José Leonardo Rincón, S.
J.*
La compleja
situación de país que vivimos ineludiblemente obliga a tomar posición. Han sido
ya muchos los artículos que por este medio he venido publicando donde ustedes
conocen mi pensamiento, pero hoy quiero puntualizar algunos asuntos:
1. La
protesta social es un derecho. No lo digo yo. Está consagrado en el artículo 37
de nuestra Constitución Política. Tiene el pueblo el derecho a no estar de
acuerdo con la manera como el gobierno de turno, o el Estado a nivel
estructural, no cumple con las expectativas generadas. Ayer y hoy. Aquí o en
otras latitudes. Lo tienen los de derecha y lo tienen los de la izquierda. De
modo que no acepto que se macartice como mamerto o subversivo al que protesta y
marcha.
2. La
protesta debe hacerse dentro del margen de la ley y el derecho. De ninguna
manera podré estar de acuerdo con los vándalos y los violentos, esos que
atentan contra los bienes públicos y privados o contra las personas. Esos encapuchados
que se infiltran para desestabilizar y generar caos. Esos anarquistas que
quieren pescar en río revuelto.
3. El Estado
tiene el derecho y el deber de garantizar y proteger la vida, honra y bienes de
los ciudadanos. No podrá reprimir las manifestaciones pacíficas agrediendo o
ejerciendo violencia contra quienes participan en ellas, armados solamente de
valor y coraje.
4. Rechazo
radicalmente el uso de la fuerza y de la violencia, viniere de donde viniere.
Tan reprochable el ataque a la población civil por la fuerza pública como atacar
a la fuerza pública para causarle daño y provocar su reacción. Los resultados
en algunos casos han sido desproporcionados.
5. Rechazo total
a los politiqueros descarados quienes, sordos a los clamores populares, deslegitiman
las protestas por considerarlas subversivas. Igual a los que se imaginan que
los que no protestan es porque están contentos con la actual situación. Y del
mismo modo a los politiqueros oportunistas que aprovechan las redes sociales
para incendiar el país, sembrar odio y arrogarse el liderazgo de un movimiento
social que no es suyo y que también está harto de todos ellos.
6. Lo que
está pasando en Colombia es un fenómeno local que coincide de fondo con el
fenómeno global que simultáneamente se está dando. Hay un malestar
generalizado, fruto del desencanto y el descontento por las promesas no
cumplidas por el sistema capitalista neoliberal indiferente e indolente ante
las necesidades reales de la gente. Ya he dejado claro que son tan inhumanos
como los sistemas fascistas, socialistas y comunistas.
7. Lo que
estamos viviendo más que como desgracia, debe tomarse como una oportunidad. Ese
es el reto del gobierno: sentarse en serio a escuchar a todos los actores
sociales y a los líderes de las protestas y buscar juntos construir país. No
sirven los paños de agua tibia y todos lo sabemos. Impactante lo que dice el
empresario Mario Hernández, palabras más palabras menos: “invito a mis
colegas empresarios a compartir… Desnudos vinimos al mundo y desnudos nos
iremos... No le va a pasar nada a nuestros hijos si les dejamos el 20% menos de
lo que tenemos”.
8. Indignación
con la impunidad a todo nivel. Las increíbles imágenes que muestran a una
desadaptada destruyendo con martillo una estación del Transmilenio causan
repudio, pero total desconcierto e indignación que la jueza la deje libre como
si no hubiese pasado nada.
9. Mirada
crítica a los medios de comunicación y a las redes sociales. La verdad es la
primera víctima cuando hay conflictos. He lamentado la muerte de Dylan, pero
también lo vi lanzando un artefacto segundos antes. He rechazado la patada del
agente a una mujer, pero también a esa mujer queriendo herirlo con arma blanca.
Me ha dado rabia ver a agentes rompiendo unas vidrieras, pero al mirar en
detalle he observado que sus uniformes son de la guardia venezolana y que el
video es antiguo y no en Colombia. Me parecía un descaro llevar en camiones de
la policía a civiles para dejarlos en conjuntos residenciales para atacarlos,
pero luego he confirmado que los estaban acercando a sus casas por el toque de
queda. Estas fake-news hacen que uno ya no crea todo lo que ve y cuando
sea cierto, dude.
10. Certeza
en el diálogo nacional abierto, franco y constructivo con los actores de todos
los sectores, buscando el bien común, trascendiendo intereses particulares,
queriendo honestamente un mejor país para todos. No puede ser un diálogo de
sordos, cada quien, para lucirse, ni la ocasión para obtener réditos con fines
electoreros. Repito, esta es una ocasión única y feliz, todavía a tiempo y
oportuna. O hacemos ajustes y mejoramos o de todas maneras lo hacemos. Las
marchas han sido masivas, los cacerolazos estridentes. El que quiera ver que
vea. El que quiera oír que oiga. Sonó el campanazo y lo que no estoy seguro es
si era ya el último llamado.