Por José Alvear Sanín*
No es este el momento para evocar la versátil
parábola vital de Curzio Malaparte (1898 - 1957), autor ya olvidado de “La piel” y “Kaputt”, sino el de llamar la atención sobre su clásica “Técnica del golpe de Estado” (1931),
publicada tantas veces y en tantas lenguas.
Ahora, cuando es inocultable el avance del plan
subversivo a nivel continental, recupera actualidad este libro del italiano, que
recorre en ocho capítulos tanto los preparativos para tomarse el poder como los
mecanismos para frustrar el asalto de este.
Arranca con el golpe de Estado de octubre de
1917, mediante el cual Trotski establece el poder comunista. Pero si en esa
ocasión triunfa el gran técnico, este experto fracasa en 1927 cuando Stalin se
le adelanta.
A continuación, analiza los golpes frustrados
en los años veinte, en Polonia y Alemania, incluyendo el Putsch de la cervecería, de Hitler (Munich, 1923), porque el acceso
del caporal solamente llegará por la vía electoral, después de la primera
edición del libro que nos ocupa.
Los capítulos que tratan de la marcha sobre
Roma de Mussolini, de Primo de Rivera y de Pildsudski, siguen al análisis del
primer gran golpe de Estado moderno, el del 18 Brumario (9 noviembre 1799), de
Bonaparte.
Malaparte escribe deslumbrado por Trotski. Si
para Lenin, creador del partido subversivo profesional, la revolución triunfa
cuando las multitudes se toman las calles, como a partir del 27 de febrero de
1917 en Petrogrado, ocasionando la abdicación del zar y la creación del
gobierno provisional, en cambio para Trotski bastan mil hombres
convenientemente escogidos y entrenados para alzarse con el poder. En efecto,
de la verdadera Revolución de Febrero y Marzo sale apenas un ejecutivo
cojitranco, donde se mezclan burgueses progresistas y delegados del Soviet, que
solo será sustituido por la dictadura comunista cuando Trotski realiza
magistralmente el Golpe de Octubre que lleva a Lenin al poder. Por eso se ha
dicho que Vladimir Ilich era un ideólogo pero que Lev Davidovich era un
técnico. Parece entonces que el golpe de Estado conduce al poder de manera más
eficaz que el motín.
Desde luego, la técnica para llevarlo a cabo
con éxito ha avanzado considerablemente a partir de 1931, pero, sin embargo, el
quid sigue siendo el de concentrar
las fuerzas en los puntos más débiles: los servicios públicos y los medios de
comunicación. Si eso era cierto hace 90 años, ¿qué podemos pensar ahora, en la
era del internet y las redes sociales? No olvidemos tampoco que en muchos
países los medios masivos están en poder de los compañeros de ruta y de los
idiotas útiles.
La “brisa” de Diosdado, que se está
convirtiendo en huracán en Chile, no es espontánea como los vientos, los monzones
o los tornados, sino el resultado de un largo proceso cuidadoso y profesional
de preparación. ¡He ahí la técnica actualizada del golpe de Estado!
Si a Trotski en 1917, con mil hombres y muy
poca financiación, le bastaba, ¿qué no puede esperar el Foro de Sao Paulo con
miles de periodistas, catedráticos, magistrados, docentes, guerrilleros,
explosivistas y políticos, siempre bien coordinados y con inmensos recursos
monetarios?
Esta pregunta ineludible exige una respuesta
adecuada en materia de prevención, de parte de las autoridades, sobre todo en
vísperas del paro anunciado para el 21, que puede dar lugar a desmanes y
destrozos como los de Santiago.
¿Sí será todavía verdad en Colombia que “guerra
avisada no mata soldado”, cuando se ha pactado debilitar los mecanismos de
inteligencia, información y defensa del Estado y se han montado estructuras
subversivas como la JEP y la Comisión de la Verdad?
Esta interrogación no es alarmista, como
tampoco fue fortuita ni inconexa la caída del ministro Botero, primera víctima
de la novedosa doctrina de que no puede defenderse el orden público si por allí
hay menores, formulada días antes de esas marchas y aceptada por un autogol
oficial.
***
Saqueos, incendios y destrucción cruzan fugazmente
la pantalla, sin comentarios, pero cualquier acción en defensa del orden
público o la infraestructura es condenada como gravísima violación de los
derechos humanos, y a continuación viene la estigmatización a escala
planetaria, dentro del mayor ruido mediático.
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Ecoanalítica
pronostica
para este año una caída del 39,1% del PIB venezolano…, y nosotros avanzando
tranquilos hacia el abismo…