miércoles, 13 de noviembre de 2019

Técnica del golpe de Estado


Por José Alvear Sanín*

José Alvear Sanín
No es este el momento para evocar la versátil parábola vital de Curzio Malaparte (1898 - 1957), autor ya olvidado de La piel” y Kaputt”, sino el de llamar la atención sobre su clásica Técnica del golpe de Estado” (1931), publicada tantas veces y en tantas lenguas.

Ahora, cuando es inocultable el avance del plan subversivo a nivel continental, recupera actualidad este libro del italiano, que recorre en ocho capítulos tanto los preparativos para tomarse el poder como los mecanismos para frustrar el asalto de este.

Arranca con el golpe de Estado de octubre de 1917, mediante el cual Trotski establece el poder comunista. Pero si en esa ocasión triunfa el gran técnico, este experto fracasa en 1927 cuando Stalin se le adelanta.

A continuación, analiza los golpes frustrados en los años veinte, en Polonia y Alemania, incluyendo el Putsch de la cervecería, de Hitler (Munich, 1923), porque el acceso del caporal solamente llegará por la vía electoral, después de la primera edición del libro que nos ocupa.

Los capítulos que tratan de la marcha sobre Roma de Mussolini, de Primo de Rivera y de Pildsudski, siguen al análisis del primer gran golpe de Estado moderno, el del 18 Brumario (9 noviembre 1799), de Bonaparte.

Malaparte escribe deslumbrado por Trotski. Si para Lenin, creador del partido subversivo profesional, la revolución triunfa cuando las multitudes se toman las calles, como a partir del 27 de febrero de 1917 en Petrogrado, ocasionando la abdicación del zar y la creación del gobierno provisional, en cambio para Trotski bastan mil hombres convenientemente escogidos y entrenados para alzarse con el poder. En efecto, de la verdadera Revolución de Febrero y Marzo sale apenas un ejecutivo cojitranco, donde se mezclan burgueses progresistas y delegados del Soviet, que solo será sustituido por la dictadura comunista cuando Trotski realiza magistralmente el Golpe de Octubre que lleva a Lenin al poder. Por eso se ha dicho que Vladimir Ilich era un ideólogo pero que Lev Davidovich era un técnico. Parece entonces que el golpe de Estado conduce al poder de manera más eficaz que el motín.

Desde luego, la técnica para llevarlo a cabo con éxito ha avanzado considerablemente a partir de 1931, pero, sin embargo, el quid sigue siendo el de concentrar las fuerzas en los puntos más débiles: los servicios públicos y los medios de comunicación. Si eso era cierto hace 90 años, ¿qué podemos pensar ahora, en la era del internet y las redes sociales? No olvidemos tampoco que en muchos países los medios masivos están en poder de los compañeros de ruta y de los idiotas útiles.

La “brisa” de Diosdado, que se está convirtiendo en huracán en Chile, no es espontánea como los vientos, los monzones o los tornados, sino el resultado de un largo proceso cuidadoso y profesional de preparación. ¡He ahí la técnica actualizada del golpe de Estado!

Si a Trotski en 1917, con mil hombres y muy poca financiación, le bastaba, ¿qué no puede esperar el Foro de Sao Paulo con miles de periodistas, catedráticos, magistrados, docentes, guerrilleros, explosivistas y políticos, siempre bien coordinados y con inmensos recursos monetarios?

Esta pregunta ineludible exige una respuesta adecuada en materia de prevención, de parte de las autoridades, sobre todo en vísperas del paro anunciado para el 21, que puede dar lugar a desmanes y destrozos como los de Santiago.

¿Sí será todavía verdad en Colombia que “guerra avisada no mata soldado”, cuando se ha pactado debilitar los mecanismos de inteligencia, información y defensa del Estado y se han montado estructuras subversivas como la JEP y la Comisión de la Verdad?

Esta interrogación no es alarmista, como tampoco fue fortuita ni inconexa la caída del ministro Botero, primera víctima de la novedosa doctrina de que no puede defenderse el orden público si por allí hay menores, formulada días antes de esas marchas y aceptada por un autogol oficial.

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Saqueos, incendios y destrucción cruzan fugazmente la pantalla, sin comentarios, pero cualquier acción en defensa del orden público o la infraestructura es condenada como gravísima violación de los derechos humanos, y a continuación viene la estigmatización a escala planetaria, dentro del mayor ruido mediático.

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Ecoanalítica pronostica para este año una caída del 39,1% del PIB venezolano…, y nosotros avanzando tranquilos hacia el abismo…