martes, 20 de agosto de 2019

De cara al porvenir: manejo simbólico del Derecho


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
El rimbombante título de esta columna, quiere decir, en términos parroquiales, que a ratos se toman medidas legales con el único fin de dejar constancia, pues aun cuando dicen los letrados, el espíritu de la ley es buena, su implementación no es posible o no se dan los suficientes dientes a los aparatos encargados de hacerla cumplir, reforzando aquel viejo dicho que sostiene que “en Colombia se respeta la ley, pero no se cumple”.

Recientemente ha sucedido, a partir de la buena intención de las altas instancias judiciales, que se ha declarado al Río Cauca como sujeto de derechos, asunto de la máxima importancia, como lo fue en su momento el declarar al Río Atrato también como sujeto de derechos, pero ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Eso cómo se come? ¿Quién defiende a los ríos?

Recientemente la Corte Suprema de Justicia ordenó “contener la deforestación en la Amazonía”, como si el asunto fuera solamente de pronunciamientos. ¿Si tiene el Estado la capacidad de cumplir y hacer cumplir semejante orden? Pareciera que este tipo de decisiones situaran a los tribunales en un mundo ubicado en la estratosfera, mientras en lo local, ¿quién ronda a los infractores?

Bien desprestigiado que anda el poder judicial para que ahora sea objeto de burla por la trascendencia, pero la gran ingenuidad de algunas de sus decisiones, como en los ejemplos anteriormente enunciados.

Pasando a otro tema, advierte la Organización Mundial de la Salud acerca del resurgimiento del Ébola y anuncia medidas preventivas y restrictivas para tratar de evitar que se convierta en epidemia y genere una gran catástrofe.

La variedad y tipología de los riesgos que amenazan hoy en día al planeta y a la humanidad, hacen que cada vez se imponga más la sentencia de que “no hay nada más riesgoso que estar vivo”.

Impacto de meteoros, erupciones volcánicas, tsunamis, accidentes o detonaciones nucleares conscientes, aire enrarecido, agua contaminada, alimentos saturados de químicos, inestabilidades sociales, políticas y económicas, guerras, pandemias, entre algunos, son apenas un muestreo del peligro latente que nos acecha.

Mientras tanto, la humanidad continúa en su carnaval. Nada pasa mientras todo se está deteriorando. Cuesta encontrar una noticia o una acción humana positiva. La idea de no volver a ver noticieros no cambia en nada el panorama. Nuestro entorno local y planetario se enrarece, nos toca y nos afecta, aun cuando tratemos de semejar a los avestruces y enterremos la cabeza para no ver la realidad y poder entonces imaginarnos que el orden de cosas es manejable.

Crímenes siniestros, feminicidios, abuso de niños, corrupción rampante, falta de gobernabilidad y ausencia de verdaderos líderes por todos lados, migraciones forzadas, desempleo creciendo de forma galopante, crisis de institucionalidad, personalismos estúpidos y dañinos, son la realidad del día a día.

Medios de comunicación insertados entre la espada y la pared, en medio de conflictos éticos complicados. Cortoplacismo ciego, inmediatez temeraria, agotamiento de recursos y de plazos temporales para corregir el rumbo… y no pasa nada.

En Puerto Rico el gobernador Roselló cae porque a la gente se le llenó la taza y sale a la calle y protesta, y hace presión política de manera democrática. En Colombia, la indolencia nos mantiene adormecidos, a pesar de las irregularidades en que caen algunos altos funcionarios, pero tranquilos, que aquí no pasa nada.

Por ahora, y por lo que pueda suceder, mantengámonos confesados.