lunes, 9 de septiembre de 2019

Hiede la JEP


Julio González Villa
“Finalmente, ¿qué es lo que busca la JEP en Hidroituango?

Establecer los posibles lugares ilegales de inhumación de personas, víctimas de desaparición forzada, en los municipios de incidencia del proyecto Hidroituango, identificar posibles riesgos y dictar las medidas de protección pertinentes; ello, atendiendo las denuncias de víctimas, organizaciones y habitantes de la región”.

Esto fue lo que respondió Patricia Linares, la presidente de la JEP a Yamid Amat, en entrevista publicada en el periódico El Tiempo del domingo 8 de septiembre de 2019.

Es ridículo que ahora el ataque centralista bogotano a Antioquia llegue al colmo de ser capaces de ordenar vaciar la presa de Hidroituango dizque para buscar fosas comunes de personas desaparecidas. Esto es lo que se extrae de la lectura de estas declaraciones de la presidente de la JEP.

Antioquia tiene que despertar. Bogotá, la cuenca oriental del río de la Magdalena, está empeñada en destruir el bastión del uribismo. Todo lo que muestre empuje, fuerza de la nación antioqueña, de esta raza especial, de esta comunidad única, tales como Hidroituango o Empresas Públicas de Medellín, está en la mira del centralismo.

La JEP es la hija de unos acuerdo espurios. La Constitución Nacional es clara en su artículo 3: “La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la Constitución establece”.

En este artículo se plasma con claridad:

1-    Que la soberanía no reside en nadie más que en el pueblo.
2-    Que el pueblo la ejerce directamente

El plebiscito es uno de los mecanismos de participación ciudadana por medio del cual el pueblo ejerce directamente su soberanía, razón por la cual, una vez consultado el pueblo y habiendo decidido, nadie puede contradecir esa decisión porque es soberana.

El 2 de octubre del 2016 el pueblo, en ejercicio de su soberanía, dijo ¡No! a los acuerdos de paz que suscribió el gobierno Santos con las FARC. La consecuencia de ello es que nada de lo que surge de esos acuerdos puede tener validez.

La JEP surgió de esos llamados acuerdos, por lo que, en sana lógica, no puede operar, pues el pueblo, soberanamente, le negó toda posibilidad.

Así las cosas, Antioquia no sólo tiene el derecho, sino el deber, cumpliendo la Constitución Política de, en ejercicio de la autonomía que le da la misma Constitución en el artículo 1, desobedecer a la JEP, ignorarla, despreciarla, desatenderla.

Es menester recordar que el constitucionalismo siempre partió de un derecho fundamental del pueblo que es la resistencia a la opresión; así se estableció en la primera declaración de derechos del hombre consecuencia de la revolución francesa:

“2. La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión”.

Así que, es un derecho natural de los antioqueños comenzar un proceso de resistencia a la opresión del centralismo que se ha empeñado en desconocer la voluntad soberana del pueblo expresada con claridad en el plebiscito del 2 de octubre del 2016.