Por Antonio Montoya H.*
Cada vez me sorprende más la
pasividad, indolencia, inactividad de la clase política colombiana, que, por
estar pensando en sus intereses personales, están permitiendo que el país
continúe por la senda de la inestabilidad, política, moral y social; se perdió
el norte, no hay quién lidere un acuerdo para pensar en grande.
Son culpables, sin excepción, sin
excluir a ninguno, los presidentes o directores de los partidos políticos, porque
o no están previendo la magnitud del problema social que enfrentamos o son
parte de él y se hacen los de la vista gorda, seguramente pensando en un
futuro hacer parte de las fuerzas políticas contrarias, para ellos no perder el
poder.
Estoy desengañado, triste, pero
no derrotado y eso me hace persistir. Siempre he dicho que primero la muerte,
que perder sin luchar, sin intentar modificar lo que está mal o va empeorando. Por
ello invito hoy tan siquiera a uno solo de los que nos leen para que creamos en
nuestro país, para unir intereses comunes entre pensamientos e ideologías
diferentes y que exijamos, empezando por nosotros mismos, un cambio en nuestro
accionar. Es imperativo que definamos que desde donde actuemos debemos
respetar, ser solidarios, generar empleo, cero corrupción, y tengamos
disciplina y orden. Es más fácil de lo que creemos, porque yo soy el primero en
decir que me he equivocado y eso no me impide corregir el rumbo y buscar
mantener la democracia.
No tolero el lenguaje de los
exguerrilleros, que hablan de concordia, y respeto por la democracia, y llegan
a otros escenarios como el foro de Sao Paulo y dicen otra cosa, o van a
Venezuela y allí se esconden, se recuperan y desdicen de nuestro país ante los
ojos de los venezolanos que defienden el régimen. Así escuché a Maduro,
despotricando del expresidente Uribe y vi, lamentablemente para mí, la sonrisa
en la cara de Piedad Córdoba, que no sé aun a que juega en este país.
No tolero el desparpajo de la
izquierda en Bogotá y la estupidez de los candidatos de centro que se mantienen
desunidos. Así van a perder irremediablemente la elección. Son tercos, poco prácticos
y no ven más allá de sus propios intereses. Mal ejemplo para la democracia.
Desde aquí los invito a que cesen las diferencias y busquen caminos de unidad,
que es la única que nos salvará del desastre.
No entiendo cómo nosotros, los
ciudadanos, después de haber visto el desastre económico y social de Bogotá, de
ciudades capitales del sur del país, persistamos en elegir gobiernos de
izquierda, que además han fracasado rotundamente en Suramérica, Centroamérica y
Rusia. La única explicación posible que llega a mi mente es que creen en ellos,
porque no les contamos las historias trágicas ocurridas en esas regiones por
causa de un gobierno de la izquierda.
Tenemos mucho por hacer para
generar trabajo, estabilidad social y bienestar, salud y recreación, que al
final es lo que todo gobierno debe propender, pero lo debemos lograr en el
ejercicio de la democracia.
Soy entonces amigo del referendo,
que se promueve a través de Herbin Hoyos, y comparto la promoción de otros
cambios a saber: disminución del Congreso de la República, quitar la casa por cárcel
para los corruptos privados y públicos, doble instancia sin retroactividad a
partir de la aprobación de la ley, que la JEP sea una sala adicional en la
corte suprema de justicia, máximo tres periodos en el Congreso, quitar
beneficios a los condenados, pena de muerte para el violador y para el secuestrador,
así nos creerán y aceleraremos la reconstrucción del país.