprender a entender y utilizar el Instagram para
mandar mensajes a quienes me siguieran, contándoles lo que veía y sentía en mis
recorridos caminando y en bicicleta.
Todavía no he
podido entender varias cosas del funcionamiento de Instagram, me da brega ser
corto en las grabaciones, me da brega hacer grabaciones bonitas, me da brega
retransmitirlas, a veces no me suben, me hacen caer en cuenta que las personas
escriben comentarios que se deben responder, en fin, en este mundo de los
sistemas de información, las posibilidades son muchísimas, inclusive ya como
que me acerco a los 300 seguidores, pero no sé cómo mirar esas mediciones, ni cómo
aumentar mis seguidores, lo único que sé es que me entretengo mucho, dedicando
un porcentaje del tiempo de mis recorridos, mostrando y contando, lo que veo,
lo que se, lo que averiguo y lo que siento.
Aquí las cosas
salen como quedan, no hay tiempo de libretos preparados, aquí la mente tiene
que ser rápida, las ideas súper resumidas y no se puede perder tiempo en cuidar
la imagen ni la voz; al fin y al cabo, uno está es haciendo ejercicio y se
muestra en caliente. Alguien me dijo que tratara de reposar antes de
autograbarme, para no salir agitado, he tratado de hacerlo, pero me enfrío para
el ejercicio que estoy haciendo, pierdo mucho tiempo descansando, lo que hace
que me demore más en los recorridos, recorridos que traen sorpresas, que se
expresan, según el estado de ánimo que uno tenga, mejor dicho, esto lo obliga a
uno hasta a manejar el estado de ánimo, que es bien cambiante, por lo menos el
mío.
Otras personas me
dicen que debo ser instagramer de todos los días, de todos los temas, mejor
dicho, de exponer lo que me sucede todos los días en mensajes muy cortos, de
segundos, lo que me obligaría a ser más arriesgado en mis relaciones
interpersonales. Tocaría involucrar a otras personas y como esto es tan
espontáneo no habría tiempo de preguntarles si quieren o no, es exponerse a que
la gente comente. Pienso que lo voy a intentar, al fin y al cabo no estoy
haciendo nada malo y me puede servir para atreverme a saludar a personas que
conocí y no veo hace tiempo, a entablar una rápida conversación. Hoy andamos
tan a la carrera, que no hay tiempo ni para saludar, no obligamos a nuestras
mentes a recordar nombres y no nos atrevemos a que el viejo amigo que no vemos
hace tiempo nos recuerde su nombre y menos a recordarles nuestro nombre.
Ser o por lo menos
tratar de ser instagramer requiere de mucho olfato, de mucha velocidad, de
mucha atención. Yo me estoy atreviendo a intentarlo, voy a seguir intentándolo,
me sirve como terapia, me gusta cuando me encuentro a la gente, a los amigos, a
los familiares y me comentan que me siguen o por lo menos que me han visto en
el Instagram, inclusive los invito a que me sigan. Bajen Instagram mi sitio es
@andresdebedout de pronto les gusta y me comentan para yo sentir la fuerza de
ustedes para mejorar y continuar en este reto.
Esta historia se
las cuento en este artículo que muy amablemente me publican en el blog de El Pensamiento
al Aire en el que llevo más de un año escribiendo semanalmente y en el blog La Linterna
Azul, donde llevo como dos meses, y me hace muy feliz que la gente me lea, pienso
que envío mensajes que pueden ser útiles a otros, todo esto me hace sentir
vivo, me hace sentir integrado y sirviendo todavía a la comunidad.
Que el Espíritu
Santo me siga iluminando, en mi vida familiar, social y en mis intentos de bloguero
e instagramer.