Por Pedro
Juan González Carvajal*
Dicen los
estudiosos que los grandes inventos de la humanidad han sido la escritura, el
lenguaje, la numeración y la agricultura, de donde pasamos de la energía
proveniente del sudor animal y el sudor humano, al carbón, al vapor, a la
electricidad, a la energía atómica y hoy a las llamadas energías alternativas.
A partir de estos
aportes, los humanos nos hemos organizado para dominar el planeta, con las
consecuencias nefastas que hoy ponen en vilo nuestra propia supervivencia.
La aparición del
cálculo diferencial, nuestra aproximación al universo astronómico y al universo
atómico y los computadores, nos han colocado en una posición de permanente
cambio, con el cual muchos de nosotros hemos convivido en el transcurso de
nuestras propias vidas.
Quisiera hacer con
ustedes un corto viaje de los años 70 hasta el presente, para evidenciar algunas
de las grandes transformaciones que hemos vivido en estos últimos 50 años y que
han hecho parte de nuestra realidad individual y colectiva.
Iniciemos
nuestro recorrido con la llegada del hombre a la luna hace exactamente medio
siglo. Luego llegaron el Voyager, la Estación Espacial –MIR–, los transbordadores,
la Estación Espacial Internacional, Cassini,
la llegada a Venus y la llegada a Marte. Hemos superado con creces las
expectativas de Julio Verne.
Ayer, gracias a
los desarrollos obtenidos entre otros, alrededor del proyecto Apolo, se
popularizó el uso de la electrónica y la miniaturización, pasando del radio de
tubos conectado a la pared, al transistor, abriéndole el camino a lo que hoy
conocemos y valoramos como movilidad gracias a los microchips.
Pasamos de 4.500
millones de habitantes a un poco más de 7.000 millones.
Hemos visto la
transformación de la energía mecánica, la eléctrica y la cuántica.
Hemos pasado de
80 elementos contenidos en la Tabla Periódica de los Elementos, a 118.
Pasamos del
milisegundo y el segundo, al nanosegundo y al gigasegundo.
Pasamos de tres
reinos de la naturaleza: animal, vegetal y mineral, a cinco: animal,
vegetal-plantas, fungi-hongos, monera-bacterias y protista.
Pasamos de dos
géneros: masculino y femenino, a ocho: masculino, femenino, lesbianas, gais,
bisexuales, transgénero, intersexuales y queers.
Pasamos del
televisor en blanco y negro al televisor a color y hoy al televisor digital.
Pasamos de las
transmisiones por cable a las transmisiones inhalámbricas.
Pasamos de la
gran tecnología a la nanotecnología.
De la moneda
tradicional a las tarjetas de crédito y los bitcoins.
Pasamos del
correo tradicional al correo electrónico.
Pasamos de los
computadores gigantescos a los computadores portátiles.
Pasamos de la
telefonía fija a la telefonía celular.
Pasamos del long
play al cassette, al CD y a Spotify.
Pasamos del Betamax
al VHS, al DVD, a las películas on line.
Pasamos del cine
en salas de teatro a Netflix.
Pasamos de los
puntos de venta tradicional al e-commerce.
Pasamos de
servicios con grandes inversiones en activos (Hotelería, transporte) a
plataformas como Airbnb y UBER.
Pasamos de la
realidad real a la realidad virtual.
Pasamos de la
secuencialidad a la simultaneidad.
Pasamos de la preponderancia
masculina a la equidad de género.
Pasamos de la
moral religiosa a la solidaridad civil.
Pasamos de la
muerte repentina a conocer las causas de esa muerte inesperada.
Pasamos, en el
planeta, de una tasa de mortalidad en un año, por cada 100 personas, de 10.269
a 7.613.
Pasamos de tener
una expectativa de vida de 63 años a 72 años.
Pasamos de lo local,
a lo global y a lo glocal.
Pasamos de dos
superpotencias a varias superpotencias.
Hemos sido
testigos de cómo degradamos el planeta, cómo se extinguen algunas especies, cómo
crece la iniquidad, cómo nos idiotizan los medios de comunicación y cualquier
tipo de farándula, cómo trasplantamos órganos en nuestros cuerpos, cómo
aparecen los robots y la inteligencia artificial, cómo se transforma el concepto
de familia y cómo se agotan todos los tipos de ideologías.
Hemos entendido
que la factibilidad, la viabilidad, la sostenibilidad y la sustentabilidad de
nuestra especie y nuestra civilización están en veremos.
Hemos visto el
apogeo y el ocaso del concepto de Estado Moderno.
Por último, y
como un síntoma inequívoco de lo que se nos avecina con la terminación de los
tiempos, pasamos de la balada al reguetón.
Recordemos que “Cuando
las cosas son urgentes, ya es demasiado tarde”.
Sin palabras: el hundimiento
de la Ley Anticorrupción es una demostración más de la debilidad y la falta de
liderazgo (y de interés) del actual Gobierno en este y otros temas.
Y como la
estupidez es infinita, aunque las abejas son el animal más importante del
planeta y hoy existe alarma por su disminución vertiginosa, este Congreso negó
la ley para protegerlas. ¡No hay derecho! ¡No dan una! ¡Sobran todos!