Por Pedro
Juan González Carvajal*
Hace algunos
años, quienes teníamos que hacer diligencias en la capital de la República,
sosteníamos que lo mejor de viajar a Bogotá era llegar de regreso a Medellín.
De igual manera,
se convirtió en una cantaleta permanente y casi que objeto de burla, aquello de
que los llamados “tacos” o congestión extrema del transporte en Bogotá eran del
otro mundo, que era casi que imposible la movilización dentro de la ciudad y
que había que salir con mucho tiempo de anticipación para ir al lugar destino
de una reunión, si no queríamos llegar tarde, pues eso todavía nos angustia a
algunos pocos antioqueños.
Hoy por hoy, la
crítica que le hacíamos a Bogotá se nos devolvió enterita a nuestra querida
ciudad, ampliándose poco a poco a todo el Valle de Aburrá. A pesar de tener Metro,
Metroplús, Sistema Integrado de Transporte, Cables, Tranvía, buses, taxis,
motos y bicicletas, el taco va en orden creciente, imparable, agravado por
algunas obras de infraestructura que están en construcción, que bien podrían
valer la pérdida de tiempo y de paciencia de los ciudadanos todos, porque de
alguna manera nos vemos beneficiados si son entregadas a tiempo y con calidad,
o por obras que abruptamente hay que parar por problemas en la contratación o
por la equivocada selección de los ejecutores.
Simplemente, por
poner un ejemplo, tomemos el caso de la parálisis de Metroplús en la
Aguacatala, obra suspendida hace casi tres meses y cuya reanudación está
prevista para dentro de dos meses (El Colombiano, sábado 19 de octubre de 2019,
página 13). ¿Cuánto vale este incumplimiento?, ¿cuánto se afecta nuestra
pretendida competitividad?, ¿quién se responsabiliza por el desencanto y el
tiempo que perdemos los ciudadanos, quienes finalmente pagamos las obras y
sufrimos sus malas ejecuciones?, ¿dónde están los benditos interventores?
Ahora bien, la
sanción implicará que el contratista no podrá volver a contratar con el Estado,
pero esto es una medida inocua, pues para cada obra se constituye una empresa
que desaparece cuando esta se termina, cuando se entrega y cuando se da por
recibida. La sanción debería ser ejemplar, por lo continuado de los casos que
en ningún momento se pueden ver como casos aislados.
La prohibición
de contratar con el Estado y la sanción profesional que debería darse por el gremio
de turno debe ser contra el Representante Legal y los miembros de la Junta
Directiva de la Empresa que incumple, con repetición para los Representantes Legales
y los socios de las empresas que hacen parte del “consorcio o de la empresa
temporal”.
Si hablamos de
verdadera competitividad, debemos partir del acertado manejo de los recursos
públicos, aplicados a obras públicas.
¿Por qué no se
propone, que el gremio que agrupa a los grandes constructores premie a quien
entregue las obras cumpliendo con los estándares de calidad exigidos, en un
menor tiempo y a un menor costo?
Y a su vez, ¿por
qué no castiga ejemplarmente a quienes, por dolo, por acción o por omisión,
incumplen, retirándoles su licencia profesional y expulsándolos del gremio?
En un país donde
no se cumple ni un solo cronograma y ni un solo presupuesto, habría que
averiguar qué es lo que están enseñando en las instituciones educativas que
abordan estos temas a nivel de pregrado o posgrado, pues sinceramente su
impacto es inexistente.
De igual manera,
revisar por parte de las entidades certificadoras de calidad, si algunas de sus
empresas incumplen en el desarrollo de los proyectos a cargo, para que les sean
retirados de una manera inmediata, tales certificaciones, pues no las merecen.
El cáncer no se
cura con alcohol y es necesario que los ciudadanos nos pronunciemos para que
nuestros gobiernos y los líderes del sector privado asociados al tema de la
infraestructura, se pongan las pilas de una vez por todas y procedamos a
sancionar legal, económica y socialmente a quienes manejan alegremente los
recursos del Estado, que finalmente son los impuestos que todos pagamos.
Y por último, no
dejemos crecer el chiste destemplado de que a la ingeniería antioqueña se le
caen hasta las aceras.